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3 de agosto de 2011
29 de noviembre de 2010
Normandía
En "La Guerra de Hitler" David Irving nos dice que en el momento en que Hitler comenzó la reunión de guerra "la batalla de Francia estaba ya perdida". Según Rommel había que derrotar al enemigo en las mismas playas de desembarco, cosa que no ocurrió. La superioridad aérea enemiga era abrumadora. Hitler había advertido desde febrero de 1944 que el Muro Atlántico debía construirse para asegurar la derrota de cualquier desembarco pero hacia la fecha de la invasión, solo estaba construido en un dieciocho por ciento. Irving achaca las deficiencias de la defensa alemana a la lentitud del servicio de información. Hitler mismo ordenó una investigación pero según Irving se ignoran sus resultados.
Lo cierto es que cuando se produjo el ataque, Hitler pensaba que la invasión de Normandía solo era una distracción del enemigo. Irving, con buen criterio, apunta que "es fácil hacer criticas en la actualidad". También nos dice Irving que Hitler y sus generales "gozaban de excesiva confianza". Lo cierto es que, días más tarde, Hitler reconoció que su optimismo había carecido de fundamento y ordenó envíos de divisiones Panzer. Ya a finales de agosto Hitler declaró: "Si hubiese tenido las divisiones Panzer nueve y diez en el Oeste, todo esto no habría ocurrido".
Joachim Fest asegura que "Hitler, guiado una vez más por su característica intuición, manifestó que Normandía era una zona de desembarco no menos apropiada, pero se atuvo, posteriormente, a los juicios de los consejeros militares." En todo caso Hitler declaró que "si la invasión no es rechazada, la guerra estará perdida para nosotros."
En el interesante libro "Porque perdí la guerra" de Saint Paulien el autor pone en boca de Hitler los hechos:
"Se dice que el desembarco de Normandía -Operación Overlord- triunfó tan sólo porque yo había dado órdenes incoherentes, como de costumbre. Todos los cronistas se complacen en repetirlo. Cierto que cometí errores, pero más cierto todavía que me los hicieron cometer. Examinemos algunos hechos. El jefe de la Abwer del XV Ejército alemán (apostado entre Calais y Dieppe), coronel Helmuth Meyer, había descifrado el primero de junio de 1944 un doble mensaje de la BBC. Iba dirigido a ciertas redes de la Resistencia francesa y precisaba la inminencia de la "Operación Overlord". El coronel Meyer comunicó la preciosa información a su jefe directo, el almirante Canaris y al comandante del XV Ejército, general Hans von Salmuth. Este tomó sus precauciones para aguardar a los invasores. Pero el almirante Canaris se guardó muy bien de prevenir al VII Ejército inmediato que se encontraba en Normandía y fue éste, como por casualidad, el que recibió el coche... No hay explicación al hecho de que el mariscal Rommel abandonara su cuartel general el 4 de Junio: tanto Keitel como Jodl y yo mismo, le creíamos todavía en La Roche-sur-Yon. Unos pretenden que estaba en camino para presentarme un informe que yo no le había pedido, y otros que quería detenerme y encerrarme en el castillo de La Roche-sur-Yon. El general Heinz Hellmich, jefe de las tropas que tenían que defender Cotentin, no estaban en su puesto, al igual que los generales W.Falley y Von Schlieben... Era perfectamente posible, sin embargo, echar al invasor al mar. A condición claro está, de que los dos grandes jefes dieran inmediatamente las órdenes necesarias. Pero uno estaba ausente y el otro dormía. "
"Serían sobre las diez de la mañana del 6 de Junio cuando, encontrándome en el Berghof, uno de los asistentes militares de Hitler me informó de que a primeras horas de la mañana había comenzado la invasión.
- ¿Han despertado al Führer?
- No, recibirá la noticia cuando haya tomado su desayuno.
Dado que Hitler había dicho una y otra vez a lo largo de los últimos días que era previsible que el enemigo iniciara la invasión con un falso ataque, destinado a alejar a nuestras tropas del verdadero lugar de desembarco, nadie quería despertarlo para no sera acusado de haber enjuiciado mal la situación.
Durante la reunión estratégica que tuvo lugar unas horas más tarde en la sala de estar del Berghof, Hitler parecía aún más seguro de que el enemigo sólo pretendía engañarlo:
- ¿Se acuerdan ustedes? Entre los muchos informes que hemos recibido, había uno que señalaba exactamente el punto, el día y la hora del desembarco, lo que refuerza mi idea de que no puede tratarse de la verdadera invasión.
