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25 de febrero de 2013

La probadora de alimentos del Führer y otras historias

Confieso que estoy acostumbrado a leer todas las semanas las más variadas y no por ello no conocidas noticias sobre Hitler. Pero últimamente la que más me ha sorprendido es la relativa a Margot Woelk, que asegura haber sido probadora de alimentos de Hitler. Lo primero, decir que dado que la mujer tiene ya la venerable edad de 95 años, si es verdad que probó la misma dieta que Hitler, debió de ser magnífica. Bien, a raíz de que esta anciana ha salido en los medios de comunicación, se ha hablado mucho sobre la dieta de Hitler, incluso he leído que Hitler no podía evitar comer carne, que era un maleducado en la mesa en donde incluso se mordía las uñas etc. 
Traudl Junge en la famosa cocina. No se ve a ninguna catadora ni la misma Junge habló jamás sobre ello.
Margot Woelk ha salido a la luz a través de una entrevista a Daily Mail. Asegura que Hitler tenía 15 catadoras a su servicio a las que obligaba a probar toda su comida, debido a la gran desconfianza del Führer. Dice que Hitler solo probaba la comida cuando las 15 catadoras la habían consumido y transcurrido una o dos horas. También asegura que esa labor la realizó en la base de Rastenburg. Lo primero que me sorprende es que nunca había oído que existieran semejantes catadoras. Puedo estar equivocado, pero no recuerdo haber leído en ninguna de las memorias importantes de los colaboradores de Hitler, la actividad de estas catadoras. Y la sola existencia de las mismas nos dejan multitud de interrogantes. Para empezar, si Hitler era tan desconfiado, no se entiende que esta actividad se llevara solamente en la base de Rastenburg y nadie haya declarado nunca que existieran en los otros muchos lugares de residencia del Führer. Por otra parte, esta mujer asegura que el resto de catadoras probablemente fueron fusiladas por los rusos. Es decir, solo ella conoce esta historia. También está el hecho de hacer declaraciones a la edad de 95 años, edad de la que no hay que fiarse en exceso, habida cuenta de que el cerebro humano tiende a transformar la realidad. Me sorprende también que no haya salido ningún historiador avalando las declaraciones de esta mujer. De ser cierto lo que dice , su historia añadiría aspectos de la personalidad de Hitler que desconocemos. Pero yo tengo enormes dudas de que sea verdad.

En 1942 Hitler declaró:

- Mi vida esta en manos de unos pocos seres: mi mecánico, mis ordenanzas, quizá también mi cocinero.

A raíz de este asunto, la prensa ha ido más allá y ha anunciado a bombo y platillo que Hitler quería convertir a Alemania al vegetarianismo tras la guerra. Afirmación que es para echarse a reír y no parar. Sabemos que se considera a Hitler un loco, con lo cual es fácil casar cualquier afirmación tonta con la personalidad de Hitler. El público nunca lo va a poner en duda. Hitler es un negocio redondo. Conocidas son las declaraciones de Hitler, a nivel privado, sobre los beneficios del vegetarianismo. Conocido es también que Hitler fue estrictamente vegetariano durante al menos los últimos 14 años de su vida. En multitud de ocasiones hablaba sobre las maravillas de la dieta vegetariana. Pero no era tan imbécil como para pretender que su entorno más próximo, a quien nunca exigió comer verduras en su presencia, se privara de sus platos de carne y pescado. Ni siquiera Eva Braun fue vegetariana. Ya solo con esto, nos podemos hacer a la idea de cuán difícil debe de resultar para un gobierno que su población entera se haga vegetariana. Es un disparate tan grande que da pereza hasta escribir sobre ello. Quizá la prensa, en su empeño de contar historias a medias, haya cogido alguna declaración sacada de contexto de Hitler. Por ejemplo, en sus conversaciones de sobremesa, Hitler menciona en muchas ocasiones el tema del vegetarianismo. Pero unas declaraciones tan sorprendentes, se hubieran quedado grabadas en las memorias de sus colaboradores. Por supuesto, estoy de acuerdo en que Hitler consideraba el vegetarianismo como la mejor forma de vida y, de haber triunfado, el vegetarianismo hubiera conocido cotas muy altas de aceptación. Al fin y al cabo, los hábitos alimenticios son producto de nuestra cultura, y una cultura que ensalza algo, logra su implantación. Pero una cosa es afirmar eso, y otra muy distinta que Hitler pretendiera imponer algo tan complicado.

