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27 de enero de 2013

80 Aniversario de la toma del poder de Hitler

Postal del juramento de Hitler ante von Hindemburg autografiada por él mismo.
- Y ahora, señores míos que Dios los asista.

Con estas palabras el anciano presidente del Reich, von Hindemburg otorgó el poder a Adolf Hitler el 30 de enero de 1933. Se cumplen ahora 80 años. Ya sabemos que en nuestra cultura, se celebran los aniversarios nazis con gran pompa mediática. El nazismo forma parte de nuestra cultura. Todo el mundo lo conoce, incluso mejor que el comunismo, aunque esta fuerza mediática sea para hablar siempre de sus aspectos negativos. Pero se habla sin cesar. Desde aquí siempre he sostenido que para acabar con el nazismo hubiera bastado con enterrarlo en 1945. Pero no ha sido así. 

Adolf Hitler lo había logrado. 14 años de lucha habían sido coronados con éxito. Hitler llegó a afirmar antes de su subida al poder:

- Cuando tenga el poder, si alguna vez lo tengo, nadie se haga ilusiones. No lo dejaré jamás. 

El hecho de que una persona como Hitler alcanzara el poder es un hecho inusual en la historia. Lo había conseguido él solo, siendo un absoluto desconocido apenas unos años atrás. La historia ha tratado de entender este hecho con excusas, como la profunda crisis económica que atravesaba Alemania, las heridas de la última guerra etc. Sin embargo esas "excusas" no sirven para comprender el fenómeno. Se quedan cortas. Porque, al fin y al cabo, son excusas. 

A las 7 de la tarde de ese día, al fondo de la Wilhelmstrasse comenzaron a avanzar los primeros pelotones de SA, con antorchas y cantando. El desfile duró 5 horas. Hitler le saludó desde el balcón de su nuevo despacho. Unas ventanas más allá, se encontraba el presidente von Hindemburg, que como es sabido, siempre fue muy reticente a entregar el poder a Hitler. Sin embargo, ese día, el viejo Mariscal, estaba conmovido por el desfile.
Hitler y Goering saludan desde el balcón de la Cancillería la noche de la toma del poder.

Ese día, Hitler permaneció durante toda la noche en la Cancillería, en una pequeña habitación. Se encontraban con él Goering, Goebbels y su abogado Hans Frank. Según Frank, Hitler estuvo recordando los momentos más importantes de su vida y hablando de sus principios ideológicos. Las declaraciones de Frank han sido recogidas por el historiador Joachim Fest. Naturalmente, debemos de tener en cuenta que las declaraciones de Frank fueron recogidas antes de su ejecución en Nüremberg:

- Presa de una profunda conmoción, se extravió en uno de sus interminables monólogos: evocó la escena del juramento que había tenido lugar durante la mañana, enumeró complacido los propios éxitos, subrayó el estupor de los adversarios "rojos" que quedaron mudos y paralizados, pasó después a extenderse sobre sus principios propagandísticos. Aseguró que nunca había disfrutado tanto como en la última campaña electoral: había, agregó, quien sostenía que podía haberse desencadenado una guerra. Ciertamente, prosiguió,  su aparición en escena era el inicio de la lucha final del hombre blanco, del ario, para dominar todo el mundo. Los no arios, los de color, los mongoles, estaban en decadencia bajo la bandera del bolchevismo para lograr para si tal dominio pero, aquel 30 de enero, había dado comienzo "la máxima revolución racial alemana de la historia universal". Sus visiones se mezclaban con proyectos arquitectónicos: en primer lugar, declaró Hitler, reconstruiría la Cancillería del Reich que actualmente era, según él, "pura y simplemente una caja de cigarros".
Reunión del primer gobierno de Hitler

Tenemos también un interesante documento con las declaraciones de Emmy Göring:

- ... Únicamente me pidió Hermann que ese día por la mañana fuese a llevarle unas flores a Hitler, que seguramente recibiría una gran satisfacción por ello... Unos ayudantes me condujeron al cuarto de Adolf Hitler en el Kaiserhof. El nuevo canciller se hallaba de pie a la ventana, encerrado en un mutismo grave. Parecía ajeno a todos los que le rodeaban. Se diría que era un hombre aturdido o estupefacto. Lentamente se volvió hacia mi y, con gesto casi solemne, me tomó las flores. Los ayudantes habían ido dejando en una pieza contigua todos los ramilletes de flores por él recibidos, de los que o le habían presentado ninguno todavía. "Son las primeras flores -dijo cohibido, pero afectuoso-. Y usted es la primera mujer que me felicita; de lo que me alegro." Después de una larga pausa, añadió con aire distante: "Ahora va a ver el mundo que yo no podía ser un vicecanciller, de ningún modo. ¡Si hasta los camaradas no me comprendían!" Hablaba como si continuase un monólogo iniciado antes de mi llegada. Por un buen rato seguimos callados. Cuando me di cuenta de que aquel hombre quería quedarse ya solo, me adelanté en puntillas hasta la puerta, al tiempo que le oía decir en voz baja; "Si, ahora deben dejarme algún tiempo solo".

Curiosamente, este episodio de las flores que nos narra Emmy Göring, el historiador John Toland lo narra pero con Frau Goebbels.

El mismo Toland narra lo siguiente:

- Hitler cenó tarde con Hess, Goering, Goebbels, Röhm y Frank en un pequeño salón privado. Habló y habló sin parar. "Alguna fuente extranjera me ha llamado hoy 'Anticristo'. Lo único anti que soy es 'anti-Lenin". Según Frank, Hitler añadió que esperaba ganarse el apoyo de Hindenburg a su bando. El Anciano Caballero ha quedado muy complacido cuando le he dicho que lo serviría como canciller tan lealmente como en la época en que fui soldado y él era mi héroe.

Ian Kershaw, en su biografía de Hitler, asegura que Hitler "contra todo pronóstico, la obstinación agresiva (nacida de la falta de alternativas) había dado fruto. Lo que había sido incapaz de conseguir por sí solo, lo habían conseguido por él sus "amigos" de puestos elevados". El 'don nadie de Viena', el 'soldado desconocido', el agitador de cervecería, jefe de lo que durante muchos años no fue más que un partido de las márgenes lunáticas de la política, un hombre que no tenía ningún tipo de credenciales para dirigir una maquinaria estatal compleja, siendo prácticamente una cualidad su destreza para hacerse con el apoyo de las masas nacionalistas, en las que era capaz de avivar los más bajos instintos con un talento excepcional, pasaba a hacerse cargo del gobierno de uno de los principales estados de Europa."

Como de costumbre, Kershaw deja su huella personal en sus escritos. Kershaw nos habla de "falta de alternativas" para justificar la subida al poder de Hitler. Me parece muy cínico, puesto que la Alemania de los años 20 era un hervidero político. El nacionalsocialismo tuvo que competir con muchos partidos políticos. Por otra parte, decir que Hitler era incapaz de conseguir solo su ascenso al poder y que lo habían conseguido "sus amigos de puestos elevados" es otra mentira. Lógicamente, nadie sube al poder solo. Eso es un hecho. Pero solo la firme voluntad de Hitler fue capaz de conseguir sus triunfos. Por supuesto, Hitler supo como nadie rodearse de la gente adecuada y es cierto que incluso tuvo que hacer algunas concesiones (iniciales, por cierto) a grandes empresarios y militares. ¿Pero qué alternativa tenía?
Postal firmada por Hitler, junto a Hindenburg

Tampoco estoy de acuerdo en que el NSDAP fuera un partido incapaz de "dirigir una maquinaria estatal compleja". De hecho, la rapidez de la toma de medidas de Hitler nos sugiere que estaba perfectamente preparado para ejercer el poder. EL NSDAP ya funcionaba como un estado y Hitler no tuvo más que organizar los diferentes estados alemanes como si se trataran de su partido.