Según Speer, Hitler se había vuelto muy desconfiado de las informaciones que recibía:
- ¿Cuántos de estos agentes "limpios" no están al servicio de los aliados? Nos dan noticias confusas a propósito. Y tampoco pienso dejar que esta llegue a París. No se lo diremos; lo único que conseguiríamos sería que el Estado Mayor se pusiera nervioso.
También según Speer, Hitler siguió creyendo que era un amago de invasión incluso semanas de producirse la invasión de Normandía, lo que contradice las opiniones de David Irving.
Ian Kershaw dice en la biografía de Hitler que éste era optimista cuando se produjo la invasión. Es más, según Kershaw el optimismo de Hitler no era injustificado. Dice que Hitler creía que la costa atlántica estaba mejor fortificada de lo que estaba en realidad.
En lo que coinciden casi todos los historiadores es en mencionar las nuevas armas V1 justo en el momento de la invasión de Normandia. Hitler había puesto muchas esperanzas en los cohetes voladores y en los cazas a reacción. Sin embargo la producción de estos aviones estaba empezando.
Según Irving, tanto Hitler como Göring habían estado esperando la invasión durante mucho tiempo y ese día estaban radiantes. Para Göring porque una victoria de su aviación en Normandía "restablecería definitivamente el mermado prestigio de la Lutwaffe".
Según Speer, Hitler se había vuelto muy desconfiado de las informaciones que recibía:
- ¿Cuántos de estos agentes "limpios" no están al servicio de los aliados? Nos dan noticias confusas a propósito. Y tampoco pienso dejar que esta llegue a París. No se lo diremos; lo único que conseguiríamos sería que el Estado Mayor se pusiera nervioso.
También según Speer, Hitler siguió creyendo que era un amago de invasión incluso semanas de producirse la invasión de Normandía, lo que contradice las opiniones de David Irving.
Ian Kershaw dice en la biografía de Hitler que éste era optimista cuando se produjo la invasión. Es más, según Kershaw el optimismo de Hitler no era injustificado. Dice que Hitler creía que la costa atlántica estaba mejor fortificada de lo que estaba en realidad.
En lo que coinciden casi todos los historiadores es en mencionar las nuevas armas V1 justo en el momento de la invasión de Normandia. Hitler había puesto muchas esperanzas en los cohetes voladores y en los cazas a reacción. Sin embargo la producción de estos aviones estaba empezando.
Según Irving, tanto Hitler como Göring habían estado esperando la invasión durante mucho tiempo y ese día estaban radiantes. Para Göring porque una victoria de su aviación en Normandía "restablecería definitivamente el mermado prestigio de la Lutwaffe".
"De día veía los destelleantes escuadrones de bombardeos norteamericanos volando a gran altura , en su camino desde Italia a los objetivos del sur de Alemania. De noche, los ingleses volaban en dirección contraria , hacia Austria y Hungría. Las sirenas de Obersalzberg obligaban a cuantos se encontraban en Berghof a salir por la puerta trasera y dirigirse hacía las grandes puertas de acero que disimulaban la entrada a los túneles que perforaban la montaña. El propio Hitler se resistía a descender los sesenta y cinco peldaños antes de que las baterías antiaéreas comenzaran a disparar. Solía quedarse junto a la entrada del túnel , para procurar que nadie saliera antes de que las sirenas dieran fin a la alarma. A menudo, reflejados en el cielo se veían los resplandores de los incendios en Múnich. El ama de llaves de Hitler le suplicó que trasladara el contenido del piso que el Führer tenía en Múnich a un lugar seguro. Pero Hitler siempre se negó: 'Frau Winter, tenemos que dar ejemplo.'
8 de junio de 2010
Hitler en el año 1939
En la fotografía observamos una carta postal editada con motivo del 50 aniversario de Hitler. 1939 fue un año clave para el Führer. En enero la Nueva Cancillería que Speer construyó en un tiempo record, ya estaba inaugurada. Estaba ubicada en la Voss Strasse y se podía ver perfectamente a cientos de metros
No era fácil ver a Hitler en la Nueva Cancillería. En Berlín Hitler tenía su residencia en el primer piso de la vieja Cancillería. Sin embargo, cuando se encontraba en Berlín, Hitler estaba más activo recibiendo a ministros y al cuerpo diplomático. Después del almuerzo, Hitler leía la prensa. Por aquella época también tenía la costumbre de ver películas. Según David Irving, podía ver las películas que quisiera y si alguna no le gustaba, se preguntaba cómo era posible que Goebbels la hubiera permitido. También según Irving, cuando el Führer vio Marie Antoinette, se levantó y se marchó muy ofendido.
