Mostrando entradas con la etiqueta Traudl Junge. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Traudl Junge. Mostrar todas las entradas

21 de junio de 2010

La salud de Hitler en 1944

A finales del año 1944 la salud de Hitler se deterioró mucho. Después del atentado, Hitler comentó bromeando con sus secretarias:

-  "Antes de la bomba, me temblaba la pierna izquierda; después de la bomba, me tiembla la mano derecha. Menos mal que el temblor no me ha llegado aún a la cabeza. ¡Mal día será aquel en que no pueda dejar de hacer movimientos afirmativos con la cabeza!"

 Para colmo, su peluquero le había contagiado un resfriado y un dolor de senos le impedía dormir. La cabeza parecía que le fuera a estallar.  Entonces los médicos de Hitler se pusieron a investigar. Morell, el médico personal de Hitler, le suministraba una sulfamida llamada Ultraseptil en vez de darle sulfamida Tibatin (Irving, pag. 561). Como consecuencia de ese tratamiento Hitler quedó paralizado por los dolores de estomago y apenas podía dormir. La pugna entre médicos no fue precisamente buena para Hitler. En una ocasión visitó al Führer el doctor Von Eicken y le recomendó un tratamiento diferente. Sin embargo Morell se negó. Paralelamente el médico del ejército Giesing probó los medicamentos de Morell y comenzó a sufrir los mismos efectos que Hitler. Morell suministraba a Hitler cocaína para calmar los dolores de los senos.  Sin embargo, el desconfiado Giesing sospechó que la cocaína le había producido a Hitler un ataque cardíaco ya que el Führer tuvo mareos y en una ocasión estuvo noventa segundos apoyado en una mesa para no caerse. 

Sin embargo, Hitler quiso seguir su tratamiento con cocaína. Sin embargo, tenía temor de hacerse adicto. También observó que perdía la memoria. "¿Qué importa mi salud cuando la existencia de la nación entera está en juego?", solía repetir.


El 19 de septiembre de 1944 Hitler se trasladó a un hospital militar para que le efectuaran radiografías de la cabeza. En ese hospital aún había heridos por el atentado de julio. Hitler quiso visitarlos. Estrechó también la mano del personal. Allí se encontró también con su ayudante Schmundt, que se encontraba gravemente enfermo. Esto impactó mucho a Hitler, al punto de que se echó a llorar. Cuando después Schmundt falleció, Hitler lloró de nuevo. En este detalle podemos observar claramente la sensibilidad de Hitler, A su viuda le dijo:

-Es usted quien debe consolarme a mí, porque mi pérdida ha sido todavía mayor.

El médico Giesing continuó investigando las pastillas que Morell suministraba a Hitler y quedó perplejo cuando descubrió que el Führer estaba ingiriendo dos venenos, estricnina y atropina. Pensó que eso explicaba los síntomas de Hitler: irritabilidad, ronquedad y el extraño tono de su piel. Hitler continuaba sufriendo dolores y llegó un momento en que no pudo levantarse de la cama. Todo el mundo estaba muy alarmado. Se negaba a ver nadie y no probaba bocado. Todo le resultaba indiferente. Después de años de presión, un ambiente absolutamente insano, muchas medicinas y noticias desastrosas, Hitler se encontraba al límite de sus fuerzas. Giesing aconsejó a Hitler dejar el tratamiento con cocaína. "No, mi querido doctor, creo que mi debilidad física de los últimos días se debe al mal funcionamiento de los intestinos y a los cólicos".

En una ocasión, el doctor Giesing se las arregló para tener una entrevista con Hitler. Para su sorpresa, Hitler no se mostró preocupado por los medicamentos que tomaba y le dijo:

- Son las preocupaciones y problemas constantes los que no me dejan descansar; y no puedo hacer otra cosa que trabajar y preocuparme por el pueblo alemán día y noche. Le dio usted un gran susto a Morell. Se lo ve muy pálido y preocupado y se reprocha constantemente a sí mismo. Pero yo le he tranquilizado. Siempre creí que eran simples píldoras para absorber los gases intestinales, y siempre me he sentido muy bien después de tomarlas. 

