24 de noviembre de 2012

La formación de Hitler y opiniones de sus colaboradores

Como sabemos, Hitler fue una persona autodidacta. Acostumbraba a decir que los años de guerra significaron para él como "treinta años de universidad". En Mein Kampf dijo que "Viena constituyó siempre la escuela de mi vida. Allí nacieron los fundamentos de mi concepción del mundo en general y de mi método de análisis político en particular. Estos conocimientos no me abandonaron jamás, aunque más tarde me vi obligado a ampliarlos". A los estudios literarios se dedicó especialmente en la prisión de Landsberg a la que él llamó "su universidad por cuenta del Estado".

Según Maser "Hitler no se limitó a almacenar los resultados de sus estudios, sino que aprendió a valorarlos de un modo consecuente hasta convertirlos en directrices de su propia vida"

En 1921 Hitler declaró: "Desde los 20 a los 24 años me ocupé cada vez más de los problemas políticos, pero en vez de asistir a reuniones, me dedicaba al estudio intensivo de las teorías económicas y de la bibliografía antisemita que en aquella época podía encontrar.. A partir de los 22 años me ocupé preferentemente de los escritos político-militares, pero sin dejar nunca el estudio de la historia universal".

Según varios testigos, Hitler empezó ya en los últimos años de escuela a estudiar por su cuenta obras especializadas, que no tenían nada que ver con las asignaturas de clase. Maser afirma que Hitler estudió lírica alemana. Tras el inicio de su carrera política Hitler lee novelas solo para distraerse. Los campos que más dominaba fueron la arquitectura, el arte, la historia y la técnica. También poseía grandes conocimientos de música, historia de la cultura, historia de las religiones, biología y medicina. 

Su otorrinoralingólogo dijo sobre él: "Poseía una capacidad asombrosa para comprender los nuevos temas médicos, tal como pude comprobar en el curso de una conversación sobre un libro de otología que él había leído en cierta ocasión... su formación médica general era sorprendente, lo mismo que su buena orientación. Conocía la relación existente entre los coágulos sanguíneos y los trombocitos, así como la influencia de la nicotina sobre los vasos coronarios o la posible relación entre una inflamación maxilar y la dentadura. De las sulfamidas y la penicilina sabía asimismo lo más importante".

En una ocasión Hitler declaró que aprovechaba las primeras horas de las mañanas y las últimas de la noche para estudiar libros importantes. El doctor Morell dijo de él: "La formación general de Hitler adolecía de la falta de una auténtica preparación universitaria que él intentaba compensar apropiándose de la mayor cantidad posible de conocimientos de toda índole adquiridos a través de la lectura". Josef Popp, su casero, vio varias veces a Hitler leyendo a Schopenhauer y Platón. En muchas ocasiones Hitler recurría  a citas y textos enteros de Schopenhauer.

 Jodl declaró poco antes de morir:

 "Gracias a sus conocimientos y a su inteligencia, a su palabra y a su voluntad, conseguía salir siempre triunfante en cualquier clase de discusión. Sus pensamientos eran una mezcla extraña de lógica y sobriedad, de escepticismo y fantasía; unas veces era capaz de adivinar el futuro pero otras se equivocaba. A mi particularmente me causó mayor admiración en el invierno de 1941-42, cuando gracias a su fe y su energía, consiguió afianzar el débil frente oriental. Hitler no era "ningún charlatán, sino una personalidad gigantesca que al final adquirió unas dimensiones infernales; pero anteriormente había sido verdaderamente grande, una personalidad gigantesca, aunque con ciertas reservas. Por desgracia, yo no ejercía sobre el Führer la influencia que por mi rango me correspondía. El motivo era su poderosa personalidad, propia de un hombre incapaz de tolerar los consejos."

Dönitz dijo de Hitler:

" Una personalidad poderosa... con una inteligencia y actividad extraordinarias, formación universal, aspecto vigoroso y una fuerza increíblemente sugestiva. No visitaba... con más frecuencia el cuartel general porque creía que de esta manera conservaba mejor mi energía y porque a los pocos días de permanecer en dicho cuartel general tenía la impresión de tener que inclinarme ante su fuerza sugestiva."

Walter Funk:

" Ya desde el primer encuentro me causó la impresión de una personalidad extraordinaria. Comprendía al instante todos los problemas y poseía una gran facilidad para expresarlos con elocuencia y abundancia de gestos."