En febrero Hitler viajó en tren hasta Hamburgo para la botadura del mayor acorazado construido hasta la fecha y al que se bautizó con el nombre del antecesor del Führer, Bismark. Hitler mismo decidió las posiciones de las cámaras de los periodistas y prohibió a los corresponsales extranjeros.
Es curioso porque Hitler se refirió "al día más feliz de mi vida" en varias ocasiones a lo largo de su vida. En marzo pronunció esa frase a sus secretarias y les dijo a su vez "acabo de conseguir algo por lo que otros lucharon en vano durante siglos. La Bohemia y Moravia vuelven a ser del Reich. Pasaré a la historia como el alemán más grande de todos los tiempos."
Pero el hecho más importante del año 1939 fue la invasión de Polonia. Según cuenta el piloto personal de Hitler, Hans Baur, "Hitler se decidió a abrir las hostilidades, estoy convencido, más porque no creyó en una intervención de Francia e Inglaterra... Cuando se encontró ante las declaraciones de guerra, se consoló diciendo que el conflicto debía surgir tarde o temprano, que valía más verlo producirse en ese momento, cuando todavía él tenía la posibilidad de realizar sus planes para el desarrollo de Alemania... ordenó a Speer que no concibiera en gran escala las construcciones nuevas, necesarias para la guerra en el dominio industrial, sino que previera su duración durante dos años, cuatro como máximo."
Sobre el tratado que Hitler firmó con Stalin, también tenemos la versión que nos da Hans Baur:
- Como la vez anterior, el tratado concluido en Moscú fue objeto de ardientes discusiones en la mesa. Hitler declaró, entre otras cosas, que sin aquel tratado de comercio y de amistad, nuestra situación hubiera sido difícil. Además, esperaba alguna reacción sobre los ingleses.
Según Baur "todos tuvimos la impresión de que aquel tratado satisfacía enormemente a Hitler.
En noviembre del mismo año, Hitler dio el discurso anual para celebrar el aniversario del Putsch de 1923. Como es sabido, Hitler abandonó la cervecería antes de lo previsto, según Baur porque el Führer debía volver a Berlín y al no poder llevarle en avión debido al mal tiempo, se decidió que volviera en tren. Menos de una hora después de que Hitler abandonara el local, una bomba estalló. Según el piloto de Hitler, cuando se descubrió al autor del atentado, Müller, fue condenado a muerte pero Hitler intervino para hacerlo internar en un campo de concentración. Sin embargo el autor del atentado murió en ese campo.
Durante las navidades de ese año, Hitler quiso preparar los regalos para su personal. Nos dice Baur:
- Le gustaba regalar y comprobar que sus regalos habían gustado. Una vez me dijo que hubiera querido elegir esos regalos personalmente pero que desgraciadamente no podía ir a los comercios. Le aconsejé seguir el ejemplo de Göring, que se presentaba en esos comercios después del cierre para hacer sus compras con toda tranquilidad, pero este modo de actuar no le gustaba mucho, según me dijo.
Al estallar la guerra, Hitler quiso mantener su estilo de vida sencillo, haciéndolo incluso más sencillo. Cuando le dijeron que iban a decorar un puesto de mando en el que habían previsto esculturas, herrajes y alfombras caras, lo rechazó al momento diciendo: "¿cree usted que me instalaría a vivir allí? Por otra parte, millares de alemanes vendrían de peregrinaje. ¿Qué idea tendrían ellos al comprobar que yo vivía en un lujo tal?"
Tampoco le gustaba a Hitler el lujo cuando comía cerca del frente. Comía en la cocina de la tropa. Según cuentan sus allegados, nunca vieron que se preparara una mesa especial para él.
Como vemos, a Hitler no le gustaba el lujo, y mucho menos le gustaba dar una imagen frívola. Le preocupaba mucho que sus semejantes le vieran rodeado de lujo. Sin embargo para Hitler eso nunca supuso ningún problema. Su modo de vida era muy sencillo. A menudo se ha dicho que Hitler expropió cuadros para él. Pero lo cierto es que Hitler proyectaba exhibir sus cuadros en un futuro museo. Las posesiones nunca obsesionaron a Hitler. Todas sus pertenencias eran del pueblo, acostumbraba a decir.