Hitler dijo en sus conversaciones privadas:

- Si no hubiésemos conquistado el poder en 1933, la ola de los hunos se hubiera abatido sobre Europa, pues entonces Alemania era incapaz de detenerla. Nadie lo sospechaba, pero estábamos al borde de la catástrofe.

- Si Alemania no hubiera tenido la suerte de que tomara yo el poder en 1933, hoy Europa no existiría. En efecto, en cuanto estuve en el poder, no tuve más que una idea: armar. Así fue posible que el verano pasado adoptase la decisión de atacar a Rusia.

- No me sentiría con derecho a exigir a cada uno el sacrificio supremo, si yo mismo no hubiera hecho toda la guerra del 14 en primera línea.


13 de febrero de 2011

Hitler soldado

Autorretrato de Hitler joven
Voy a tratar el aspecto de Hitler durante la I Guerra Mundial. Se trata en efecto de un periodo muy importante en la vida del futuro Führer, que le marcó no solo en lo personal, sino que determinó también su futuro político y, por tanto, el futuro de la humanidad. La contienda dejó tanta huella en Hitler que durante sus tertulias era un tema muy habitual. En todo caso, la I Guerra Mundial marcó también la vida de varias generaciones de alemanes. Cuando estalló la guerra, Hitler vivía plácidamente en Múnich. Hitler se encontraba feliz en la ciudad bávara. En Mi Lucha dijo "si hoy tengo predilección por Múnich, como por ningún otro lugar en el mundo, es sin duda porque esta ciudad está indisolublemente ligada a la evolución de mi propia vida." Como sabemos, Hitler era de nacionalidad austriaca y no ingresó nunca en su ejército. Fue esquivando ese ingreso con éxito. Hitler detestaba el Estado de los Habsburgo:

- Mi antipatía contra el estado de los Habsburgo creció cada vez más en aquella época. Estaba convencido de que este estado tenía que oprimir y poner obstáculo a todo representante verdaderamente eminente del germanismo y sabía también que, inversamente, favorecía toda manifestación anti-alemana. Repugnante me era el conglomerado de razas reunidas en la capital de la monarquía austriaca, repugnante esa promiscuidad de checos, polacos, húngaros, rutenos, serbios, croatas, etc, y, en medio de todos ellos...

Conocida foto. No se sabe a ciencia cierta si es Hitler.
Así pues, cuando estalló la guerra Hitler envió una petición personal al rey Luis III para que le permitiera alistarse como voluntario en su ejército. Y lo consiguió. "Debía, pues, comenzar para mi, como por cierto para todo alemán, la época más sublime e inolvidable de mi vida."

Al comienzo, Hitler hizo la instrucción militar en el Segundo Regimiento de Infantería de Baviera, en Múnich.  Al poco tiempo ya partió hacia el frente. Hitler se encontraba feliz de poder servir a la patria, pero también pensaba en la muerte, como lo demuestra el hecho de que escribió una carta a su casero pidiéndole que si llegaba a morir entregara sus posesiones a su hermana. Lo cierto es que nada más entrar en combate, Hitler esquivó a la muerte de manera milagrosa. Es algo que le ocurriría durante el resto de su vida: salvarse milagrosamente de la muerte en los más peligrosos momentos. Su primer contacto con el frente le sirvió a Hitler para recibir su primera condecoración: La Cruz de Hierro de Segunda Clase:

"Fue el día más feliz de mi vida. Desgraciadamente, mis camaradas, que también se ganaron la condecoración, están casi todos muertos." Además, fue ascendido a cabo. No solo eso: Hitler se ganó el respeto de los oficiales y de los soldados.  Ya desde el comienzo de la guerra Hitler fue designado como mensajero del regimiento, una labor ciertamente peligrosa. Sin embargo, a pesar del sangriento comienzo, la guerra de trincheras dispuso que Hitler dispusiera de tiempo libre para pintar. Se llevó los utensilios y pintó muchas acuarelas. 

John Toland da una descripción del soldado Hitler:

Hitler marcado con una cruz
"A pesar de sus peroratas contra el fumar y beber, Adi era apreciado por la mayoría, pues se podía contar con él en los momentos críticos. Jamás abandonaba a un camarada herido ni se fingía enfermo cuando llegaba el momento de emprender una misión peligrosa. Además, era un buen compañero durante las largas y tediosas horas que pasaban esperando a entrar en combate. El hecho de ser artista aumentaba su popularidad entre los camaradas del cuartel. Dibujaba postales que ilustraban momentos cómicos de la vida que llevaban. Una vez, por ejemplo, un soldado mató un conejo para llevárselo a casa cuando estuviese de permiso, pero partió con un paquete que contenía un ladrillo que alguien había cambiado por el animal. Hitler envió a la víctima de la broma una postal con dos dibujos: uno representaba a un soldado desenvolviendo un ladrillo en su casa,  y el otro a su amigos del frente comiéndose el conejo."

Fue durante ese tiempo en que Hitler adoptó un pequeño terrier blanco, que pertenecía a un soldado inglés. Hitler adoptó al perrito y consiguió que se adaptara a él. Le llamó "Foxl" (zorrito) y le enseñó a hacer muchos números circenses. El perrito no se separaba de su amo, con quien dormía incluso. Hitler no olvidó nunca a su perro:

Hitler marcado con una cruz
- Es enorme lo que he querido a aquel bicho. Nadie podía tocarme sin que Foxl se pusiera furioso. No seguía a nadie más que a mi. Cuando llegó la guerra de gases, no pude continuar llevándolo a las primeras filas. Eran mis compañeros los que le daban de comer. Cuando volvía después de dos días de ausencia, ya no quería separarse de mi. En la trinchera todo el mundo le quería. Durante las marchas corría alrededor de nosotros, observándolo todo: no se le escapaba nada. Lo compartía todo con él. Por la noche se acostaba a mi lado. ¡Y pensar que me lo robaron! Hice el proyecto, si salía vivo de la guerra, de proporcionarle una compañera. No habría podido separarme de él. Nunca en mi vida he podido vender un perro. Foxl era un verdadero perro de circo. Conocía todos los trucos... terminé por enseñarle de todo: saltar obstáculos, subir por una escalera de mano, bajar de ella. Lo esencial es que un perro  duerma siempre al lado de su amo. Cuando debía marchar a las primeras líneas y el combate era fuerte, le ataba en la trinchera. Mis compañeros me decían que no se interesaba por nadie durante mi ausencia. Hasta de lejos me reconocía. ¡Qué entusiasmo desplegaba en mi honor!

Pasaporte militar de Hitler
En 1916 el regimiento de Hitler se trasladó hacia el sur, para comenzar la batalla del Somme. Fue una batalla terrible que costó miles de vidas y que no sirvió de nada, ya que la situación de ambos ejércitos era la misma que cuando empezó la batalla. Miles y miles de vidas se perdieron y los alemanes no cedieron. Hitler siguió saliendo ileso de muchas peligrosas misiones. Sin embargo, la noche del 7 de octubre, mientras dormía, su buena suerte le abandonó. Un obús estalló cerca de su lugar y arrojó a todos los mensajeros unos sobre otros. Hitler resultó herido en el muslo, pero a pesar de todo intentó convencer a sus jefes para continuar en el frente. Sin embargo le trasladaron a un hospital de campaña. Fue su primera herida. Fue trasladado a Alemania a un hospital militar situado al suroeste de Berlín. Allí pudo disfrutar de muchas comodidades y en cuanto pudo caminar se fue a pasar un fin de semana a Berlín. Tras dos meses le dieron el alta y fue destinado a un batallón de reserva de Munich. Sin embargo, no se encontraba a gusto en la ciudad. Todo le resultó muy cambiado y ansiaba ver a sus compañeros del frente. 