Si ponemos en el más famoso de los buscadores las palabras "hitler vegetariano",  nos lleva hasta la Wikipedia, en donde se cuestiona el vegetarianismo de Hitler. Incluso se atreven a mencionar el "famoso" episodio de Hitler (llevado al cine en la nefasta película "Hitler el reinado del mal") en el que golpea a un perrito indefenso delante de una jovencita asustada. No hace falta explicar en este blog el amor que Hitler sentía hacia los animales. Lo conocemos perfectamente. Son tantas las declaraciones de Hitler al respecto, y es tan fácilmente reconocido que Hitler jamás maltrató a un animal, que no vamos a perder más tiempo intentando explicarlo. 

Que Hitler comía carne solo le puede interesar a una asociación  como Resistencia Vegana. En su página web encontramos todo un artículo empeñado en desmontar el vegetarianismo de Hitler, solo porque se horrorizan de que el mayor criminal de la historia haya tenido idénticos pensamientos animalistas y vegetarianos. Un loco así no puede formar parte de los suyos, por mucho de que nadie ha demostrado hasta la fecha que la dieta esté relacionada con el asesinato en masa y el exterminio de pueblos. Pero como para ciertos veganos el consumo de carne sí es un atenuante y una causa de la violencia del ser humano, se deduce que Hitler sí comía carne. El folleto en el que se basan es un artículo que apareció en el New York Times en el que se ponía en duda el vegetarianismo de Hitler. En el artículo se afirma que fue Albert Speer uno de quienes vieron comer a Hitler salchichas, jamón y caza. Sin embargo, Speer no dice ni una sola palabra al respecto en sus memorias, ni tengo conocimiento de que lo comentara a algún historiador. El historiador con el que más tiempo colaboró, Joachim Fest, no menciona el asunto. Yo estoy completamente convencido de que si un colaborador de Hitler le hubiera visto zamparse unas salchichas gratamente, lo hubiera recordado de por vida de manera imborrable. Hitler estaba obsesionado con dar ejemplo. No puedo imaginarme por tanto a un Hitler devorando jamón a la vista para que se corriera el rumor. Por supuesto, otra de las "pruebas" de que Hitler comía carne, es que el Führer mandó envenenar a su perra Blondi. Pero aquí lo importante es que cada uno está dispuesto a creerse sus propias mentiras. Todos lo hacemos. No les culpo. A ellos les bastan cuatro argumentos baratos y sin referencias rigurosas para tragarse ese anzuelo. 


12 de julio de 2009

Las comidas de Hitler


Las memorias de Speer, aunque muy discutidas, contienen abundantes anécdotas sobre Hitler. Speer dijo que las comidas en casa de Hitler eran una pérdida de tiempo porque siempre se alargaban hasta las cuatro y media. Decía que estar tanto tiempo era un lujo porque nadie se podía permitir eso todo los días. Él mismo acudía a comer una o dos veces por semana "para no desatender mi trabajo". Eso es típico de Speer. Escribir que estar con Hitler comiendo hasta las cuatro y media era una pérdida de tiempo, cuando yo entiendo que en aquella época eso debía de ser un honor impresionante. Además, estar junto al Führer le garantizaba a uno un buen puesto en el Reich. Eso, por ejemplo, no lo comenta Speer. Pero bueno, podemos entender al bueno de Speer, que escribió sus memorias enfrentándose a una pena de cárcel e intentando justificar su conducta. Eso sí, por lo menos nos dice que ser invitado del Führer "daba prestigio". Lo cierto es que Hitler, mientras comía o conversaba con sus colaboradores, también trabajaba. Daba directrices políticas. Hitler era una persona a la que no le gustaban las reuniones. Prefería dirigir mientras departía en esas comidas o sobremesas, lo que entiendo resultaba más ameno para todos.


