Mostrando entradas con la etiqueta Rudolf Hess. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Rudolf Hess. Mostrar todas las entradas

27 de septiembre de 2009

¿Fué Hitler una persona insensible?


Al hablar de Hitler se tiene la impresión de que se trató de una persona insensible ante el sufrimiento ajeno. A Hitler nunca le importaron las consecuencias de una acción para conseguir un fin. El fin para él era lo más importante, con independencia del resultado. Si ese método fue correcto o no, la historia acabará por decidirlo. Sin embargo, a pesar del sufrimiento ocasionado,  Hitler no fue una persona insensible. Todo lo contrario. Hitler, como ser humano, tenía sentimientos y fue capaz de sufrir por la pérdida de sus seres queridos.

 El primer ejemplo lo tenemos en el fallecimiento de su madre. Cuando su madre enfermó de cáncer, Hitler se encontraba en Viena. Hitler recibió una carta de la esposa del jefe de correos comunicándole que su madre se encontraba grave. Hitler se apresuró a regresar a casa de su madre. Durante toda su agonía cuidó de su madre con mimo y ayudó en las tareas del hogar. Su madre se encontraba muy enferma pero se alegró mucho de tener a su hijo preferido junto a ella. Durante la agonía, el comportamiento de Hitler cambió mucho. Quiso agradar a su madre en todo. Cuando finalmente falleció, Hitler se sumió en una gran depresión. Los que le vieron (el doctor que atendió a su madre, su amigo de juventud Kubizek) aseguraron que nunca habían visto a una persona tan afectada por la pena como a Hitler. Durante el resto de su vida la recordó. El retrato de ella siempre le acompañó donde fuera. Y es muy posible que al final de su vida, Hitler pensara en su madre, porque también en el búnker tenía su retrato. En la imagen de arriba, Hitler deposita unas flores en la tumba de sus padres con ocasión de la anexión de Austria al Reich.



Otra muerte que Hitler nunca superó fue la de su sobrina Geli Raubal. Como es sabido, Hitler tomó la tutela de su sobrina y se la llevó a vivir a su apartamento. Allí se pegó un tiro mientras el Führer se hallaba en un viaje electoral. La noticia de la muerte de su sobrina sumió a Hitler en una depresión de la que tardó en recuperarse. Durante semanas Hitler perdió las ganas de vivir e incluso estuvo a punto de quitarse la vida. Sus más cercanos aseguran que vieron llorar a Hitler por esa muerte. Durante el resto de su vida, Hitler hizo un culto de la figura de su sobrina. La habitación en la que se quitó la vida se convirtió en algo sagrado. La dejó intacta y Hitler iba a meditar a menudo allí.

Con ocasión del vuelo de Rudolf Hess a Gran Bretaña Hitler confió a la señora Bruckmann:

- Todos tenemos nuestras tumbas y nos vamos quedando cada vez más solos, pero debemos sobreponernos y seguir viviendo, ¡mi queridísima señora! Yo también me he quedado sin los dos seres humanos, de entre todos los que me rodean, a quienes he querido con toda el alma: ¡el doctor Todt ha muerto y Hess ha preferido alejarse volando de mí!


El ministro de armamentos, el doctor Todt, antecesor del famoso Speer, murió en un accidente de aviación. Tras su muerte, era habitual oír a Hitler lo mucho que había sentido su muerte. Dijo que se trató de "un duro golpe".

Otros aspectos que denotan la sensibilidad de Hitler son los referentes a su trato con los animales y el arte. Desde muy joven Hitler sintió cariño y respeto por los animales. Durante la primera guerra mundial, Hitler adoptó un perrito al que cogió gran cariño. El perrito era muy listo y se convirtió en el pasatiempo del regimiento. Siempre dormía junto a Hitler y fueron inseparables. Pero en una ocasión le robaron al perrito. Hitler siempre lo recordaría. Incluso en los últimos meses de su vida, Hitler tuvo momentos de recuerdo para aquel perrito. "Quien me lo robó, no sabe lo que me hizo", solía decir. Durante el III Reich se prohibió la experimentación con animales. Incluso durante la guerra, Hitler instauró también una cartilla de racionamiento especial para las familias que tenían perro.