El doctor le explico que esa sensación podría ser ilusoria.

- Probablemente tenga razón -contestó Hitler- pero eso no me ha hecho ningún daño. He sufrido esos cólicos intestinales debido a la tensión nerviosa continua del último mes. Y después de todo lo que pasó el 20 de Julio, era inevitable que me afectase en algún momento. Hasta ahora he tenido la fuerza de voluntad suficiente para no dejar traslucir nada, pero ahora ha salido todo a la luz.

El médico le dijo que Hitler seguramente padecía ictericia. En el libro de Irving, nos dice que Hitler perdió mucho peso y que le hicieron unos análisis de sangre y orina que indican varias causas de ictericia.



En octubre de 1944 Hitler recibió una buena noticia: el cuarto ejército del general Hossbach reconquistó Gumbinnen, en el frente del este. Lo que los soldados alemanes encontraron fue una estela de muerte y torturas que los rusos dejaban tras de sí. Estos hechos impresionaron mucho a Hitler y ordenó que se tomaran fotografías para que constituyeran una prueba. Su buen humor desapareció a causa de esas torturas. Las fotografías le impresionaron tanto que tuvo que hacer un gran esfuerzo para apartarlas de su mente. Se trataba de fotografías de mujeres violadas, niños y hombres asesinados. Hitler juró vengarlos:

- No son humanos. Son las bestias de las estepas asiáticas. La guerra que libro contra ellos es una lucha en defensa de la dignidad del hombre europeo. A cualquier precio hay que obtener la victoria. Debemos ser implacables y luchar con cuantos medios tengamos a nuestra disposición.

Finalmente, Hitler regresó a Berlín, abandonando para siempre el cuartel general llamado La Guarida del Lobo (Wolfsschanze). Ese viaje fue especialmente triste para Hitler. En el fondo, sabía que no regresaría. No obstante, se mantuvo optimista con sus colaboradores. Incluso permitió que continuaran las obras de reconstrucción de ese cuartel general. Para entonces (noviembre de 1944) Hitler apenas podía hablar. Su voz era un susurro. Tenía un pólipo que había que extirpar con urgencia. El profesor Van Eicken le operaría de nuevo de la garganta. Existía el problema de que Hitler perdiera la voz. El pólipo que el doctor le extirpó a Hitler era del tamaño de una semilla de alpiste, pero era benigno. La anestesia que se empleó resultó tan excesiva que el Führer quedó inconsciente durante casi ocho horas. El medico no tuvo en cuenta que Hitler era abstemio y no fumaba, con lo que el efecto de la anestesia fue mucho mayor en él.

A principios de diciembre, Hitler aún hablaba en susurros. La secretaria Junge nos relata su estado:

- El Führer solo podía hablar muy bajo. Durante una semana no pudo hablar en voz alta. Al poco tiempo de comenzar la conversación, todos nos pusimos a hablar en voz baja, hasta que Hitler dijo que su oído estaba bien y que no había que protegerlo. Nos echamos a reír y Hitler se sumó a la risa.

Una vez que Hitler se recuperó, viajó esta vez hacia el Nido del Águila, en el frente del Oeste. Estaba a punto de comenzar su última ofensiva: la batalla de las Ardenas.

Bibliografia utilizada en este artículo: La Guerra de Hitler (David Irving), Adolf Hitler (John Toland) y Hasta el último momento (Traudl Junge)


4 de junio de 2009

Las secretarias de Hitler

Gracias a la película "El Hundimiento" la secretaria más conocida de Hitler es Traudl Junge. Lo curioso es que esta señora se dio a conocer muy al final de su vida, a pesar de que muchos historiadores hablaron con ella siempre. También es curioso que Traudl Junge solamente estuvo junto a Hitler desde 1943. Lo que no sale en la película, y no es tan conocido, es que Junge cuando huyó del búnker de Hitler no tuvo tanta suerte como aparece en la película. La señora Junge fue violada en repetidas ocasiones por los soldados soviéticos y fue hecha prisionera personal de un alto rango de los servicios secretos soviéticos. A Traudl Junge debemos el libro "Hasta el último momento" en donde narra sus vivencias junto a Hitler y alguna anécdota interesante del Führer. Por lo demás, la mujer se pasó el resto de su vida lamentándose por su colaboración "inocente" con Hitler.