A las cenas de Hitler solían asistir el personal más íntimo del Führer. Speer nos dice que acudían entre seis y ocho personas. Su asistente, su médico, el fotógrafo, algún conocido de Múnich o el piloto privado de Hitler. Según Speer, por la noche Hitler no deseaba estar con colaboradores cercanos tipo Goebbels. Las conversaciones en la cena eran más triviales. Al Führer le gustaba ser informado sobre obras teatrales o por cotilleos de la vida mundana. Se divertía mucho con las anécdotas que le contaban su piloto Baur y, sobre todo, con su fotógrafo Hofmann. Finalmente era el propio Hitler quien hablaba sobre su vida.
Nos cuenta Speer una anécdota sobre los gustos culinarios de Hitler. Kannenberg, el intendente, intentó ofrecer a Hitler un plato distinto al de sus gustos sencillos. Y le llevó un plato de caviar, cuyo sabor desconocía. Sin embargo Hitler quiso conocer el precio de ese plato y cuando Kannenberg se lo dijo, el Führer se escandalizó por el elevado precio y prohibió que se volviera a comprar. Kannenberg no dejó de insistir y en otra ocasión se presentó con un caviar más barato, pero el Führer lo volvió a considerar excesivamente caro y ya no le volvieron a servir caviar. Por otra parte, Hitler no concebía la idea de un Führer comiendo caviar, que era una comida lujosa. A Hitler siempre le gustó predicar con el ejemplo y nunca destacó por cometer excesos. En ese sentido siempre fue muy estricto.

Cuando la cena concluía, Hitler dirigía a sus invitados a la sala de estar. Entonces el Führer se relajaba y estiraba las piernas. A Hitler le gustaba entonces ver una película e invitaba incluso al personal del servicio y a los escoltas. A Hitler le gustaba mucho hablar sobre la película y sobre los actores cuando finalizaba la proyección. Después continuaba la tertulia mientras se servía vino, cerveza y algunos bocadillos. Hacia las dos de la madrugada Hitler se despedía.

Al principio Hitler invitaba a damas a sus veladas. Esas damas eran elegidas por Goebbels, aunque para evitar rumores Hitler siempre prefería que fueran damas acompañadas de sus esposos. En esas ocasiones el Führer se mostraba especialmente cordial con ellas y no paraba de ofrecerles toda clase de atenciones. Sin embargo, según Speer, hacia 1935 dejó de invitarlas. Pero hacia 1939 Eva Braun tuvo un dormitorio en el domicilio de Hitler de Berlín.

13 de abril de 2009

Cartas a Hitler, Henrik Eberle


Estoy leyendo el libro, editado por Tempus, Cartas a Hitler, de Henrik Eberle.  Lo que me llama la atención es que el culto a Hitler, aparte de ser algo promovido por el régimen, ya se empezó a forjar de manera espontánea durante los años 20. Las cartas que recibía Hitler reflejan perfectamente lo mucho que le admiraban ya antes de la llegada al poder. Hitler nunca respondió personalmente las cartas. En un principio se encargaba Rudolf Hess y después Albert Bormann. Lógicamente no podía leer todas las cartas pero muchas de ellas sí. A Hitler le llegaban consejos, dudas e incluso propuestas de negocios como la de un hombre que le propuso comercializar un "cigarrillo-Hitler" para lo cual solicitaba a Hitler el derecho de exclusividad. Otro le pedía autorización para registrar un filtro para cigarrillos llamado, naturalmente, "Filtro Hitler". La respuesta siempre era "el Führer no desea que su nombre sea usado en ningún tipo de propaganda económica". Lo que ignoraban esos ciudadanos seguramente es que Hitler no fumaba. Lo cierto es que, a parte de los derechos de autor de Mein Kampf y de las fotografías, Hitler nunca participó en negocios lucrativos. Ciertamente pudo hacerlo y ganar mucho dinero, pero nunca le interesó. 

En otra ocasión recibió Hitler una carta de un empresario hortícola muy curiosa: "me he enterado de que lleva Vd. un estilo de vida vegetariano y me he tomado la libertad de enviarle a su distinguida residencia una cesta de mi producto "Fruta Líquida" de zumo de manzana para que recupere las fuerzas tras la difícil contienda electoral". Albert Bormann le respondió diciendo que a Hitler le había proporcionado una gran alegría ese regalo. La carta data de mayo de 1932 y me resulta muy curioso que ya se conociera el dato del vegetarianismo de Hitler, que debió adoptar en 1931 tras la muerte de Geli Raubal. 