Sin embargo, las visitas de Hitler a Alemania durante la I Guerra Mundial le sirvieron para hacerse a una idea de la situación:

-Restablecido, en cuanto pude caminar, se me dio permiso para trasladarme a Berlín. Pobreza amarga se revelaba en todas partes. La ciudad de los millones de habitantes padecía hambre. Dominaba el descontento. En los sitios frecuentados por soldados el estado de ánimo era parecido al que reinaba en el hospital. Se recibía la impresión de que aquellos elementos buscaban deliberadamente esos lugares para propagar su pesimismo. Aún mucho más decepcionantes eran las circunstancias de Munich. Creí no volver a reconocer aquella ciudad, cuando después de abandonar el hospital de Beelitz fui destinado allí aun batallón de reserva. Por doquier: malhumor, decaimiento, vituperios. Hasta en el mismo batallón se notaba una depresión profunda...


Pasaporte militar de Hitler
A pesar de haber demostrado valor en el combate y merecer un ascenso, Hitler continuó con el grado de cabo. Toland encuentra una explicación diciendo que "más importante era que, como mensajero, no podía ascender a una categoría superior a la de cabo. Si lo promovían, tendría que renunciar a las tareas que prefería, y la unidad perdería a uno de sus mejores correos."

En 1917 Hitler obtuvo un permiso que disfrutó viendo Bruselas, Colonia, Leipzig, ciudad esta última que gustó mucho a Hitler. Después pasó varios días en Dresde, antes de viajar a Berlín, que le impresionó mucho:

- La ciudad es maravillosa; una verdadera capital mundial. El tráfico sigue siendo tremendo. Me paso casi todo el día fuera. Ahora tengo por fin la oportunidad de estudiar un poco mejor los museos. En resumen: no falta nada.

Después volvió al frente, donde Hitler tuvo mucho tiempo para leer:

- La guerra lo obliga a uno a pensar profundamente acerca de la naturaleza humana. Cuatro años de guerra equivalen a treinta años de formación universitaria en lo que respecta a los problemas de la vida. No había nada que detestase más que la basura literaria. Cuando nos preocupamos por el destino de la humanidad, sólo podemos leer a Homero y obras evangélicas. En los últimos años de guerra leía a Schopenhauer y volvía a él una y otra vez. Después pude prescindir del evangelismo, aunque Cristo fue un auténtico luchador. Pero poner la otra mejilla no es una receta muy recomendable para el frente.

Para comprender la decepción que supuso para Hitler el termino de la I Guerra Mundial hay que comprender que durante el año 1917 los alemanes estaban convencidos de poder ganar la guerra. En marzo se firmó la paz con los soviéticos. Esto supuso para Hitler una alegría ya que parecía que la victoria estaba más cerca. A partir de entonces, Hitler participó en todos los ataques dirigidos por Ludendorff: en Somme, en el Aisne y en Marne. Hitler tenía un espíritu ganador, estaba optimista. En una de sus incursiones en el frente Hitler logró ver en una trinchera algo que le pareció un casco francés. Se acercó arrastrándose y sacó su pistola. Entonces Hitler comenzó a gritar como si estuviera con toda una compañía de soldados y de esta forma pudo entregar sus cuatro prisioneros él solo. Un compañero recordó:

- No había circunstancia ni ocasión que le impidiera ofrecerse voluntario para las tareas más difíciles, arduas y peligrosas, y siempre estaba dispuesto a sacrificar vida y tranquilidad por su patria y por los demás. 

Así pues, el 4 de agosto Hitler recibió la Cruz de Hierro de primera clase. En el motivo de la concesión constaba:

"Por su valentía personal y sus méritos generales"

Además de esta condecoración y de la Cruz de Hierro de segunda clase, Hitler recibió las siguientes condecoraciones:

- El 17 de septiembre de 1917 la Cruz Militar de tercera clase con espadas.
- El 9 de mayo de 1918 el Regimentsdiplom por su valentía.
- El 18 de mayo de 1918 la medalla a los heridos.
- El 25 de agosto de 1918 la medalla al servicio de tercera clase.

Cuatro días después de recibir la Cruz de Hierro, un contraataque aliado fracturó las líneas alemanas en Amiens. A partir de entonces, la situación política de Alemania cambió. Hitler lo explica en Mi Lucha:

- En el verano de 1918 notábase una pesada atmósfera en todo el frente. La discordia reinaba en la patria. ¿Y por qué? Múltiples rumores circulaban en los diversos sectores de las tropas del ejército en campaña. Se decía que la guerra no tenía perspectivas y que solo los locos podían confiar todavía en la victoria; que el pueblo alemán no tenía interés en mantener la resistencia y que únicamente los capitalistas y la monarquía estaban interesados en ello. Todo esto venía desde la patria y era comentado en el frente... Mi punto de vista personal fue firme desde el primer momento: odiaba profundamente a toda esa caterva de miserables situacionistas políticos. Hacía mucho tiempo que veía claramente que esos sujetos no perseguían el bienestar dela nación, sino simplemente el propósito de llenar sus bolsillos. Y el hecho de que ellos fuesen capaces de sacrificar a todo el pueblo y si era necesario llevar también a Alemania a la ruina, hizo que yo los considerase, ya desde entonces, maduros para la horca. Ceder ante sus deseos implicaba sacrificar los intereses del pueblo trabajador en provecho de un grupo de timadores, y satisfacerlos solo era posible al precio de renunciar a Alemania. Así pensaba -como yo- la gran mayoría del ejercito en campaña.

Carnet militar de Hitler en 1919
El regimiento de Hitler se dirigió por tercera vez a la zona de Ypres. Se atrincheraron en los campos y las colinas cercanos a Comines. La mañana del 14 de octubre Hitler quedó cegado por el gas. En esa situación, cegado por completo, recibió Hitler la noticia de que Alemania se disponía a rendirse. Las secuelas del ataque con gas fueron muy dolorosas para Hitler, aunque mucho más doloroso para él fue el armisticio. Él había lo había dado todo y ahora se encontraba en esa bochornosa situación.


A partir de entonces, la historia es bien conocida. Probablemente sin la capitulación alemana, ahora no estaríamos hablando de Hitler.

Bibliografía: Adolf Hitler (Toland)
Mi Lucha (Adolf Hitler)
Conversaciones (Adolf Hitler)

21 de junio de 2010

La salud de Hitler en 1944

A finales del año 1944 la salud de Hitler se deterioró mucho. Después del atentado, Hitler comentó bromeando con sus secretarias:

-  "Antes de la bomba, me temblaba la pierna izquierda; después de la bomba, me tiembla la mano derecha. Menos mal que el temblor no me ha llegado aún a la cabeza. ¡Mal día será aquel en que no pueda dejar de hacer movimientos afirmativos con la cabeza!"

 Para colmo, su peluquero le había contagiado un resfriado y un dolor de senos le impedía dormir. La cabeza parecía que le fuera a estallar.  Entonces los médicos de Hitler se pusieron a investigar. Morell, el médico personal de Hitler, le suministraba una sulfamida llamada Ultraseptil en vez de darle sulfamida Tibatin (Irving, pag. 561). Como consecuencia de ese tratamiento Hitler quedó paralizado por los dolores de estomago y apenas podía dormir. La pugna entre médicos no fue precisamente buena para Hitler. En una ocasión visitó al Führer el doctor Von Eicken y le recomendó un tratamiento diferente. Sin embargo Morell se negó. Paralelamente el médico del ejército Giesing probó los medicamentos de Morell y comenzó a sufrir los mismos efectos que Hitler. Morell suministraba a Hitler cocaína para calmar los dolores de los senos.  Sin embargo, el desconfiado Giesing sospechó que la cocaína le había producido a Hitler un ataque cardíaco ya que el Führer tuvo mareos y en una ocasión estuvo noventa segundos apoyado en una mesa para no caerse. 