La siguiente secretaria más conocida de Hitler es Christa Schroeder, que trabajó para el Führer durante todo su mandato. El libro que escribió Schroeder se titula "Doce años junto a Hitler". Ciertamente este libro sí que contiene datos interesantes aunque me llamó la atención algún detalle. Por ejemplo, Schroeder se refiere en una ocasión a Hitler como "el mayor hipócrita de Alemania". En otra ocasión asegura la secretaria que Hitler le dijo una vez, a propósito de ciertos crímenes que se cometían y que mucha gente pensaba que no eran del conocimiento de Hitler, "tonterías. Lo se todo". Así que cuando leí el libro tuve mis dudas porque es conocido que Christa Schroeder fue una fanática defensora y admiradora de Hitler.

Bien, pues resulta que el libro fue concebido por uno de los interrogadores de Schroeder tras la guerra que se llamaba Albert Zoller. La secretaria estuvo internada en un campo de concentración y fue interrogada hasta la saciedad. Por aquella época lo que más interesaba a la gente encarcelada era salir cuanto antes. Así que es fácil imaginar la cautela que tuvo que tener Schroeder para poder lograr su libertad. Finalmente la consiguió en 1948 con el grado de "simpatizante del nazismo". Tanto Zoller como Schroeder acordaron publicar un libro con las vivencias de la secretaria pero pronto ésta se dio cuenta de que muchas de las cosas que aparecían en el libro ella no las había escrito. Así que la secretaria no le dio el permiso para publicarlo. Sin embargo Zoller sí que lo editó bajo el nombre de "Hitler en privado. Vivencias de una secretaria secreta". Nótese que no aparece el nombre de Schroeder por cuanto ella no le dio el permiso. La secretaria se pasó el resto de su vida lamentándose de que ella no había dicho jamás ciertas cosas. Sin embargo ella sí que logró publicar el libro en alemán (Zoller publicó el suyo en francés) bajo el título de "Er war men Chef" (Él Fue mi Jefe). Sin embargo las traducciones que han abundado han sido las de Zoller, con los consiguientes errores de una traducción a otra. Puesto que Christa Schroeder esta muerta, se puede publicar el libro ya que no hay que pagar derechos de autor. Pero lo cierto es que la propia secretaria siempre renegó del libro y de muchas frases que ella nunca pronunció.

Así pues, aun cuando el libro contiene aspectos muy interesantes, hay que tener en cuenta la historia real de Christa Schroeder y que en la editorial Milenio, que publicó el libro en español hace unos años, no explica en absoluto.

Otra secretaria conocida de Hitler fue Johanna Wolf (en la imagen junto a Christa Schroeder) y otra Gerda Daranowski. Johanna Wolf
nunca aceptó hablar sobre Hitler, por más que le ofrecieron sumas millonarias. Ella siempre afirmó que fue la secretaria privada de Hitler y que no debía hablar sobre él. Ciertamente es una postura coherente, a la vista de los problemas que tuvieron sus compañeras. Tambien Gerda Daranowski fue violada por los soviéticos en muchas ocasiones tras la guerra.

Lo que me llama profundamente la atención de las secretarias de Hitler es la confianza que el Führer tuvo con ellas. Era tanta, que ellas siempre estuvieron dentro del círculo de los íntimos de Hitler. Ciertamente el cariño entre ellos fue mutuo. Hitler siempre las trató con mucho cariño y respeto y ellas le sirvieron con lealtad. Yo me pregunto qué secretarias han tenido el protagonismo que tuvieron estas mujeres en la historia. Digo protagonismo por la cercanía que tuvieron con Hitler. Ellas acudían a comer en compañía del Führer, iban a toda clase de fiestas de las más altas esferas del régimen etc. Esto nos demuestra una vez más la sencillez de Hitler. De hecho Hitler siempre prefirió tratar con gente sencilla. Todo su círculo de empleados era muy querido por él.