26 de julio de 2009
Bibliografía

Todos sabemos que Hitler ha sido el protagonista de miles y miles de libros desde su muerte. La mayoría son prescindibles. Por un lado están los historiadores y biógrafos consagrados que más o menos conocemos. Después están los oportunistas que escriben verdaderas tesis fantasiosas, que van desde el típico bulo a la difamación y mentira. También existen pequeñas biografías de poca monta que se incluyen en coleccionables y suplementos. Existen también libros sobre Hitler novelados, como por ejemplo "Führer" de Allan Prior. También existen novelas fantasiosas que nos sitúan a un hipotético Hitler viviendo en Inglaterra en su juventud, o novelas con supuestos hijos de Hitler. Incluso la fantasía más absoluta existe en muchas novelas cuando situaban a un Hitler superviviente de la guerra y viviendo en un país sudamericano. Y por último tenemos los testimonios de quienes trataron a Hitler directamente. Estos testimonios son de vital importancia para los historiadores y los lectores. El problema para analizar a Hitler es que muchos de estos testimonios están condicionados, y en muchos casos manipulados por otros historiadores. No obstante, hubo amigos y colaboradores de Hitler que se atrevieron a no traicionar a Hitler. No son muchos, pero existieron. Por eso, un lector no iniciado se puede extrañar de encontrar títulos como "Yo fui amigo de Hitler" o "Hitler, mi amigo de juventud".

Evidentemente son más de fiar los testimonios de quienes trataron a Hitler. Por supuesto también hay que tener reservas, pero estos libros contienen anécdotas que nos pueden resultar interesantes para conocer a Hitler. En ese contexto, si queremos conocer la infancia y juventud de Hitler, es muy importante el libro escrito por el amigo de Hitler "Adolf Hitler, mi amigo de juventud" de Kubizek. A pesar de que el testimonio de Kubizek en ocasiones parece forzado y fantasioso, Kubizek fue el único que trató a Hitler directamente durante su juventud. Ese libro es el único que existe sobre ese periodo. A menudo los analistas buscan en la infancia y juventud de Hitler las causas de su comportamiento posterior. Parece que intentan demostrar que Hitler fue una persona resentida por algo y que posteriormente cuando llegó al poder quiso vengarse de todo el mundo. A mi me parece una explicación poco convincente. Hasta ahora conseguir el libro de Kubizek era difícil. Yo mismo tengo un ejemplar de segunda mano y antiguo. Pero creo que la editorial Tempus lo va a editar, si es que no lo ha hecho ya. El libro es muy entretenido de leer y contiene abundantes historias que nos dicen mucho del carácter de Hitler. Trataré algún episodio del libro próximamente.


Ya hemos hablado también del libro de su secretaria Christa Schroeder. Lamentablemente en español no hay una edición del verdadero libro de la secretaria, sino una versión corregida, como vimos en una anterior entrada. Aún así el libro resulta muy interesante.

Otro libro muy entretenido de leer es el escrito por su fotógrafo Heinrich Hoffmann. Tuvo la valentía de titularlo "Yo fui amigo de Hitler". Ciertamente en una época en la que haber sido amigo de Hitler te podía costar muy caro, titularlo así era de una gran valentía. El libro resulta muy divertido porque Hoffmann tuvo mucha confianza con Hitler y era una de las personas que más le relajaban y divertían al Führer. El libro se reeditó hace unos años por la editorial Caralt. Es una pena que esa edición tenga una calidad muy mala en cuanto a su presentación, ya que las fotografías no tienen mucha calidad. Precisamente habiéndose tratado del fotógrafo de Hitler, creo que la edición debería tener más fotografías y por lo menos en brillo. Pero bueno, es mejor tener esa edición que ninguna.
Las memorias de Speer son una verdadera mina para estudiar a Hitler. El problema que nos surge con Speer es que no ha tenido mucho crédito entre los historiadores. Se sabe que Speer fue muy manipulado por Joachim Fest. Sin embargo yo acudo a menudo a Speer porque fue un personaje importante en la vida de Hitler. Sus testimonios son de vital importancia, a pesar de todo. Por ejemplo, la gente tiene una imagen de un Hitler histérico, que levantaba la voz y gritaba a todo el mundo. Sin embargo Speer nos dice que en contadas ocasiones vio a Hitler alterado o perdiendo los nervios. A mi eso fue lo que más me llamó la atención de sus memorias porque yo también pensaba que Hitler perdía los nervios con facilidad. Sin embargo no es verdad. Hitler siempre sabía mantener la compostura, incluso en los momentos más difíciles.