19 de febrero de 2009

Hitler glotón


Voy a tratar de recapacitar sobre el nuevo informe secreto de Hitler. Cada poco tiempo tenemos acceso a uno nuevo. Lo curioso de este es que ¡ha pasado 64 años olvidado en una estantería! Resulta muy sospechoso. Un documento de esas características no puede pasar desapercibido a nadie que lo tenga. Lo digo simplemente porque su poseedor siempre sabría que podría rentabilizarlo económicamente. ¿Por qué no lo hizo antes? Qué sospechoso...

El siguiente motivo de extrañeza es que el informe ¡no dice absolutamente nada que no se supiera! Cierto es que aun no lo hemos leído integro pero, por lo que ha publicado la prensa, es más de lo mismo. Parece ser que lo que más ha llamado la atención de nuestros periodistas es que Hitler se atiborraba de dulces y pasteles.  No es una novedad. También les llama la atención el que Hitler sufriera un desorden digestivo.


En más de una ocasión se le ha culpado a su vegetarianismo. La dieta vegetariana es precisamente la mejor contra el flato. Y Hitler lo sabía. Se ha exagerado y ridiculizado su ingesta de dulces. Por supuesto, no es ninguna novedad su gusto por los dulces. Se los preparaban siempre sus cocineras. Conocemos por sus secretarias también que cuando al Führer le gustaba mucho algún postre, hacía que se lo retiraran para no acabar el plato. También es cierto que esta ingesta de dulces fue aumentando conforme la guerra avanzaba. Hasta entonces Hitler siempre se controló en ese sentido. Yo entiendo que se pudiera deber a varios motivos:

1) a una respuesta a la extraña medicación del Dr. Morell
2) a obtener una forma rápida de placer ya que el Führer llevaba una vida prácticamente de privaciones y privado de placeres.
3) Muchos vegetarianos experimentan un gran placer con los dulces al tener que privarse de otros placeres culinarios provenientes de animales.

Su secretaria Christa Schroeder explicó:
- Me era imposible entender cómo alguien que continuaba predicando una vida de ascesis, podía atracarse así de dulces y pasteles. Nos explicaba que comía menos por la cena a fin de poder comer más reposterías. Mientras se entregaba así a su satisfacción preferida no hablaba de ello. Glotonamente engullía los pasteles, como si tuviera miedo de que alguien se los pudiera quitar. Como excusa, nos decía que nunca había podido comprender que una persona no apreciara los dulces.


Conozcamos un poco más los gustos culinarios de Hitler, también a través de Schroeder:
- El desayuno durante los primeros años se componía de un vaso de leche y de un poco de pan de régimen. Más adelante, no comía sino una manzana rayada y, al final, una especie de compota preparada según la fórmula de un médico suizo.


- Hitler, muy frugal, prefería sobre todo los platos únicos y tenía una marcada debilidad por las alubias. A continuación, venían los guisantes y las lentejas. No había ninguna diferencia entre lo que él comía y lo que se servía a los invitados, a excepción de que su comida no había estado en contacto con ninguna carne o grasa. Rechazaba incluso el caldo de carne. La carne le inspiraba literalmente horror. Estaba convencido de que su consumo apartaba de la vida natural al hombre. Cuando discutíamos sobre ese punto, nos citaba el ejemplo de los caballos y los elefantes, animales dotados de una gran fuerza, contrariamente a los perros, animales esencialmente carnívoros, que se agotan rápidamente al hacer un esfuerzo....
(Doce años junto a Hitler, Christa Schroeder)

Según Traudl Junge, otra de sus secretarias, los trastornos estomacales de Hitler se debían a su naturaleza nerviosa o imaginaria. Hitler tuvo varios cocineros dietéticos. Cuando Hitler estaba en Obersalzberg, una cocinera del sanatorio le preparaba su comida. Según Junge, Hitler tenía pasión por el aceite de linaza y le gustaba aderezar las patatas cocidas con ese aceite. Eva Braun también tenía problemas estomacales así que también comía platos con poca grasa.

Cabe decir también que si Hitler se hubiera atiborrado siempre de dulces como dicen, hubiera sido una persona obesa. Y Hitler sentía pánico a engordar. No le gustaba presentarse ante los alemanes con unos kilos de más. Y lo cierto es que siempre mantuvo un peso adecuado.



A mi entender, si Hitler padeció un "serio desorden digestivo", como se dice en el informe, se tuvo que deber forzosamente al ritmo de vida que llevó durante sus últimos años y añadido a los extraños medicamentos del Dr. Morell.