Sin embargo, Hitler quiso seguir su tratamiento con cocaína. Sin embargo, tenía temor de hacerse adicto. También observó que perdía la memoria. "¿Qué importa mi salud cuando la existencia de la nación entera está en juego?", solía repetir.


El 19 de septiembre de 1944 Hitler se trasladó a un hospital militar para que le efectuaran radiografías de la cabeza. En ese hospital aún había heridos por el atentado de julio. Hitler quiso visitarlos. Estrechó también la mano del personal. Allí se encontró también con su ayudante Schmundt, que se encontraba gravemente enfermo. Esto impactó mucho a Hitler, al punto de que se echó a llorar. Cuando después Schmundt falleció, Hitler lloró de nuevo. En este detalle podemos observar claramente la sensibilidad de Hitler, A su viuda le dijo:

-Es usted quien debe consolarme a mí, porque mi pérdida ha sido todavía mayor.

El médico Giesing continuó investigando las pastillas que Morell suministraba a Hitler y quedó perplejo cuando descubrió que el Führer estaba ingiriendo dos venenos, estricnina y atropina. Pensó que eso explicaba los síntomas de Hitler: irritabilidad, ronquedad y el extraño tono de su piel. Hitler continuaba sufriendo dolores y llegó un momento en que no pudo levantarse de la cama. Todo el mundo estaba muy alarmado. Se negaba a ver nadie y no probaba bocado. Todo le resultaba indiferente. Después de años de presión, un ambiente absolutamente insano, muchas medicinas y noticias desastrosas, Hitler se encontraba al límite de sus fuerzas. Giesing aconsejó a Hitler dejar el tratamiento con cocaína. "No, mi querido doctor, creo que mi debilidad física de los últimos días se debe al mal funcionamiento de los intestinos y a los cólicos".

En una ocasión, el doctor Giesing se las arregló para tener una entrevista con Hitler. Para su sorpresa, Hitler no se mostró preocupado por los medicamentos que tomaba y le dijo:

- Son las preocupaciones y problemas constantes los que no me dejan descansar; y no puedo hacer otra cosa que trabajar y preocuparme por el pueblo alemán día y noche. Le dio usted un gran susto a Morell. Se lo ve muy pálido y preocupado y se reprocha constantemente a sí mismo. Pero yo le he tranquilizado. Siempre creí que eran simples píldoras para absorber los gases intestinales, y siempre me he sentido muy bien después de tomarlas. 

El doctor le explico que esa sensación podría ser ilusoria.

- Probablemente tenga razón -contestó Hitler- pero eso no me ha hecho ningún daño. He sufrido esos cólicos intestinales debido a la tensión nerviosa continua del último mes. Y después de todo lo que pasó el 20 de Julio, era inevitable que me afectase en algún momento. Hasta ahora he tenido la fuerza de voluntad suficiente para no dejar traslucir nada, pero ahora ha salido todo a la luz.

El médico le dijo que Hitler seguramente padecía ictericia. En el libro de Irving, nos dice que Hitler perdió mucho peso y que le hicieron unos análisis de sangre y orina que indican varias causas de ictericia.



En octubre de 1944 Hitler recibió una buena noticia: el cuarto ejército del general Hossbach reconquistó Gumbinnen, en el frente del este. Lo que los soldados alemanes encontraron fue una estela de muerte y torturas que los rusos dejaban tras de sí. Estos hechos impresionaron mucho a Hitler y ordenó que se tomaran fotografías para que constituyeran una prueba. Su buen humor desapareció a causa de esas torturas. Las fotografías le impresionaron tanto que tuvo que hacer un gran esfuerzo para apartarlas de su mente. Se trataba de fotografías de mujeres violadas, niños y hombres asesinados. Hitler juró vengarlos:

- No son humanos. Son las bestias de las estepas asiáticas. La guerra que libro contra ellos es una lucha en defensa de la dignidad del hombre europeo. A cualquier precio hay que obtener la victoria. Debemos ser implacables y luchar con cuantos medios tengamos a nuestra disposición.

Finalmente, Hitler regresó a Berlín, abandonando para siempre el cuartel general llamado La Guarida del Lobo (Wolfsschanze). Ese viaje fue especialmente triste para Hitler. En el fondo, sabía que no regresaría. No obstante, se mantuvo optimista con sus colaboradores. Incluso permitió que continuaran las obras de reconstrucción de ese cuartel general. Para entonces (noviembre de 1944) Hitler apenas podía hablar. Su voz era un susurro. Tenía un pólipo que había que extirpar con urgencia. El profesor Van Eicken le operaría de nuevo de la garganta. Existía el problema de que Hitler perdiera la voz. El pólipo que el doctor le extirpó a Hitler era del tamaño de una semilla de alpiste, pero era benigno. La anestesia que se empleó resultó tan excesiva que el Führer quedó inconsciente durante casi ocho horas. El medico no tuvo en cuenta que Hitler era abstemio y no fumaba, con lo que el efecto de la anestesia fue mucho mayor en él.

A principios de diciembre, Hitler aún hablaba en susurros. La secretaria Junge nos relata su estado:

- El Führer solo podía hablar muy bajo. Durante una semana no pudo hablar en voz alta. Al poco tiempo de comenzar la conversación, todos nos pusimos a hablar en voz baja, hasta que Hitler dijo que su oído estaba bien y que no había que protegerlo. Nos echamos a reír y Hitler se sumó a la risa.

Una vez que Hitler se recuperó, viajó esta vez hacia el Nido del Águila, en el frente del Oeste. Estaba a punto de comenzar su última ofensiva: la batalla de las Ardenas.

Bibliografia utilizada en este artículo: La Guerra de Hitler (David Irving), Adolf Hitler (John Toland) y Hasta el último momento (Traudl Junge)


19 de marzo de 2010

John Toland (4)

Ya en el apartado de la guerra, Toland nos dice que "para Hitler, la invasión de Polonia no era una guerra, sino solamente un golpe para apoderarse de lo que pertenecía a Alemania por derecho."  Observamos también el buen estado de salud de Hitler al comienzo de la guerra: "los espectadores se sorprendieron al ver a Hitler subir ágilmente al estrado en uniforme gris de campaña. Parecía un traje militar, pero era simplemente el uniforme del partido, en otro color." Tenemos también una declaración de Hitler interesante:

- Quien lucha con veneno será combatido con veneno. Quien quebranta las reglas humanitarias  de la guerra sólo puede esperar de nosotros lo mismo. Llevaré adelante esta lucha, no importa contra quién, hasta que la seguridad del Reich y sus derechos estén asegurados... A partir de este momento, toda mi vida pertenece más que nunca a mi pueblo. Ahora no deseo ser otra cosa que el primer soldado del Reich alemán. Por lo tanto, una vez más que he puesto ese uniforme que siempre ha sido tan sagrado y tan querido para mi. ¡No me lo quitaré hasta la victoria, o no viviré para ver el final!