Uno de los últimos testimonios aparecidos fueron las memorias de Rochus Misch, tituladas "Yo fui guardaespaldas de Hitler". Lo que más llama la atención es el título porque Misch no fue nunca el guardaespaldas de Hitler. Misch fue radio-operador y telefonista, o un ordenanza. Misch fue testigo de los acontecimientos finales del Reich, en el búnker de Hitler. Pero nada más. Además, como sucede a menudo, la traducción del libro es de una edición francesa, con lo cual supongo que pierde mucho más que al traducirla directamente del alemán.

Otro testimonio interesante de leer es el escrito por el chófer de Hitler Erich Kempka. Se titula "Yo quemé a Hitler". Yo tengo una versión bajada de Internet. Ignoro si se puede conseguir fácilmente. Pero recomiendo su lectura.


Por último el libro que más me gusta a mi es "Conversaciones sobre la guerra y la paz" o "Conversaciones de sobremesa", que recogen las conversaciones de Hitler. Estas conversaciones fueron recogidas de forma taquigráfica por dos personas, a petición del propio Hitler. Fue Martin Bormann quien se encargó de guardarlas. Al final de la guerra el financiero suizo Genoud se hizo con las transcripciones de estas conversaciones, al conseguirlas a través de la esposa de Bormann. Este financiero suizo las tradujo al francés y de ahí se tradujeron al inglés. En alemán tenemos dos versiones, las recogidas por los taquígrafos, que fueron Heinrich Heim y Pickert.
Las versiones españolas de este libro fueron traducidas directamente del inglés. Es decir, las palabras de Hitler, en alemán, han pasado después al francés, al inglés y de esta edición inglesa al español. Un lío ¿verdad? Al final con tanta traducción muchas palabras de Hitler están equivocadas. En España la editorial Crítica editó el libro, pero sin tener en cuenta las ediciones originales alemanas, con lo cual no se trata de una buena traducción. Yo tengo dos tomos editados por la editorial Solar, de Colombia. A pesar de los errores, las conversaciones resultan de vital importancia para conocer a Hitler. Yo las tengo ampliamente subrayadas y a menudo recurro a ellas para escribir el blog.
12 de julio de 2009
Las comidas de Hitler
Las memorias de Speer, aunque muy discutidas, contienen abundantes anécdotas sobre Hitler. Speer dijo que las comidas en casa de Hitler eran una pérdida de tiempo porque siempre se alargaban hasta las cuatro y media. Decía que estar tanto tiempo era un lujo porque nadie se podía permitir eso todo los días. Él mismo acudía a comer una o dos veces por semana "para no desatender mi trabajo". Eso es típico de Speer. Escribir que estar con Hitler comiendo hasta las cuatro y media era una pérdida de tiempo, cuando yo entiendo que en aquella época eso debía de ser un honor impresionante. Además, estar junto al Führer le garantizaba a uno un buen puesto en el Reich. Eso, por ejemplo, no lo comenta Speer. Pero bueno, podemos entender al bueno de Speer, que escribió sus memorias enfrentándose a una pena de cárcel e intentando justificar su conducta. Eso sí, por lo menos nos dice que ser invitado del Führer "daba prestigio". Lo cierto es que Hitler, mientras comía o conversaba con sus colaboradores, también trabajaba. Daba directrices políticas. Hitler era una persona a la que no le gustaban las reuniones. Prefería dirigir mientras departía en esas comidas o sobremesas, lo que entiendo resultaba más ameno para todos.


A las cenas de Hitler solían asistir el personal más íntimo del Führer. Speer nos dice que acudían entre seis y ocho personas. Su asistente, su médico, el fotógrafo, algún conocido de Múnich o el piloto privado de Hitler. Según Speer, por la noche Hitler no deseaba estar con colaboradores cercanos tipo Goebbels. Las conversaciones en la cena eran más triviales. Al Führer le gustaba ser informado sobre obras teatrales o por cotilleos de la vida mundana. Se divertía mucho con las anécdotas que le contaban su piloto Baur y, sobre todo, con su fotógrafo Hofmann. Finalmente era el propio Hitler quien hablaba sobre su vida.