Hermann Göring:

" La política exterior era uno de los temas sobre los que tenía ideas particulares... la política exterior por un lado y la dirección del ejército por otro eran los temas que más interesaban al Führer y los que mayor tiempo le ocupaban. Se preocupaba hasta de los detalles más insignificantes. En algunas ocasiones mandaba que le trajeran documentos, sin que los expertos pudieran adivinar cuáles eran sus motivos; otras veces exponía sus intenciones a los especialistas, pidiéndoles que le proporcionaran cuantos documentos y pruebas encontraran sobre el asunto. La decisión final siempre la tomaba él."

Keitel:

"Estaba tan bien informado sobre la organización, armamento, dirección y equipo de todos los ejércitos y de todas las flotas del mundo que era imposible cogerle en un error. Durante la guerra estudiaba por las noches las obras de Moltke, Schlieffen y Clausewitz. Ello nos inducía a pensar: esto solo lo consigue un genio. Incluso en los detalles más nimios relacionados con la organización y demás problemas diarios del ejército solía ser yo el discípulo en vez del profesor".

Raeder:

"Hitler hablaba mucho, le gustaba divagar, pero siempre perseguía un objetivo concreto con cada uno de sus discursos, objetivo que variaba según el círculo de oyentes. Era un maestro de la fanfarronería, igual que lo era de la dialéctica. Empleaba expresiones fuertes, dependientes a su vez del objetivo que quisiera alcanzar; hacía trabajar a su fantasía y en muchos de sus discursos se contradecía a si mismo. Nunca se podía saber de antemano cuáles eran sus intenciones y su meta final. Nunca pedía consejo, sino se limitaba a dictar las órdenes sin discusión."

Hjalmar Schacht:

"Hitler leyó muchísimo, adquiriendo una ingente cantidad de conocimientos con los que hacía juegos malabares durante los debates y discursos. En cierto aspecto no cabe la menor duda de que se trataba de un hombre genial. Tenía ideas que jamás se le habrían podido ocurrir a otra persona y que eran las apropiadas para salir de ciertas dificultades, a veces de un modo sencillo y a veces de un modo brutal. Era un psicólogo de masas excepcional con una genialidad diabólica. "




Cambiando de asunto, agradecer a mi amigo Pedro el envío de este regalo:

Se trata de un libro original del III Reich de la serie "Deutschland im Kampf" del año 1943. Pertenece a una serie de libros editados por el  Ministerio de Propaganda en donde se analizaba el día a día de la guerra. Muchas gracias, amigo Pedro. Eres muy amable.



En las últimas semanas  se están produciendo discusiones en el blog que a veces llegan al insulto. He eliminado algún comentario (uno por decisión del lector) difamatorio. Ya me conocéis. No me interesan las discusiones eternas porque no llevan a ningún sitio. Me habéis pedido también un post sobre Hitler y la raza. Lo he pensado muchas veces pero me parece arriesgado, habida cuenta de la polémica. Como sabéis, no me gusta hablar sobre la "cuestión judía". Y si voy a publicar un post sobre Hitler y el racismo, es obvio que debería tratar el tema de los judíos, ya que casi todas las referencias que tenemos sobre Hitler y el racismo son sobre los judíos. A veces incluso llego a la conclusión de que Hitler fue más antisemita que racista. Encontramos elementos racistas en el ideario hitleriano pero, básicamente, su ideología fue antisemita. Y no pretendo hacer de este blog un lugar antisemita ni de debate sobre tan espinoso asunto. Se que es una contradicción, pero me considero una persona muy respetuosa y me gusta que el blog sea un lugar neutral y amable. Sí os rogaría un poco de respeto hacia opiniones contrarias. Debe de haber cientos de blogs y foros en los que tratar esos asuntos. Espero que la calma llegue a los lectores y que éste sea un lugar de encuentro en donde lo que nos une sea más que lo que nos separa.

5 de noviembre de 2012

Hitler y los idiomas

Hoy nos relajamos un poquito con un aspecto poco conocido de Hitler: su conocimiento de idiomas extranjeros.  En nuestra época es muy común que si no se vive en países de habla inglesa, se incida mucho en el aprendizaje del inglés, y lo cierto es que a pesar de ello, muy pocos lo dominan. He leído en alguna ocasión un ataque a Hitler muy curioso: que solo hablaba alemán, y no muy bien. Pero si tenemos en cuenta la época en que vivió y la nuestra, donde tenemos una educación supuestamente superior, la realidad nos indica que, nuevamente, Hitler fue una persona extremadamente inteligente. En la actualidad, por mucho que nos enseñen idiomas, lo cierto es que no los hablamos correctamente, y Hitler, por el contrario, era capaz de leer sin problemas en inglés y en francés. 
Hitler, en las ciudades de Linz y Steyr, recibió clases de francés durante 5 horas a la semana y durante 4 años. Aunque en 1904 tuvo que repetir el examen de francés. No le gustaba mucho ese idioma, algo que insinuó ya en Mein Kampf. Sin embargo, en 1941 su profesor Gregor Goldbacher hizo alusión a ese examen, de donde se desprende que a Hitler no se le dio mal ese idioma. 