Sobre los malos modales de Hitler en la mesa,  cuesta entender que personas que le trataron a diario nunca comentaran nada al respecto y sea precisamente un militar que comió junto a él durante una veintena de veces quien se diera cuenta. Hitler trató durante su vida con personajes muy distinguidos. Durante su ascenso al poder siempre era invitado a comer junto a familias pertenecientes a la aristocracia y ya durante su mandato tuvo como invitados a personajes ilustres del mundo entero. Cuesta creer que nadie nos haya dejado testimonio de su mala educación. 64 años después, nos viene un informe secreto y nos lo revela. ¿Qué curioso no?

12 de noviembre de 2008

Hitler y la Nueva Cocina












A propósito de lo famosos que se han convertido los cocineros, o restauradores, en nuestros días he aquí lo que opinaba Hitler al respecto:

- Hay algo degradante, a mis ojos, en el hecho de conceder tanta importancia a la comida. Lo más desagradable de todo es que la cosa dura horas, y que generalmente no tiene uno por vecinos de mesa a personas que se hubieran podido elegir por razones de afinidad. Y lo que es trágico para mi, desde que soy el Jefe de Estado, es que me pongan por vecinas a las damas más respetables de la reunión. Prefiero hallarme a bordo del Robert Ley y departir con una encantadora secretaria o con una linda dependienta de grandes almacenes. Estos asuntos de comida no tienen interés más que para quienes los inventaron: la innoble mafia de los cocineros. Por otra parte, esos maestros de la cocina son todos unos perfectos idiotas. Encantan a sus víctimas y se embriagan ellos mismos con palabras de significado y fórmulas vacuas, todo ello para hacer una presentación de engañabobos. Ya no sabe uno lo que come. El plato más sencillo es presentado como una adivinanza.

Fuente: Conversaciones sobre la Guerra y la Paz
Foto: Hitler de Picnic.

28 de octubre de 2008

Hitler y el vegetarianismo



Las primeras noticias sobre el vegetarianismo de Hitler las encontramos de la mano de su amigo de juventud, Kubizek, en concreto en su libro "Adolf Hitler, Mi Amigo de Juventud".  Las memorias de Kubizek son la única referencia que tenemos sobre la juventud de Hitler. Aunque también debemos tener reservas en cuanto a su absoluta veracidad, lo cierto es que son una fuente muy rica en cuanto a acontecimientos y situaciones de la juventud del Führer.  Hitler, como amante de Wagner que era, abrazó el vegetarianismo al igual que el conocido músico. Pero aunque Kubizek indique que Hitler ya era vegetariano con 16 años, lo cierto es que cuando se inició la Primera Guerra Mundial, le tuvo que ser absolutamente imposible seguir esa dieta ya que no estaba en condiciones de exigir un rancho especial para él. Acabada la guerra Hitler se encontró con el mismo problema puesto que comía prácticamente siempre como invitado en muchos hogares en donde tampoco pudo exigir su dieta vegetariana. Sin embargo, sí existe un consenso en cuanto a que Hitler se hizo estricto vegetariano a la muerte de su sobrina Geli Raubal en 1931. A partir de entonces Hitler tuvo un cambio de actitud y no volvió a probar la carne. Además, por aquel entonces Hitler ya estaba en condiciones de tener sus propios cocineros. Dejemos al propio Führer que hable al respecto:

"En la época que comía carne yo sudaba mucho. Bebía cuatro vasos de cerveza y seis botellas de agua en el transcurso de una reunión ¡y conseguía perder nueve libras! Cuando me hice vegetariano, un sorbo de agua de cuando en cuando me es suficiente. El consumo de carne disminuye en el instante en que el mercado presenta más variedad de verduras y a medida que cada uno puede ofrecerse el lujo de los productos tempranos. Supongo que el hombre se ha vuelto carnívoro porque en la época glaciar le obligaron a ello las circunstancias. Le incitaron también a hacer cocer los alimentos, costumbre que tiene hoy, como se sabe consecuencias perniciosas... He vivido maravillosamente en Italia. No conozco país que más exalte. La cocina de Roma, ¡qué delicia!"

"Si propongo a un niño que escoja entre una pera y un trozo de carne se precipita sobre la pera. Habla su atavismo".