Nos cuenta Speer una anécdota sobre los gustos culinarios de Hitler. Kannenberg, el intendente, intentó ofrecer a Hitler un plato distinto al de sus gustos sencillos. Y le llevó un plato de caviar, cuyo sabor desconocía. Sin embargo Hitler quiso conocer el precio de ese plato y cuando Kannenberg se lo dijo, el Führer se escandalizó por el elevado precio y prohibió que se volviera a comprar. Kannenberg no dejó de insistir y en otra ocasión se presentó con un caviar más barato, pero el Führer lo volvió a considerar excesivamente caro y ya no le volvieron a servir caviar. Por otra parte, Hitler no concebía la idea de un Führer comiendo caviar, que era una comida lujosa. A Hitler siempre le gustó predicar con el ejemplo y nunca destacó por cometer excesos. En ese sentido siempre fue muy estricto.
Cuando la cena concluía, Hitler dirigía a sus invitados a la sala de estar. Entonces el Führer se relajaba y estiraba las piernas. A Hitler le gustaba entonces ver una película e invitaba incluso al personal del servicio y a los escoltas. A Hitler le gustaba mucho hablar sobre la película y sobre los actores cuando finalizaba la proyección. Después continuaba la tertulia mientras se servía vino, cerveza y algunos bocadillos. Hacia las dos de la madrugada Hitler se despedía.
Al principio Hitler invitaba a damas a sus veladas. Esas damas eran elegidas por Goebbels, aunque para evitar rumores Hitler siempre prefería que fueran damas acompañadas de sus esposos. En esas ocasiones el Führer se mostraba especialmente cordial con ellas y no paraba de ofrecerles toda clase de atenciones. Sin embargo, según Speer, hacia 1935 dejó de invitarlas. Pero hacia 1939 Eva Braun tuvo un dormitorio en el domicilio de Hitler de Berlín.
Al principio Hitler invitaba a damas a sus veladas. Esas damas eran elegidas por Goebbels, aunque para evitar rumores Hitler siempre prefería que fueran damas acompañadas de sus esposos. En esas ocasiones el Führer se mostraba especialmente cordial con ellas y no paraba de ofrecerles toda clase de atenciones. Sin embargo, según Speer, hacia 1935 dejó de invitarlas. Pero hacia 1939 Eva Braun tuvo un dormitorio en el domicilio de Hitler de Berlín.
28 de junio de 2009
La Nueva Cancillería

La Nueva Cancillería del Reich es muy representativa de lo que fue Hitler: un proyecto mastodóntico, que fue construido en un tiempo récord y que finalmente fue destruido. Creo que es el símbolo por excelencia de Hitler. El encargado de construirla fue el arquitecto de Hitler Albert Speer. Recurro a las memorias de Speer para conocer de primera mano el proyecto. A finales de enero de 1938 Hitler llamó a Speer y le comunicó:

- Tengo un trabajo urgente para usted. Dentro de poco tendré que celebrar reuniones importantísimas, y para eso necesito grandes vestíbulos y salones que me permitan impresionar sobre todo a los pequeños potentados. Pongo a su disposición toda la Vosstrasse. Me da igual lo que cueste. Sin embargo, hay que construir deprisa y, además, las obras tienen que ser sólidas.

Hitler le preguntó a su arquitecto si podía terminarla en el plazo de un año. Speer le aseguró que en ese plazo se la construiría. Para ello hubo que derribar edificios de la Voss-Strase para poder despejar el terreno. Speer presentó a Hitler un anteproyecto en el que se veía que el visitante llegaba en coche hasta un patio de honor después de atravesar un gran portal. Para acceder hasta el descomunal despacho de Hitler había que atravesar largos pasillos. Hitler dijo:

- ¡Durante el largo recorrido desde la entrada hasta la sala de recepción tendrán tiempo para captar algo del poder y la grandeza del Reich!
Hitler era muy meticuloso con los proyectos arquitectónicos. Él mismo dibujaba bocetos y se preocupaba de todo. Sin embargo en esta ocasión dejó las manos libres a su arquitecto. Según Speer, rara vez se entrometió en el proyecto. La construcción de la Nueva Cancillería es una proeza alemana impresionante. No solo porque se construyó en menos de un año, sino por la construcción tan impresionante que fue. Hitler quedó impresionado. Speer terminó el encargo dos días antes de lo esperado, lo que le valió fama como organizador. Seguro que eso fue determinante en su nombramiento como Ministro de Armamentos.