Uno de los aspectos en donde Hitler sacaba más a relucir su sensibilidad era en el arte. Tanto en la pintura, la arquitectura y, especialmente la música, Hitler siempre mostró una gran sensibilidad. Durante una representación de wagneriana Hitler se sentía transportado.

Y, por supuesto, su relación con Eva Braun, no deja lugar a dudas sobre un Hitler humano. Incluso Hitler quiso que Eva Braun se alejara del búnker para evitar su muerte, pero Eva le siguió hasta la muerte. Se trata de una historia de amor realmente increíble que, si se llevara correctamente, podría ser una buena película.

28 de agosto de 2009

Martin Bormann


La figura de Martin Bormann siempre ha resultado odiosa para casi todo el mundo. De hecho, parece que no haya nadie que hable bien de ese hombre. Los historiadores dicen que  Bormann resultaba ser un hombre sin escrúpulos siempre a la sombra de Hitler. La figura de Martin Bormann no era conocida en el III Reich. Solo después de la guerra el mundo supo de él. Tras el vuelo de Rudolf Hess, Bormann ascendió rápidamente como hombre de confianza de Hitler. Muchos se preguntaban qué veía Hitler en un hombre tan desagradable. Pero lo cierto es que Bormann se fue haciendo imprescindible para Hitler. ¿Lo hizo por ambición o por sentido del deber? Bormann no era un personaje público, no encajaba en el modelo de jerarca nazi. Era el típico burócrata. Le llamaban "la eminencia gris".

Lo que no se le puede reprochar a Bormann es que no fuera trabajador. Trabajaba día y noche y sin descanso. Rudolf Hess lo empleó como enlace entre el Partido y el Estado y fue nombrado Jefe del Estado Mayor de Hess. Hasta 1936 permaneció con una cierta discreción. Entonces se procuró una casa en el Obersalzberg para estar cerca de Hitler. Compró terrenos cerca del Führer para que éste pudiera estar tranquilo en sus descansos. Bormann compraba los terrenos a los campesinos de Obersalzberg y les pagaba muy bien por ello, entre cuatro y cinco veces su precio. Así que no tuvo que coaccionar a nadie. No obstante, Hitler acabó por enterarse y temió que se cometieran injusticias con los campesinos y prohibió toda nueva adquisición. Bormann le dijo que los campesinos estaban encantados con las adquisiciones y que eran éstos quienes le acosaban para que comprara sus fincas. Así que Hitler se tranquilizó. Obsérvese el carácter de Hitler que, a pesar de ser dictador de Alemania, no deseaba incomodar a los campesinos ni cometer irregularidades. De hecho, este comportamiento es típico en Hitler. Nunca quiso cometer ilegalidades en las compras de nada. Sin embargo, con el tiempo Hitler fue prácticamente el único propietario de las tierras del Obersalzberg.
Bormann se comportaba con su jefe de manera extremadamente sumisa pero también le resultaba muy eficaz. Sin embargo, para el resto de la gente, Bormann se comportaba de manera brusca, desagradable y a veces daba la impresión de estar loco. Lo mejor era estar a bien con Bormann porque si alguien le molestaba, su odio era tremendo. Sin embargo, entre las personas cercanas al Führer y que gozaban de su simpatía, Bormann se comportaba de manera simpática.

Fue Bormann quien construyó una obra conocida en el Berghof, que costó mucho dinero: el famoso salón de té a 1800 metros, al que se llegaba a través de un túnel. Al principio Hitler no le concedió ninguna importancia pero después le gustaba mucho llevar a sus invitados a ese alto para contemplar el paisaje.