Sorprende el hecho de que la salud de Hitler fuera tan buena al comienzo de la guerra y que en tan poco tiempo se deteriorara tanto. Yo creo que a partir de entonces Hitler ya no descansó. Se dedicó con tanto ahínco a la guerra que el esfuerzo le minó enormemente. Por otra parte no se puede olvidar el sufrimiento mental de Hitler. Se dice que Hitler no visitaba a los enfermos del frente. No es verdad. Lo hizo a menudo. Sí es cierto que Hitler no visitó ninguna ciudad bombardeada para alentar a la población. Pero sabemos que sufría esos ataques aéreos. Sus conversaciones así lo atestiguan.

Al comienzo de la guerra, Hitler le dijo a Hess:

- Ahora toda mi obra se derrumba. Escribí mi libro para nada.

Por otra parte, también era optimista. Según su asistente, Hitler era "la seguridad personificada."

A partir de entonces, Hitler quiso ser muy austero consigo mismo. Le dijo a Linge:

- Usted se ocupará de que yo sólo coma lo que pueda comer la gente común de Alemania. Mi deber es dar ejemplo.

Tanto es así que repetía a menudo:

- Las tropas que luchan en el frente deben estar seguras de que su líder comparte sus privaciones.

Cuando Hitler visitó París y vio la tumba de Napoleón, le dijo a su arquitecto Giesler:

- Usted construirá mi tumba.

Le dijo a Giesler que su tumba debía de ser sumamente sencilla y que se erigiría en Múnich:

- Aquí es donde nací realmente, aquí inicié mi andadura y aquí está mi corazón.

No estoy de acuerdo con Toland en presentar a un Hitler que se cree sobrehumano. Toland dice que Hitler pensaba de si mismo que "su naturaleza era más divina que humana." Sin embargo Toland no cita las fuentes por las que afirma eso. Era habitual oírle a Hitler decir que le disgustaba profundamente que la gente le viera como a un semidios.

Sobre la guerra con Rusia:

- Siempre he sostenido que debíamos evitar a toda costa hacer la guerra en dos frentes, y puede estar seguro de que he meditado largamente  y con preocupación sobre Napoleón y sus experiencias en Rusia. ¿Por qué entonces, cabe preguntarse, esta guerra contra Rusia, y por qué en el momento que yo he elegido?

Algo que echo en falta en la biografía de Toland es el citar las fuentes. Porque hay una frase atribuida a Hitler que a mi me hace sospechar que es falsa:

- Yo soy el Führer de un Reich que ha de durar mil años. No hay poder capaz de hacer temblar al Reich alemán. La Divina Providencia ha querido que sea yo quien lleve a cabo la misión alemana.




14 de marzo de 2010

John Toland (3)


Toland hace el mismo ejercicio que la mayoría de historiadores sobre Hitler: combina la trayectoria política de Hitler con pasajes sobre la intimidad de Hitler. Así pues, una vez instalado en el poder, nos relata cómo vivía el Führer. Después de relatarnos lo mucho que afectó a Hitler la muerte de su chófer Schreck, que ya he tratado en el blog, nos dice que Hitler tenía ya problemas para dormir. Su médico Brandt (aún no había conocido a Morell) le aconsejó unos somníferos suaves. Hitler se propuso un horario más rígido. Cuando se encerraba en su sencillo dormitorio, que siempre decoraba con un retrato de su madre y una mesilla de noche, acostumbraba a leer un rato. Por las mañanas Hitler siempre se afeitaba y se vestía solo. No soportaba que nadie le pusiera una navaja en el cuello para afeitarle. Después desayunaba dos tazas de leche, pan tostado y chocolate. Solía hacerlo de pie, mientras repasaba ya algún informe. En cinco minutos había terminado de desayunar y se dirigía a su despacho. 

Toland dice que la única diversión de Hitler en esos días era el cine. Veía películas todas las noches. Uno de sus asistentes, Karl Krause, le presentaba varios títulos y Hitler elegía varias. Según Toland, si le disgustaba alguna gritaba “basura” y pedía otra. Según Ivone Kirkpatrick (ignoro por qué Toland toma como referencia a este diplomático) la actriz preferida de Hitler era Greta Garbo y una de sus películas preferidas “Tres Lanceros Bengalíes”. Toland se toma la licencia de decir que a Hitler le gustaba esa película porque veía cómo debía comportarse una raza superior. Se trata de una película ambientada en la Indica colonial en la época victoriana. La película exalta los valores militares, la jerarquía, las normas y la camaradería. El hecho de que a Hitler le gustaran las películas extranjeras nos da un detalle de que no solo se nutría de cultura alemana. Toland dice que Hitler prefería las películas francesas, pues decía que reflejaban fielmente la vida de la pequeña burguesía. 

Cuando Toland nos relata los Juegos Olímpicos deja una mensaje ambiguo afirmando que Hitler no estaba para estrechar la mano de los ganadores norteamericanos negros. El asunto ya lo he tratado en una ocasión. Toland dice que el presidente del Comité Olímpico Internacional informó a Hitler de que tenía dos opciones: saludar a todos los vencedores o a ninguno. Sin embargo, sabemos que iba contra el protocolo olímpico hacerlo. Al principio Hitler saludó a varios vencedores pero después optó por no hacerlo.

Toland nos relata también que Hitler se esforzó mucho por unir a las personas de todos los estratos sociales. En ese sentido sí podemos afirmar que Hitler era socialista. Detestaba las clases sociales y siempre dijo que le parecía más valioso un obrero que un aristócrata:

"El mismo Führer se proclamaba obrero de la construcción, pintor y estudiante; un hombre de pueblo que se sentaba junto a su chófer y comía frugalmente. Se negaba a aceptar doctorados honoris causa y se dirigía a los obreros en las fábricas con la forma familiar del plural Ihr (vosotros), jactándose de que él también carecía de propiedades o acciones."

Toland critica en cierta forma a Hitler por afirmar eso y el hecho de que Hitler fuera millonario por las ventas de su libro Mein Kampf.  Es evidente que Hitler se hizo millonario gracias a su famoso libro. Sin embargo nunca hizo ostentación de nada, si exceptuamos su refugio alpino (tampoco éste era un palacio digno de un mandatario, todo sea dicho).

Un hecho que Toland constata es la admiración que Hitler suscitó en otros países. Menciona la admiración que sintió hacia Hitler Sven Hedin. El famoso explorador sueco, que tenía ascendencia judía y defendía el antisemitismo de Hitler, dijo:

"Un hombre que en el lapso de cuatro años ha levantado a su pueblo de las más bajas profundidades a una posición de conciencia de sí mismo, orgullo, disciplina y poderío, merece la gratitud de sus conciudadanos y la admiración de toda la humanidad."







Sobre el carácter de Hitler tenemos anécdotas de Frau Troost. Speer dijo que Hitler tenía un humor sarcástico. Sin embargo Frau Troost dijo que a Hitler "siempre le gustaba reírse. Tenía un buen sentido del humor, sincero y espontáneo."


10 de marzo de 2010

John Toland (2)

Adolf Hitler, una biografía narrativa - John Toland

Me ha llevado un tiempo acabar la biografía. Son casi 1500 páginas con papel casi de biblia. Pero se lee muy bien. Resulta muy entretenido. Evidentemente sabía que a medida que fuera avanzando en su lectura me iba a gustar menos, sobre todo la parte de la guerra, a la que el autor dedica menor atención. Pero esto suele ocurrir a menudo. El rigor histórico a veces queda un poco en entredicho puesto que muchos de los planteamientos del autor se quedan sin fuentes. Normalmente este tipo de biografías vienen acompañadas de notas al final del libro. Ocurre que muchos comentarios se quedan sin su fuente. Lo bueno del libro de Toland es que contiene pasajes que otros autores no incluyen. Por ejemplo, Toland relata la vida de preso de Hitler de una manera bastante acertada. Iré publicando pasajes que me han parecido interesantes. 