19 de febrero de 2009

Hitler glotón


Voy a tratar de recapacitar sobre el nuevo informe secreto de Hitler. Cada poco tiempo tenemos acceso a uno nuevo. Lo curioso de este es que ¡ha pasado 64 años olvidado en una estantería! Resulta muy sospechoso. Un documento de esas características no puede pasar desapercibido a nadie que lo tenga. Lo digo simplemente porque su poseedor siempre sabría que podría rentabilizarlo económicamente. ¿Por qué no lo hizo antes? Qué sospechoso...

El siguiente motivo de extrañeza es que el informe ¡no dice absolutamente nada que no se supiera! Cierto es que aun no lo hemos leído integro pero, por lo que ha publicado la prensa, es más de lo mismo. Parece ser que lo que más ha llamado la atención de nuestros periodistas es que Hitler se atiborraba de dulces y pasteles.  No es una novedad. También les llama la atención el que Hitler sufriera un desorden digestivo.


En más de una ocasión se le ha culpado a su vegetarianismo. La dieta vegetariana es precisamente la mejor contra el flato. Y Hitler lo sabía. Se ha exagerado y ridiculizado su ingesta de dulces. Por supuesto, no es ninguna novedad su gusto por los dulces. Se los preparaban siempre sus cocineras. Conocemos por sus secretarias también que cuando al Führer le gustaba mucho algún postre, hacía que se lo retiraran para no acabar el plato. También es cierto que esta ingesta de dulces fue aumentando conforme la guerra avanzaba. Hasta entonces Hitler siempre se controló en ese sentido. Yo entiendo que se pudiera deber a varios motivos:

1) a una respuesta a la extraña medicación del Dr. Morell
2) a obtener una forma rápida de placer ya que el Führer llevaba una vida prácticamente de privaciones y privado de placeres.
3) Muchos vegetarianos experimentan un gran placer con los dulces al tener que privarse de otros placeres culinarios provenientes de animales.

Su secretaria Christa Schroeder explicó:
- Me era imposible entender cómo alguien que continuaba predicando una vida de ascesis, podía atracarse así de dulces y pasteles. Nos explicaba que comía menos por la cena a fin de poder comer más reposterías. Mientras se entregaba así a su satisfacción preferida no hablaba de ello. Glotonamente engullía los pasteles, como si tuviera miedo de que alguien se los pudiera quitar. Como excusa, nos decía que nunca había podido comprender que una persona no apreciara los dulces.


Conozcamos un poco más los gustos culinarios de Hitler, también a través de Schroeder:
- El desayuno durante los primeros años se componía de un vaso de leche y de un poco de pan de régimen. Más adelante, no comía sino una manzana rayada y, al final, una especie de compota preparada según la fórmula de un médico suizo.


- Hitler, muy frugal, prefería sobre todo los platos únicos y tenía una marcada debilidad por las alubias. A continuación, venían los guisantes y las lentejas. No había ninguna diferencia entre lo que él comía y lo que se servía a los invitados, a excepción de que su comida no había estado en contacto con ninguna carne o grasa. Rechazaba incluso el caldo de carne. La carne le inspiraba literalmente horror. Estaba convencido de que su consumo apartaba de la vida natural al hombre. Cuando discutíamos sobre ese punto, nos citaba el ejemplo de los caballos y los elefantes, animales dotados de una gran fuerza, contrariamente a los perros, animales esencialmente carnívoros, que se agotan rápidamente al hacer un esfuerzo....
(Doce años junto a Hitler, Christa Schroeder)

Según Traudl Junge, otra de sus secretarias, los trastornos estomacales de Hitler se debían a su naturaleza nerviosa o imaginaria. Hitler tuvo varios cocineros dietéticos. Cuando Hitler estaba en Obersalzberg, una cocinera del sanatorio le preparaba su comida. Según Junge, Hitler tenía pasión por el aceite de linaza y le gustaba aderezar las patatas cocidas con ese aceite. Eva Braun también tenía problemas estomacales así que también comía platos con poca grasa.