De la mano de dos de sus secretarias tenemos también abundantes anécdotas sobre su vegetarianismo. Traudl Junge nos dice:

"El Führer  intentaba durante la comida que nadie disfrutara de la carne. NO quería convertir a nadie al vegetarianismo, pero de repente se ponía a contar qué horribles son los mataderos: "Cuando el cuartel general estuvo estacionado en Ucrania, mi gente tuvo que inspeccionar el matadero más grande y moderno de allí. Era una fábrica completamente mecanizada, del cerdo a la salchicha, incluido el tratamiento de los huesos y los pellejos. Todo estaba limpio,  y unas chicas muy guapas con botas de goma estaban metidas hasta las pantorrillas en sangre fresca. Sin embargo, muchos se sintieron mal y salieron sin haberlo visto todo. Eso no me puede pasar a mí. Yo puedo contemplar sin problemas cómo sacan de la tierra las zanahorias y las patatas, cómo se recogen los huevos en el establo y se ordeñan las vacas." La mayor parte de los comensales ya estaban tan acostumbrados a estas conversaciones que nadie perdía el apetito. Pero Hitler siempre encontraba una víctima. El impresionable jefe de prensa se puso pálido, dejó el tenedor y el cuchillo y afirmó modestamente que no tenía hambre. A veces, a esta conversación le seguía una pequeña reflexión filosófica sobre lo cobardes que son los seres humanos: los hombres no pueden hacer ni contemplar muchas acciones, pero sacan partido de su conciencia de estas. "

Tambien Junge nos da pistas sobre lo sencilla que era la comida de Hitler:

"Hitler pedía platos simples, zanahorias con patatas y huevos pasados por agua". 

Dejemos hablar ahora a otra de sus secretarias, Christa Schroeder:

"Hacia el mediodía, Hitler llamaba para que le trajeran el desayuno que, durante los primeros años, se componía de un vaso de leche y de un poco de pan de régimen. Más adelante, no comía sino una manzana rayada y, al final, una especie de compota preparada según la fórmula de un médico suizo.

Hitler, muy frugal, prefería sobre todo los platos únicos y tenía una marcada debilidad por las alubias. A continuación, venían los guisantes y las lentejas. No había ninguna diferencia entre lo que él comía y lo que se servía  a los invitados, a excepción de que su comida no había estado en contacto con ninguna carne o grasa. Rechazaba incluso el caldo de carne. La carne le inspiraba literalmente horror. Estaba convencido de que su consumo apartaba de la vida natural al hombre. Cuando discutíamos sobre ese punto, nos citaba el ejemplo de los caballos y los elefantes, animales dotados de una gran fuerza, contrariamente a los perros, animales esencialmente carnívoros, que se agotan rápidamente al hacer un esfuerzo. Para asquear a sus comensales sobre el consumo de carne, le gustaba describir en la mesa cómo un plato de carne representa comer una materia muerta y descompuesta.... Cuando, por el contrario, elogiaba su régimen vegetariano, se lanzaba a eufóricas descripciones sobre el modo en que los elementos habían sido producidos." 

Así pues, creo haber aclarado suficientemente que Hitler fue un vegetariano estricto y que es una fantasía absoluta que su plato favorito fuera trucha asalmonada, como nos han querido vender a través del cocinero belga Jeroen Meus. 

Fuentes:

Conversaciones sobre la Guerra y la Paz, Adolf Hitler
Hasta el último momento, Traudl Junge
Doce Años junto a Hitler, Christa Schroeder

Fotografía: Hitler de paisano en 1928.

27 de octubre de 2008

Mentiras sobre Hitler




















El Arguiñano belga enseña a preparar los platos favoritos de Adolf Hitler


Jeroen Meus, famoso cocinero belga, va a preparar para un programa de televisión los platos preferidos de Hitler. La noticia es excelente porque se debería tratar de platos vegetarianos. Me parece bien que se extienda el vegetarianismo. Pero nuevamente, tratándose de Hitler incurrimos en mentiras y difamaciones. Bueno, se puede ver la noticia aqui. En ella se dice que el plato preferido de Hitler era...¡Trucha asalmonada! y que comía jamón, caviar y chocolate. Bien, Hitler fue vegetariano ético. Decidió no comer animales porque no soportaba el trato que se les daba antes de morir. Él mismo describía la situación de los mataderos ante sus comensales y éstos siempre se horrorizaban. De hecho, la Alemania de Hitler fue el primer país que prohibió la vivisección, la experimentación con animales.