Toland en ocasiones resulta muy valiente en sus apreciaciones. Por ejemplo, es capaz de decir sin tapujos que "en política, Hitler era capaz de perdonar" (página 351). En general pocos biógrafos se atreven a ser tan benevolentes. Si Hitler perdonó a alguien, el biógrafo de turno prefiere poner que Hitler perdonó a alguien porque se vio obligado a ello o para tener algún maquiavélico plan. 

Las fuentes que emplea Toland son en ocasiones dudosas. Por ejemplo, durante los comienzos en política Toland recurre a menudo a Hanfstaengl. Es conocido que Hanfstaengl se convirtió en un archienemigo de Hitler y que escribió cosas sobre Hitler a todas luces inciertas. Esto lo han corroborado la mayoría de historiadores. Incluso en alguna ocasión Toland. Incluso en alguna ocasión Toland se basa en las declaraciones del hijo de Hanfstaengl, que cuando conoció a Hitler era solamente un niño de 11 años, por lo que sus recuerdos tienen que ser a todas luces muy borrosos. 

En cuanto a Hitler y Eva Braun, Toland se basa casi en exclusiva en las investigaciones de Nerin E. Gun, que me parece el autor que mejor ha tratado el asunto hasta la fecha. No existen trabajos rigurosos sobre Eva Braun. Sin embargo existe un libro de Nerin E. Gun llamado "Hitler y Eva Braun" que resulta muy interesante porque podemos observar a un Hitler íntimo y relajado. 

Otro aspecto de Toland es que utiliza a menudo frases sacadas de las conversaciones de sobremesa de Hitler. Es algo que la mayoría de autores no hacen y a mi me resulta imprescindible. Esas conversaciones si se descontextualizan pueden dar a errores puesto que las anotaciones que han llegado a nuestros días están a todas luces incompletas. Pero resultan muy interesantes para comprobar la opinión de Hitler sobre muchos aspectos de su vida. En ese sentido me parece muy acertada la decisión de Toland de incluirlas a menudo. 

En ocasiones Toland se deja llevar por fantasías sobre ocultismo y magos  que en época de Hitler proliferaron. Por ejemplo en la página 424 Toland nos ofrece una predicción astrológica. Precisamente Hitler en sus conversaciones ridiculizaba a los astrólogos y en muchas ocasiones tuvo que decir que él no creía en esas cosas. Aunque reconozco que el tema no puede apartarse solo porque Hitler no hablara bien en público sobre el ocultismo, ya que en su biblioteca Hitler tenía libros sobre el asunto.

Hay una frase en el libro que me parece que resume muy bien la trayectoria de Hitler:

"El hombre que no logró graduarse de la escuela secundaira, que fue rechazado por la Academia de Bellas Artes y que vivió como vagabundo en las calles de Viena, se convirtió en canciller de Alemania el día 30 de enero de 1933". Frase absolutamente sencilla pero que encierra todo el carácter y fuerza de Hitler.

Toland dice que Frau Goebbels llevó flores a Hitler el 30 de Enero de 1933 y le dijo: "Estas son las primeras flores que recibo, y usted la primera mujer que me felicita".  Sin embargo, en las memorias de  Emmy Göring ésta dice al respecto de ese día: "Son las primeras flores y usted es la primera mujer que me felicita; de lo que me alegro".  Así que tenemos aquí dos opiniones completamente diferentes. ¿Fue Frau Goebbels o Frau Göring la primera en enviar flores al Führer? He aquí una diferencia que plasma la competencia de esas mujeres. Se aceptan sugerencias.

Toland admite que Hitler estaba perfectamente preparado para ser canciller: "Quizá ningún otro canciller alemán había estado tan bien preparado para asumir el mando como Hitler, que se había considerado a sí mismo, durante largo tiempo, un Führer."

Un par de frases de Toland para la discordia:

"Él consiguió la hazaña extraordinaria de apagar la revolución desde abajo con la sola fuerza de su personalidad."

"Su concepto de una economía organizada se aproximaba al del socialismo genuino, pero él solamente sería socialista mientras le fuera útil para alcanzar sus objetivos más amplios. Su desprecio por la propiedad privada tenía más de bohemio que de revolucionario."

18 de diciembre de 2009

El Hitler de la historia


El Hitler de la Historia - John Lukacs

Un libro interesante de leer es "El Hitler de la Historia" de John Lukacs. Para los que no lo sepan, Lukacs es uno de los historiadores más enfrentados con David Irving, así que viene bien recordarlo ya que hay muchos que piensan que  solo me abono a los historiadores partidarios de Hitler, como David Irving, o que  intento defender a Hitler.  El libro en cuestión es un repaso a los historiadores de Hitler y contiene reflexiones muy interesantes que hay que tener en cuenta a la hora de hablar sobre Hitler. Vamos a repasar alguna.

En primer lugar Lukacs advierte que "la historia, en sentido amplio, es revisionista; la historia implica enfrentarse múltiples veces a las acusaciones, vuelve una y otra vez a juzgar a las personas y los acontecimientos, sin una ley que lo impida". El término "revisionista" hablando de Hitler parece que ha sido apropiado por los defensores de Hitler, pero yo creo que el revisionismo es siempre importante porque la historia es muy susceptible y cambiante. Lo que durante años resulta un credo para los lectores, es desmontado años después.

Lukacs dice que existen más de cien biografías de Hitler "y sin embargo no puede asegurarse que la ciento uno no vaya a aportar algo nuevo y válido". Mientras Hitler vivió no permitió que se escribiera una biografía suya mostrando sus alabanzas. Nunca me canso de repetirlo: Hitler nunca tuvo ningún interés en que su figura fuera venerada. Se tiende a ver en la figura de Hitler a una persona llena de ansias de poder y gloria. No es cierto. Se puede decir en ese sentido que Hitler fue siempre más modesto que contemporáneos suyos como Churchill o Mussolini, quien sí permitió que se escribieran biografías suyas. También nos dice Lukacs que Hitler "hubiera estado poco dispuesto a escribir o dictar sus memorias". Eso nos da una idea de por qué  es tan fácil verter responsabilidades en Hitler y tan complicado no hallarle culpable de muchos hechos. En una ocasión Hitler dijo que "me tiene sin cuidado lo que diga la historia de mi". Claro que estoy seguro de que cuando pronunció esa frase (muy avanzada la guerra) no se pudo ni imaginar los ríos de tinta que su nombre iba a correr.

Sobre el por qué Hitler resulta un personaje tan atrayente Lukacs dice que "Hitler era más interesante que Stalin, y los nazis que los comunistas... el interés popular por Hitler está tan extendido como antes, en muchos lugares del mundo y en muchos niveles." Esto es perfectamente palpable. No hay día en que no se nombre a Hitler. Incluso es utilizado como arma arrojadiza, casi siempre de manera ignorante y vergonzosa. El más reciente ha tenido lugar estos días tras el debate sobre las corridas de toros en Cataluña. Los taurinos han acusado a los animalistas de ser como Hitler. Esto supone una ignorancia tremenda, por cuanto Hitler ha sido quizá el mandatario más radical por los derechos de los animales que ha tenido la historia. Pero en general se usa el nombre de Hitler como arma arrojadiza.

Interesante resulta el hecho de que Lukacs defienda, al igual que otros historiadores, el hecho de que Hitler "no fue un fenómeno demoníaco sino una figura histórica, que poseía  atributos humanos y estaba dotada de talentos reconocibles."