Cuando Hitler vio concluida su obra, hizo algunos cambios. La sala de recepción le pareció pequeña y ordenó que se triplicara. El gran despacho de Hitler le satisfizo especialmente. La Cancillería fue adornada con esculturas de Arno Breker. Las cifras de la construcción de la Cancillería son descomunales: cuatro mil obreros trabajaron en dos turnos. Otro mil trabajaron en distintas partes de Alemania para construir partes. Todos los obreros, carpinteros, albañiles, montadores etcétera fueron invitados a visitar la obra terminada. Hitler les habló a todos en un discurso. Les dijo:
- Aquí soy el representante del pueblo alemán. Y cuando reciba a alguien en la Cancillería, no será Adolf Hitler como particular el que reciba al visitante, sino el Führer de la nación alemana. Por consiguiente, no soy yo quien lo acoge sino Alemania a través de mí.
Hitler sabía a la perfección las medidas de todas las salas. Condecoró a Speer con las insignias de oro del Partido y le regaló una de sus acuarelas.
La Cancillería se inauguró el 12 de Enero de 1939. Hitler recibió en la gran sala a los diplomáticos.
Es fácil de imaginar la amargura de Speer cuando vio su obra destruida al final de la guerra, cuando visitó a Hitler en el búnker. En la película El Hundimiento hay una imagen de él bajando por las escaleras de su Cancillería destruida. Es una imagen increíble.
Con semejante bagaje, las fuerzas aliadas se esmeraron en destruir este símbolo de Hitler. La Cancillería sufrió muchos bombardeos y fue blanco de la artillería soviética. A pesar de estar muy dañada al final de la guerra, el edificio podría haberse conservado. El mismo Churchill no pudo evitar hacer una visita con mucha curiosidad.
Sin embargo se decidió destruir por completo la Cancillería. Con las piedras y mármoles los rusos erigieron un monumento conmemorativo. Este monumento es todo lo queda de la Cancillería:
11 de marzo de 2009
Los proyectos de Hitler
En una ocasión, en 1939, se encontraba Leni Riefenstahl junto a Speer y Hitler. Speer le dijo al Führer:
- Mi Führer, puedo comunicarle la satisfactoria noticia de que, según los resultados de los estudios del suelo, los nuevos edificios de Berlín podrán terminarse en quince años, en lugar de veinte.
Entonces Hitler dijo:
- ¡Quiera Dios que pueda llegar a ver eso y que no me vea forzado a una guerra! Cuando lleguen invitados a visitar la ciudad, deberán recibir de Berlín una impresión extraordinaria.
- ¿Qué clase de árboles vamos a plantar en nuestra calle principal?, preguntó Hitler a Leni.
- Los árboles que vi en París, en los Campos Elíseos. Creo que son plátanos.
- ¿Qué opina usted, Speer? preguntó Hitler
- Me parece bien, dijo Speer
- Plátanos, pues, dijo Hitler satisfecho.
¿Deseaba Hitler la guerra o quería disimular cuando estaba con sus artistas? Hitler tenía tantos proyectos urbanísticos que cuesta creer que pensara a la vez en construir tanto y en una guerra.
1 de febrero de 2009
Interrogatorio a Speer sobre Hitler

Extractos del Informe del ministro Speer a sus interrogadores en Nüremberg:
- Sus conocimientos técnicos y su memoria para los números siempre causaban gran impresión, ya que estas cualidades rebasaban la comprensión de la gente. Sin embargo, siempre que se hablaba de asuntos técnicos, dejaba que hablasen primero los expertos y luego daba su opinión.
- No solía vociferar ni perder la compostura.
- Tuvo hasta el final un absoluto dominio de sí.
- Su círculo admiraba aquella capacidad suya para dominarse.
- Le gustaba en particular, de vez en cuando, hacer viajes en coche de dos o tres días de duración.
- En El Obersalzberg dedicaba más tiempo a cuestiones artísticas, a la arquitectura, y veía muchas películas. Dado que veía dos diarias, muchas acabó viéndolas dos y tres veces.
- Cuesta encontrar otro individuo que resistiera una tensión comparable durante tantos años y que, además, tuviera un médico que probara en él productos farmacológicos de última hora para conservar su capacidad de trabajar y, al mismo tiempo, someterlo a un experimento médico único en su especie.
- Si algo patológico hubo en sus ideas de los últimos años fue esta fe inquebrantable en su buena suerte. Creo que fue un caso de autosugestión.