Nuevamente para desacreditar a Hitler se ha dicho que comía carne a escondidas. Esto es absolutamente falso. Lo sabemos no solo por las personas que convivieron con él día y noche, sino por sus comentarios registrados. Tampoco es cierto que Hitler comiera pescado. En una ocasión en un banquete, una dama se sorprendió de que Hitler no probara tampoco el pescado, "pero mi Führer el pescado no es carne" le dijo la dama. "Entonces pensará usted que el pescado es un vegetal" le contestó el Führer. En muchas ocasiones la cocinera de Hitler intentaba colarle huesos de animales en las sopas de Hitler, creyendo que así iba a estar mejor alimentado. Pero éste se daba cuenta de inmediato.

Sí es cierto que le gustaba mucho el caviar. Existen muchos vegetarianos que comen huevos de gallina. No creo que sea muy diferente eso a comer caviar. Por otra parte con el tiempo Hitler dejó de comer el caviar porque sabía lo que costaba capturarlo.

Con respecto al jamón, el único testimonio que tengo de eso es el de Misch, llamado guardaespaldas de Hitler y que aún vive. Él asegura haber visto comer a Hitler pollo y embutido. Pero claro, no sabemos si realmente Misch ha asegurado eso o se trata una vez más de difamaciones de las editoriales. Yo dudo mucho que Hitler comiera pollo, ni embutido ni pescado. Porque Hitler era una persona muy coherente consigo misma y porque se horrorizaría de que le vieran en semejante actitud. Es impensable que Hitler pudiera acceder a ese tipo de alimentos en privado puesto que tendría que pedírselos personalmente a sus cocineros o a sus criados. Y no tenemos ningún testimonio al respecto. Al mismo Misch le preguntaron en una entrevista hace no mucho:

«¿Se acuerda usted de lo que Hitler comía en la mesa?».

«Comía de forma totalmente sencilla y primitiva. Para desayunar, pan crujiente, dos rebanadas de mantequilla y un poco de miel. Con ello bebía cacao o te. Todos los días lo mismo».

En ningún momento de las entrevistas de Misch a las que he tenido acceso comenta que Hitler comiera pollo o embutido así que entiendo que lo que aparece en su libro "Yo fui guardaespaldas de Hitler" es un invento.

Por lo demás y según los numerosos libros de memorias que existen podemos afirmar que Hitler era un vegetariano convencido. Así que nuevamente nos encontramos ante una difamación.

No puedo entender por qué motivo un cocinero famoso (supongamos un Arguiñano en España) quiera cocinar los platos preferidos de Hitler. A no ser que este cocinero quiera hacerse más famoso también esta vez a costa de Hitler. Porque, ¿tendría la misma repercusión si este cocinero decidiera hacer lo mismo con los platos preferidos de un Churchill? La gente tiende a odiar a Hitler pero no tiene ningún problema en ganar dinero a su costa.

Por supuesto, como suele suceder en estos casos, hay gente que se ha manifestado en contra. Dicen que los jóvenes podrían banalizar la figura de Hitler. Y yo me pregunto por qué. Que se sepa, Hitler fue un ser humano. Hacer de su figura un monstruo y publicar mentiras me parece peor que tratar de ocultar la verdad.

28 de septiembre de 2008

Vegetarianismo





















"Es difícil persuadir a un caníbal de que no tiene que comer carne humana. Según sus concepciones, esto es una ley de la Naturaleza"... "Actualmente la base de nuestra alimentación son las patatas, y sin embargo, solo el uno por ciento de tierras se consagran en nuestro país a su cultivo. Si fuera el tres por ciento, tendríamos más patatas de lo que hace falta. Los pastos cubren el treinta y siete por ciento de nuestro suelo. Ahora bien, no es el hombre el que los consume, el que come la hierba es el ganado. Entre los animales, los carnívoros son capaces de esfuerzos muy inferiores a los herbívoros. Un león no es capaz de correr durante un cuarto de hora. El elefante puede correr ocho horas. Los monos, nuestros parientes de la época prehistórica, son estrictamente vegetarianos."

"Supongo que el hombre se ha vuelto carnívoro porque en la época glaciar le obligaron a ellos las circunstancias. Le incitaron también a hacer cocer los alimentos, costumbre que tiene hoy, como se sabe, consecuencias perniciosas."

Fuente: "Conversaciones sobre la Guerra y la Paz"