Martin Bormann fue el sucesor de Rudolf Hess. Sin embargo, después del vuelo de Hess, nació la Cancillería del Partido, que estuvo a las órdenes de Bormann. Pronto Bormann quiso deshacerse de todo lo que recordara a Hess. Tal era la manía persecutoria hacia Hess que incluso hizo cambiar el nombre de uno de sus hijos, que se llamaba Rudolf. Lo cierto es que Bormann se hizo tan imprescindible ante Hitler que ya hubo una época en que todo el mundo le temía.

Pero veamos por qué una figura tan odiada por todo el mundo, era imprescindible para Hitler. Tan pronto como Bormann se enteraba de que algo le gustaba a Hitler, hacia lo imposible por conseguirlo. Por ejemplo, sabía que a Hitler le gustaba la literatura y creó una oficina de lectura encargada de procurar las últimas publicaciones y resumirlas en una sola hoja para poder hablar de literatura junto a Hitler. En una ocasión Hitler se dispuso a subir en coche por una montaña y se maravilló del paisaje pero se percató de que una granja afeaba el entorno. El Führer dijo que cuando esos campesinos desaparecieran habría que suprimir esa casa. Sin embargo, 24 horas después Hitler no daba crédito a lo que vio: en donde antes había una granja, ahora se extendía un verde prado. Al parecer Bormann se entendió con el propietario de la granja y consiguió que se marchara voluntariamente. Cientos de obreros trabajaron mañana y noche para despejar el terreno.

Otro ejemplo de la eficacia de Bormann lo ilustra la siguiente anécdota. En el Berghof Hitler recibía a miles de admiradores que le querían ver. En una ocasión Hitler se quejó de que el sol le resultaba muy molesto. Al día siguiente Hitler se quedó estupefacto: ahí donde recibía a sus admiradores, Bormann había trasplantado un gran árbol. Personalmente se encargó de cuidarlo para que enraizara.
Así pues, ante semejante eficacia, no se puede reprochar a Hitler que tuviera como colaborador a un personaje tan siniestro y gris. Sin embargo, la influencia de Bormann era tan grande, que muchos acontecimientos del final de la guerra se le deben a él, o a la manera que tenía de presentar los asuntos a Hitler.

19 de diciembre de 2008

El Enigma Hess



Desde el famoso vuelo a Inglaterra de Rudolf Hess se ha especulado mucho sobre su comportamiento. ¿Actuó el lugarteniente del Führer con su consentimiento? ¿Actuó solo? ¿estaba loco? ¿alguna misión secreta todavía no desvelada? Como en muchos aspectos de la guerra, sobre este se han vertido ríos de tinta y de imaginación. A pesar de que hay aspectos sin aclarar y documentos sin desclasificar aún, lo que sí sabemos es la reacción de Hitler ante el famoso vuelo de Hess. El 11 de mayo de 1941 Hitler se encontraba en el Berghof. MArtin Allen, en su libro "El Enigma Hess", asegura que cuando Hitler recibió la noticia, en contra de lo que se ha escrito, no estaba furioso ni mucho menos. Según Allen cuando el ayudante de Hess le entregó un sobre a Hitler informándole del vuelo, éste ya sabía dónde se encontraba Hess. Al parecer Hess mantuvo una entrevista con Hitler la semana anterior en la que le dijo que si el asunto salía mal siempre podía decir que Hess se había vuelto loco... como efectivamente sucedió. Martin Allen expone una serie de pruebas en las que pretende demostrar que Hitler estaba perfectamente al corriente del vuelo de su lugarteniente.