Para Lukacs la mejor biografía corta sobre Hitler la escribió Ernst Deuerlein y la mejor biografía larga es la de Fest.  Lukacs dice que si tuviera que recomendar una biografía breve recomendaría la de Deuerlein. Yo no he tenido la ocasión de leerla puesto que creo no existe en el mercado español. Corregidme si me equivoco. Sin embargo durante un tiempo he recomendado la biografía de Fest, a falta de una mejor, puesto que Fest incurre en ciertos errores. El problema de las biografías de Hitler es que en ocasiones resultan excesivamente largas. Son verdaderos ladrillos si tenemos en cuenta que Hitler gobernó durante un periodo relativamente breve en la historia. Como sabemos Fest recurre a Albert Speer en muchas ocasiones para estudiar a Hitler. No cabe duda de que Speer representa una parte importante en el estudio de Hitler ya que estuvo muy unido a Hitler, en especial durante la guerra. Sin embargo Speer no resulta en absoluto aclaratorio ya que, tras la guerra, quiso lavar su imagen y quedó a merced del juicio de la historia, lo que le inhabilita en parte. El aspecto que menos me gusta de Fest es la manipulación evidente que tuvo con Speer.

Otro historiador del que habla Luckacs es el ahora muy conocido John Toland, ya que su biografía se ha reeditado hace poco. Yo mismo me encuentro inmerso en su larga lectura. Lukacs dice que Toland estaba fascinado por Hitler. Según Luckacs la novedad de Toland estriba en que Toland hizo numerosos viajes y entrevistas para realizar su biografía. Para hacer su biografía Toland entrevistó a ciento cincuenta y nueve personas entre los que se encontraban secretarias, cocineros, criados y guardaespaldas de Hitler. Sin embargo Luckacs reprocha a Toland el  no haberse involucrado apenas en los archivos históricos. También dice que Toland "tampoco presentó documentación para algunas de su afirmaciones, a menudo sorprendentes." A modo de defensa,  diré que me resulta más relajado leer a un Toland que a un Kershaw, ya que por lo menos trata de no involucrarse personalmente en su biografía y no nos da tantas lecciones de moral innecesarias como acostumbra Kershaw.

Sobre David Irving, Luckacs dice que publicó la primera obra de rehabilitación parcial sobre Hitler. Sin embargo Luckacs no niega que no puede pasarse por alto la contribución de Irving al estudio de Hitler. De hecho, Irving pudo reunir una mayor cantidad de información que Toland para su estudio sobre Hitler.

Con todo, el libro de Luckacs contiene frases que merece la pena recordar:

" El definir a Hitler como loco lo releva de toda responsabilidad, en especial en este siglo en el que una declaración de enfermedad mental exime de una condena judicial. Hitler, sin embargo, no estaba loco. Hitler era un ser humano normal. "

"Hitler no solo poseía un talento intelectual muy considerable, también era valiente, seguro de sí, tenaz en muchas ocasiones, leal con sus amigos y con quienes trabajaban con él, autodisciplinado y frugal en sus necesidades materiales. "

"Una verdad a medias es peor que una mentira puesto que no tiene en ningún caso un cincuenta por ciento de verdad; es la mezcla de una verdad y una mentira al ciento por ciento. En matemáticas, con unos números rígidamente fijados e inmóviles, cien y cien suman doscientos; en la vida humana cien y cien suman otra forma diferente de cien. "

"Puede que Hitler haya sido el líder revolucionario más popular de la historia del mundo moderno. Él era absolutamente distinto, fue capaz, más que ninguno, de estimular a la mayoría de un gran pueblo... los condujo a la prosperidad y al orgullo, inspirándoles una confianza con la que conquistaron casi toda Europa y logrando una hegemonía alemana que se perdió pronto porque se sobrepasó a sí mismo. "

"Hay historiadores que describen a Hitler como un típico hombre de clase media baja, un pequeñoburgués convertido en fanático. Esa imagen es totalmente incorrecta: sí que había unos pocos elementos pequeñoburgueses en sus gustos y modales (cómo no iba a haberlos: nadie puede despojarse por completo de sus orígenes o su infancia); sin embargo, era mucho más importante su aversión a la burguesía."

"Sin embargo, Hitler fue un oponente tanto del capitalismo internacional como del socialismo internacional. De hecho, apreciaba algo más a los comunistas e incluso a ciertos socialistas que a los capitalistas. "

En esta última afirmación encontramos la causa del fracaso de Hitler: él combatió al mundo entero, a los capitalistas y a los comunistas. Una apuesta tan arriesgada como esa estaba ciertamente condenada al fracaso. Sin embargo, Hitler lo intentó. Todo lo que conocemos después de Hitler, han sido añadidos (si se me permite la expresión) y disculpas a la segunda guerra mundial. En los crímenes atribuidos a Hitler la historia moderna encuentra su justificación. Sin embargo, cuando el mundo declaró la guerra a Hitler, no fueron sus crímenes el motivo. El motivo fue que Hitler representaba un peligro para casi todo el mundo.



18 de noviembre de 2009

Los éxitos de Hitler

El nombre de Hitler se asocia a lo peor del ser humano. Constantemente se intenta que todas las generaciones sepan quién fue Hitler. La prensa, el cine, los colegios y las universidades se encargan de ello constantemente. Recientemente una encuesta británica llegó a la absurda conclusión de que 1 de cada 20 escolares identificaba a Hitler con un entrenador de fútbol. Pero la conclusión es ilusoria porque en todas las encuestas los encargados ofrecen varias respuestas, así que si hubieran puesto como respuesta "Hitler fue un famoso cocinero" el titular habría sido "1 de cada 20 estudiantes cree que Hitler fue un cocinero". En todo caso, que 19 de cada 20 estudiantes sepan quién fue Hitler, nos da una idea de lo popular del personaje. Aun así, alguien pretende que el 100% de la población identifique a Hitler a la perfección. Para mi es un misterio ese empeño. No ocurre con ningún otro personaje histórico. Lo que tampoco logro entender es que la sociedad ponga el grito en el cielo cuando aparecen bandas de neonazis, cuando lo cierto es que la información sobre Hitler es abrumadora. No es de extrañar pues, que tras semejante promoción de Hitler, siempre surjan admiradores. Incluso aunque esa promoción sea tan negativa como es el caso de Hitler.

Pero hubo una época en la que Hitler fue un personaje muy popular, admirado y querido, tanto en Alemania como en el extranjero. Hacia 1937 Hitler consiguió éxitos impresionantes.  En solo cuatro años logró elevar la calidad de vida de los alemanes a unos niveles no conocidos. Consiguió elevar la calidad de los servicios sanitarios "a un grado tal que muchos extranjeros quedaron impresionados" (J.Toland). La mortalidad infantil se redujo drásticamente. Muchas enfermedades, como la tuberculosis, disminuyeron notablemente. Los jóvenes tenían una buena forma física. El diputado británico Arnold Wilson quedó tan impresionado que escribió "hasta las personas más pobres van mejor vestidas que antes, y sus rostros alegres atestiguan su buena salud psicológica". Continuo con Toland: "las condiciones de trabajo mejoraron con más ventanas, menos hacinamientos y mejores lavabos. Todas las oficinas y talleres se mantenían limpios y ordenados; había flores en abundancia, de modo que los trabajadores pudieran también disfrutar su entorno. Nunca el obrero había gozado de privilegios semejantes". A los obreros se les ofrecía acceso a la cultura y podían ver gratis teatro, exposiciones, películas y cursos educativos. Como ya hemos visto, se inicio lo que ahora conocemos como "turismo". Hitler pretendió extender la igualdad en todo el país. Incluso el explorador judío Sven Hedin escribió que "Hitler estaba dotado de una pasión irrefrenable por la justicia, una visión política inspirada, una perspicacia infalible y una preocupación genuina por el bienestar de los conciudadanos".