Cabe decir también que si Hitler se hubiera atiborrado siempre de dulces como dicen, hubiera sido una persona obesa. Y Hitler sentía pánico a engordar. No le gustaba presentarse ante los alemanes con unos kilos de más. Y lo cierto es que siempre mantuvo un peso adecuado.



A mi entender, si Hitler padeció un "serio desorden digestivo", como se dice en el informe, se tuvo que deber forzosamente al ritmo de vida que llevó durante sus últimos años y añadido a los extraños medicamentos del Dr. Morell.

Sobre los malos modales de Hitler en la mesa,  cuesta entender que personas que le trataron a diario nunca comentaran nada al respecto y sea precisamente un militar que comió junto a él durante una veintena de veces quien se diera cuenta. Hitler trató durante su vida con personajes muy distinguidos. Durante su ascenso al poder siempre era invitado a comer junto a familias pertenecientes a la aristocracia y ya durante su mandato tuvo como invitados a personajes ilustres del mundo entero. Cuesta creer que nadie nos haya dejado testimonio de su mala educación. 64 años después, nos viene un informe secreto y nos lo revela. ¿Qué curioso no?

6 de noviembre de 2008

Las secretarias del Führer



Ya se sabe que Hitler fue teniendo más y más confianza con sus secretarias a medida que pasaba el tiempo, invitándolas a sus cenas, tertulias y su vida íntima. Hitler las adoraba y ellas también a él. Al final, cuando se estrechaba el círculo en Berlín, Hitler las quiso poner a salvo en el Berghof. Dos de ellas, Johanna Wolf y Christa Schroeder, partieron hacia el refugio alpino de Hitler para trabajar allí y por si el Führer se decidía a ir. Quedaron dos junto a él Traudl y Gerda. El 22 de Abril de 1945 Hitler les da también la orden de marcharse. Les dice:

- Vístanse inmediatamente, señoras. Dentro de una hora despega una avión que las llevará al Sur. Todo está perdido, irremediablemente perdido.

También se lo pide a Eva Braun, que le dice:

- Tú sabes que me quedo contigo. ¿Por qué entonces deseas que me vaya?

Entonces Hitler le besó en los labios. Nunca lo había hecho en público.

Las secretarias y la cocinera contestaron:

- Nos quedamos aquí.

Hitler las miró e insistió:

- Les ordeno que se marchen.

Sin embargo, las mujeres movieron la cabeza negativamente. Al final Hitler les estrechó la mano y les dijo:


- Ah, si mis generales fuesen tan valientes como ustedes...

El relato de Traudl Junge lo conocemos de sus memorias, que inspiraron en parte la película "El Hundimiento".  Christa Schroeder tuvo un destino amargo. Al final de la guerra tuvo que colaborar con un oficial francés en la redacción de un libro, "Doce años junto a Hitler". Christa se lamentaría de por vida. Pidió perdón a sus antiguas compañeras y amigas porque "me hicieron decir lo que querían. Estaba sola, intimidada." Los editores recogieron testimonios inventados acerca de Hitler y lo reunieron en ese libro inventado acerca de Hitler. Lo curioso es que ese libro se reeditó hace bien poco, aun a sabiendas de que mucho texto esta inventado por los editores. Schroeder estuvo en un campo de concentración y, tras su colaboración con los editores, se revisó su condena y le permitieron salir del campo. La secretaria sí escribió un libro en alemán titulado "Él fue mi Jefe" pero el libro "Doce años junto a Hitler" se publicó primero en francés, de donde partieron el resto de traducciones, incluida la alemana. Christa se pasó el resto de su vida advirtiendo que ella no había dicho todo lo que se imprimió en el libro. Así pues, hay que coger el libro con mucho cuidado. Yo lo he leído y ciertamente me sorprendieron muchos pasajes. Me sorprendió mucho que se hablara de exterminios, abonos  hechos a partir de cenizas humanas y otros asuntos que sabemos Hitler nunca hablaría con sus secretarias. 