- Quería ser un político, pero sus métodos de trabajo y sus características eran los de un artista y no los de un político, ymenos aún los de un jefe militar.
- Se expresaba con frecuencia y claridad contra la política, y más aun contra los temas militares. No ocultaba su intención de abandonar los asuntos de Estado, después de la guerra, y construir en Linz una casa grande para pasar en ella el resto de su vida.
- En su opinión sólo había tres profesiones que valieran la pena: arquitecto, militar o campesino, pero político, jamás.
- En su opinión, la grandeza de una época no se medía sólo por sus conquistas políticas. Éstas debían ir acompañadas de conquistas culturales.
- París influyó mucho en sus planes. Conocía bien la ciudad por ilustraciones y libros de arquitectura y cuando fue en 1940 fue asombroso lo bien que sabía orientarse.
- En consecuencia, no daba órdenes y sólo hacía sugerencias (en relación a los artistas)
- A diferencia de Göring y muchos otros, lo hacía por el pueblo. Tenía intención de fundar museos. Las colecciones privadas de de Göring y otros le irritaban porque eran de mucho valor y no tenían derecho a impedir que el público las viera.
- Censuraba los deportes de caballeros que practicaban sus colegas importantes como la caza y las carreras de caballos.
- En cualquier caso, solía repetir, recalcando las palabras, que sus generales habían perdido los nervios y la cabeza, y que sólo gracias a su tenacidad personal no había sido mayor la catástrofe. Creo que en este caso no se equivocaba del todo.
- Hitler fue uno de esos fenómenos históricos inexplicables de la naturaleza que se dan en la humanidad en contadísimas ocasiones.
Fuente: "Interrogatorios. El Tercer Reich en el banquillo" Richard Overy
1 de octubre de 2008
Hitler y sus amigos

Mucho se ha hablado de Hitler como un ser solitario y sin amigos. No es cierto. A Hitler nunca le gustó estar sólo. Necesitaba estar constantemente rodeado de gente. De hecho, tengo la impresión de que detestaba la soledad. También es habitual oír que Hitler era una persona enigmática. ¡Nada más lejos de la realidad! Hitler hablaba sin parar y no tenía el menor problema en hablar de su propia vida. En realidad se ha hecho su figura enigmática, para que los historiadores puedan adornar sus historias con muchas dosis de fantasía. Pero no hay muchos enigmas en lo concerniente a su personalidad. En una ocasión dijo:
"No soy un hombre solitario; ¡tengo el mejor amigo del mundo, tengo a Göring!" ("Göring", David Irving)
Llama la atención que un hombre de la posición de Hitler, prefiriera siempre la compañía de sus empleados a la de grandes estadistas, principes o ministros. A excepción de Mussolini, nunca le gustó la compañía de políticos ni estadistas. Resulta realmente curioso ver cómo Hitler prefería comer en compañía de sus empleados. En ese sentido, fue un líder muy cercano a su pueblo. Bastaba contratar a una secretaria o una cocinera, para que ésta fuera parte del séquito del Führer.
Su fotógrafo escribió un libro llamado "Yo fui amigo de Hitler". En verdad fueron muy amigos. Hitler se reía mucho con las ocurrencias de Hoffmann. En una ocasión Hitler llegó a decir "Cuando Hoffmann se ausenta por unos días, le echo de menos". Su secretaria le respondió que Hoffmann estaría encantado de saber eso y Hitler le respondió que ya lo sabía. Eso nos aleja mucho de un Hitler frío y distante.
Albert Speer repitió hasta la saciedad que Hitler fue su amigo. Pero todos los comentarios de Speer deben mantenerse en cuarentena porque se pasó media vida intentando salvar su pellejo. No obstante, es cierto que pasaron muchos ratos juntos y que Hitler se relajaba mucho en su presencia. Trabajaron mucho juntos haciendo proyectos y Hitler siempre le prefería porque podían hablar durante horas de arquitectura.
Pero Hitler siempre prefirió la compañía de sus secretarias y servicio doméstico. De ahí que hayan proliferado las memorias de varios de ellos. Estas memorias resultan muy valiosas para conocer la personalidad de Hitler. Las citaré a menudo.
Las obligaciones de la guerra dejaban muy poco tiempo libre a Hitler. Su única relajación era estar en compañía de su perra Blondi, de Eva Braun y de sus secretarias. Un día les dijo: "Ya no me queda más que estas pocas horas que paso con ustedes cada noche."
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