Toland dijo que si Hitler hubiera muerto en 1937 "sin lugar a dudas habría bajado a la tumba como una de las figuras más grandes de la historia alemana". De la misma forma que no se puede dudar de que Hitler fue un personaje nefasto para millones de personas, tampoco se puede dudar de su preocupación por el bienestar de sus ciudadanos. En alguna ocasión ya he hablado sobre las ideas de Hitler. Muchas de ellas nos parecen ahora lógicas, pero no cabe duda de que fue un adelantado a su época. Según Toland " preveía otras innovaciones para el futuro. En las grandes ciudades habría aparcamientos subterráneos automatizados, centros libres de tránsito, numerosos parques y espacios verdes, y un control estricto de la contaminación. Como parte de su obsesión personal por la limpieza, el problema de la polución lo preocupaba de tal modo que exhortaba a la industria a comprometerse con la eliminación completa de los gases nocivos". Como vemos, Hitler ya se anticipó a los problemas de contaminación que sufrimos en la actualidad y cabe preguntarse si con un Hitler triunfante hubiera sido posible el deterioro de la capa de ozono.

Otro logro importante en la política de Hitler fue la consecución del pleno empleo, algo que pocos regímenes han conseguido. Como es conocido, Hitler fue un apasionado de la arquitectura y el urbanismo. En la biografía de Toland podemos leer en boca de Hitler:

"El espacio es esencial y me deleita ver a nuestros arquitectos trazar proyectos amplios y espaciosos. Sólo así evitaremos el surgimiento de ciudades en las que las casas están amontonadas casi unas encima de las otras, como puede verse en Zwickau, Gelsenkirchen y muchas más. Si me desterraran a una ciudad de este tipo, privada de toda belleza, perdería el ánimo y la alegría con tanta seguridad como si me desterraran de mi patria. Por lo tanto estoy decidido a que por lo menos cierto grado de cultura y belleza penetre hasta la más humilde de nuestras aldeas para que, paso a paso, el atractivo de todas nuestras ciudades alcance un grado elevado"

En todo caso, lo cierto es que las democracias ven en Hitler a un peligro porque su régimen ha sido la única alternativa con éxito que ha surgido en la historia. Ningún otro régimen cosechó los éxitos de Hitler. Es evidente que las democracias "copiaron" muchas de las ideas de Hitler.

6 de noviembre de 2009

El asunto Röhm en diferentes versiones


He estado comparando la forma de narrar los hechos del asesinato de Röhm con cuatro historiadores bien diferentes: John Toland, David Irving, Ian Kershaw y Joachim Fest.

Como es bien conocido, el jefe de las SA era Röhm. Desde hacía años existía descontento entre el ejército, el presidente Hindemburg, los industriales y el creciente poder de las SA. Röhm pretendía continuar una revolución más radical. Lo cierto es que Hitler siempre se mostró indeciso y le costaba tomar una decisión. No hay que olvidar los lazos de amistad que le unían a Röhm. En infinidad de ocasiones le defendió, como cuando fue acusado de homosexual, algo que por aquella época no solo estaba penado sino que estaba muy mal visto, no solo en Alemania, también en la mayoría de los países. Sin embargo Hitler nunca quiso saber nada de la vida personal de Röhm, a quien incluso tuteaba y apreciaba. Pero cuando comprendió que su amigo era un incordio para asegurarle en el poder, y cuando la soga estaba muy tensada, tuvo que tomar una de las decisiones más difíciles de su vida, como él mismo admitió.

El mismo Führer se presentó en el hotel en donde descansaba Röhm, en Bad Wiessee. Le acusó de traidor y le informó de que estaba detenido. Después Hitler se dirigió a la Casa Parda. Es muy propio de Ian Kershaw el que diga que "la atmósfera era asesina".  Después Kershaw enumera varias posibilidades sobre la vacilación de Hitler a la hora de ejecutar a Röhm. Como Kershaw tiene un odio patológico hacia Hitler parece que encontró lo que para él es "la principal razón de que Hitler no ordenase matar a Röhm": Hitler vaciló porque matar a Röhm significaría una pérdida de prestigio. Los motivos personales, ni la propia sensiblidad de Hitler no cuentan en absoluto para Kershaw. Este historiador siempre encuentra algún motivo abyecto en todos los actos de Hitler. Pero nunca da pruebas. Es muy típico de él que sus conclusiones vayan acompañadas del consabido "probablemente" para después soltar su propia opinión.  Es por esto por lo que Kershaw me resulta tan molesto. En vez de narrar los hechos de manera imparcial, suelta su opinión a diestro y siniestro, algo que creo que se debe de evitar en una biografía seria.

En donde parece que sí hay un consenso es en que Hitler nunca quiso matar a Röhm. Todos los historiadores coinciden en que fueron Himmler y Göring quienes presionaron a Hitler para que acabase con la vida del jefe de las SA.

Joachim Fest, hace una reflexión muy interesante a propósito del la Noche de los Cuchillos Largos, como la historia ha llamado a la depuración:

"Es muy probable errar en la polémica contemporánea que le mostraba como un sádico sediento de sangre, como la que convertía en placer estético sus ansias asesinas haciendo referencia a partidos príncipes del Renacimiento; y también yerran, posiblemente, los que pretenden verle eliminando a camaradas de muchos años de amistad, partidarios, amigos íntimos, con una despreocupación anímica y con la frialdad del impotente emocional. En realidad, lo uno se ajusta más a la forma de proceder de Göring, lo otro a la de Himmler, quienes llevaban a cabo su negocio asesino con una falta de escrúpulos sumaria. Hitler, por el contrario, parecía hallarse expuesto a una considerable presión interior, cosa que no sucedía con los demás."

Continua Fest diciendo que Hitler tuvo motivos sentimentales en su vacilación a la hora de mandar asesinar a Röhm: "el reflejo de una unión sentimental, la cual, al menos durante algunas horas, se mostró más poderosa que la razón de poder". Después Fest llega a la conclusión de que Hitler no tuvo otra alternativa: "Aun siendo sumamente repugnantes las circunstancias que acompañaron este asesinato del amigo, debe preguntarse si Hitler tenía realmente otra elección. "

Veamos ahora el relato del controvertido David Irving:

"El avión de Hitler aterrizó y el Führer bajó a tierra, mortalmente pálido y muy serio. Felicitó a Göring por la guardia de honor de cuatrocientos soldados de aviación especialmente seleccionados que le aguardaban formados sobre la pista de aterrizaje, luciendo el todavía secreto uniforme de la Luftwaffe. Ya en la cancillería le comunicó a Göring que había ordenado la ejecución de todos los secuaces destacados de Röhm, pero que tenía intención de perdonarle la vida a su viejo amigo, en recuerdo de los tiempos pasados.
Göring se burló de esta muestra de sentimentalismo. Él y Himmler se pasaron todo el día siguiente, el domingo 1 de julio, intentando convencer a Hitler para que usiera el despiadado y lógico colofón a la purga."

La conclusión que saca Irving es que "Se había hecho tabla rasa, una buena limpieza, con unos medios que no eran totalmente del agrado de Hitler.... Lleno de remordimientos, Hitler, desencajado tras el derramamiento de sangre, ordenó el pago de indemnizaciones por los errores y la concesión de pensiones a todos los familiares directos."

Ésta no iba a ser la primera vez que Hitler daba pensiones e indemnizaciones a los familiares de personas condenadas a muerte. Muchos años después, tras el 20 de Julio de 1944, Hitler también ordenó dar pensiones a las viudas y familiares de los militares que participaron en el atentado.

Como vemos, existen muchas formas de narrar los hechos. Y la manera de hacerlo es vital para las impresiones que saca el lector.