Vamos a repasar lo que han escrito los grandes biógrafos de Hitler. David Irving nos dice que Hitler se negaba a creer que Hess le hubiera sido desleal. Según Irving, Hitler expresó su temor de que si Hess llegara a Inglaterra fuera drogado por Churchill para que confesara lo que quisiera. También dice Irving que inmediatamente Hitler ordenó una investigación y se dieron cuenta que hacía tiempo que Hess había caído en manos de curanderos y astrólogos. Finalmente Hitler se decidió por dar un comunicado en el que insistió en que Hess actuó de manera enajenada. Además, Hitler debió de sentir mucho pánico ante la idea de que los ingleses tuvieran apresado a Hess. Según muchos testigos, Hitler se encontraba tan alterado como cuando se suicidó Geli Raubal. No en vano, Hess fue amigo y compañero de lucha desde hacía muchos años. Una vez pasada la tempestad, Hitler en raras ocasiones volvió a mencionar el asunto.

Ian Kershaw dice que Hitler tras conocer la noticia se puso furioso. Como se aprecia, nada que ver con lo que dice Martin Allen. Kershaw considera que el comportamiento de Hitler aleja toda posibilidad de que éste tuviera conocimiento de los planes de Hess. Considera a Hitler capaz de interpretar cualquier cosa, pero si realmente estaba fingiendo con Hess sería un actor "del calibre de un actor de Hollywood". Después, dice Kershaw que debido al comportamiento de Hitler con anterioridad al famoso vuelo, aleja toda posibilidad de que Hess y Hitler actuaran juntos.

Curiosamente, el biógrafo Joachim Fest prácticamente no menciona el asunto más que de pasada. Albert Speer, que se encontraba en el Berghof con Hitler cuando ocurrió el incidente menciona en sus Memorias que Hitler cuando se enteró de la noticia dio un grito "casi animal" pero que pronto recuperó su compostura habitual. Según Speer, Hitler dijo:

- ¿Quién va a creer que Hess no ha actuado en mi nombre? ¿Que todo lo ocurrido no es sino un juego pactado a espaldas de mis aliados? ¡Ojalá se ahogue en el mar del Norte! Así desaparecería sin dejar rastro y podríamos tomarnos un tiempo para pensar una explicación.

Speer corrobora también que a partir de entonces Hitler prácticamente no mencionó a Hess. Sin embargo eso no significa en absoluto que Hitler se olvidara de su querido lugarteniente. Desde que Geli Raubal se suicidara, el Führer tampoco la mencionó prácticamente.

Por los testimonios que tenemos, se puede afirmar que Hitler no estaba enterado del plan de Hess. Por su comportamiento, saltaba a la vista que el incidente le cogió totalmente por sorpresa. De lo que no cabe duda es de que Rudolf Hess fue no solo un compañero leal de Hitler desde los primeros tiempos sino que fue también un gran amigo del Führer. En el III Reich estaba considerado el número 3 del Régimen, después de Göring.

A partir de su encarcelamiento, Hess tuvo un extraño comportamiento. Al parecer, los ingleses no pudieron sacarle mucha información y a partir de entonces Hess tuvo un comportamiento que rozaba la esquizofrenia y la amnesia.  Ese comportamiento fue siempre fingido. Junto a Göring, fue el único jerarca nazi que no se arrepintió de nada y que siguió comportándose con lealtad hacia Hitler. Esa lealtad la mantuvo durante toda su larga vida. Su caso fue especialmente triste porque, como se sabe, fue el único recluso que los aliados mantuvieron hasta su muerte en extrañas circunstancias en 1987. Durante muchos años hubo muchos personajes y asociaciones que solicitaron su excarcelación por motivos humanitarios. Pero los rusos siempre se negaron. Al fin y al cabo ellos interpretaron el vuelo de Hess como un aviso a los ingleses del inminente ataque alemán a Rusia.

Tengo un libro de la editorial Arndt que contiene muy buenas fotografías, como todo lo que editan. Esta es la portada del libro, otra foto de cuando Hess compartió celda con Hitler y otra de cuando estaba en Spandau, observándo con melancolía sus uniformes:




Cuando Hess murió guardé algún recorte de prensa, incluidos artículos y una curiosa esquela que un grupo nacionalsocialista le puso en un periódico:






Link: Yo miré a sus asesinos a los ojos:

Abdallah Melaouhi