Su amigo de juventud, Kubizek dijo:

- El francés era la única lengua extranjera que Hitler estudió, o mejor dicho, que tenía que estudiar.

Amigos de Hitler anteriores a 1918 han atestiguado que Hitler se defendía con soltura en francés. Su casero de Munich Popp, que hablaba ese idioma, pudo comprobarlo, al igual que compañeros del ejército, que contaron que el conocimiento del francés por parte de Hitler le sirvió de mucho ya que como mensajero tuvo que tratar con franceses. Hitler por otra parte, leyó muchos libros en francés. 

Hitler no estudió inglés en la escuela. Sin embargo, era capaz de entenderlo lo suficiente como para defenderse. El hijo de su casero, Josef Popp, que vivió en Estados Unidos, valoró positivamente sus conocimientos de inglés.  Se sabe que entre 1913 y 1914 Hitler encargó libros y publicaciones inglesas en las bibliotecas de Múnich. 

El periodista norteamericano Karl Wiegand, que entrevistó a Hitler en enero de 1930, recibió varias respuestas de Hitler en inglés. Y según Werner Maser, el hecho de que a Hitler le gustara ver las películas inglesas y americanas en versión original y leer los periódicos y revistas inglesas y francesas, está suficientemente atestiguado. 

Hans Severus Ziegler, quien conoció a Hitler durante veinte años, dijo:

- No debe creerse que un estudiante de filología inglesa con varios semestres cursados pudiera saber más inglés que él.

Según también Maser, algunas personas que conocieron a Hitler antes de 1924 afirmaron que estudió durante algún tiempo yiddish y hebreo, sin embargo el biógrafo admite que no existen pruebas al respecto. Sin embargo, en las conversaciones de Hitler con Dietrich Eckart y en sus conversaciones de sobremesa queda demostrado su conocimiento de esos idiomas. Según Maser:

- Al pintor Hitler, que era capaz de desarrollar pensamientos de gran plasticidad y que además poseía una memoria privilegiada, no le debió resultar nada difícil confeccionarse en poco tiempo un catálogo de palabras hebreas que pudieran serle de alguna utilidad. 

En las conversaciones de sobremesa, en fecha 7 de marzo de 1942, tenemos unas declaraciones del propio Hitler:

- Si se compara el idioma alemán con el inglés, y luego con el italiano, se presentan al espíritu inmediatamente algunas consideraciones. El idioma inglés carece de la posibilidad de expresar pensamientos que van más allá del orden de las cosas concretas. Esta posibilidad la tiene el idioma alemán, y por eso Alemania es el país de los pensadores.

El italiano es la lengua de un pueblo de músicos. Me convencí de esto el día que en Obersalzberg oí  a un ciego de guerra italiano. ¡Qué olas de elocuencia, qué apoteosis! Traducido su discurso, no quedaba en nada: puro aire.

Nosotros los alemanes no tenemos costumbre de hablar por hablar. No nos emborrachamos con los sonidos. Cuando abrimos la boca es para decir algo. Pero nuestra lengua se empobrece en vocales y debemos reaccionar contra esta tendencia. 

Alegrémonos por disponer de un vocabulario bastante rico para matizar hasta el infinito nuestro pensamiento. Y aceptemos con agradecimiento las palabras extranjeras que han entrado en nuestra lengua, aunque no sea más que por su sonoridad. ¿Qué sucedería si expulsáramos de la lengua alemana las palabras de origen extranjero que ha asimilado? Primero, no sabríamos exactamente dónde conviene pararse en este camino. Después, sacrificaríamos estúpidamente una rica aportación que debemos a nuestros predecesores. 
Mientras una lengua evoluciona, es que vive, sigue adecuándose a la expresión de los pensamientos y de las ideas nuevas. Me gustaría que cuando tomamos una palabra de una lengua extranjera, la ortografía alemana correspondiera a su pronunciación, de modo que todo el mundo pueda pronunciar ese término de la misma forma. El ejemplo de los ingleses, en lo que a esto se refiera, no es recomendable. Desde el momento en que una lengua dispone de una letra para cada sonido diferente, no se puede admitir que la pronunciación exacta depende del conocimiento de la lengua en la cual la palabra tiene su origen. Una palabra debe escribirse como se pronuncia.