Las verdaderas memorias de Christa Schroeder las dejó ella misma al historiador Anton Joachimsthaler, que las publicó con muchos comentarios y aclaraciones. Lamentablemente no tenemos traducción al español, por lo que solo se puede conseguir en idioma alemán. Ciertamente la bibliografía sobre Hitler en español, a pesar de ser numerosa, es muy comercial y tiene numerosos errores. Gran culpa de la imagen que tenemos de Hitler la tienen esas traducciones e inventos sobre su figura. Quizá lo que podemos hacer es comparar los libros que tenemos y observar dónde están las contradicciones y errores. 

Primera imagen: Hitler con sus secretarias Daranowki y Wolf. Segunda Imagen: Christa Schroeder
Parte de la información sacada del libro Hitler y Eva Braun, de Nerin E. Gun

1 de noviembre de 2008

Hitler casamentero
















Hitler era quien autorizaba las bodas entre alemanes y mujeres extranjeras. Generalmente se trataba de soldados alemanes y mujeres autóctonas de los países ocupados, como Francia, Bélgica, Holanda Dinamarca o Noruega. A Hitler le presentaban cada dos semanas las fotografías de los novios y las contemplaba con mucha atención. Las fotografías eran de perfil, de frente y otra foto de cuerpo entero. Al Führer le gustaba hacer comparaciones con mujeres que conocía. Muchas mujeres no eran muy agraciadas y Hitler decía siempre en broma que algún día los soldados le maldecirían por haber autorizado la boda. También estudiaba los informes de cada pareja. Casi nunca firmaba de inmediato la autorización. Siempre le pedía a su ayuda de cámara Linge que se las presentara por segunda vez. 

Cualquier miembro del personal de Hitler que quisiera casarse le tenía que pedir permiso. Lo que sí lamentaba mucho  era cuando algún miembro de su personal se casaba y debía desaparecer por ello. Cuando una de sus secretarias, Traudl Humps, se comprometió con Hans Junge, el Führer no pudo menos que lamentarse diciendo:

"Tengo muy mala suerte con mi gente. Primero, Christian se casó con Dara y se la llevó, con lo cual me quitó a la mejor de mis secretarias. Y ahora que he encontrado alguien que la sustituya a la perfección, también Taudl Humps me abandona y además se lleva al mejor de mis criados. "

Sin embargo, la secretaria siguió con Hitler hasta el final.

28 de octubre de 2008

Hitler y el vegetarianismo



Las primeras noticias sobre el vegetarianismo de Hitler las encontramos de la mano de su amigo de juventud, Kubizek, en concreto en su libro "Adolf Hitler, Mi Amigo de Juventud".  Las memorias de Kubizek son la única referencia que tenemos sobre la juventud de Hitler. Aunque también debemos tener reservas en cuanto a su absoluta veracidad, lo cierto es que son una fuente muy rica en cuanto a acontecimientos y situaciones de la juventud del Führer.  Hitler, como amante de Wagner que era, abrazó el vegetarianismo al igual que el conocido músico. Pero aunque Kubizek indique que Hitler ya era vegetariano con 16 años, lo cierto es que cuando se inició la Primera Guerra Mundial, le tuvo que ser absolutamente imposible seguir esa dieta ya que no estaba en condiciones de exigir un rancho especial para él. Acabada la guerra Hitler se encontró con el mismo problema puesto que comía prácticamente siempre como invitado en muchos hogares en donde tampoco pudo exigir su dieta vegetariana. Sin embargo, sí existe un consenso en cuanto a que Hitler se hizo estricto vegetariano a la muerte de su sobrina Geli Raubal en 1931. A partir de entonces Hitler tuvo un cambio de actitud y no volvió a probar la carne. Además, por aquel entonces Hitler ya estaba en condiciones de tener sus propios cocineros. Dejemos al propio Führer que hable al respecto:

"En la época que comía carne yo sudaba mucho. Bebía cuatro vasos de cerveza y seis botellas de agua en el transcurso de una reunión ¡y conseguía perder nueve libras! Cuando me hice vegetariano, un sorbo de agua de cuando en cuando me es suficiente. El consumo de carne disminuye en el instante en que el mercado presenta más variedad de verduras y a medida que cada uno puede ofrecerse el lujo de los productos tempranos. Supongo que el hombre se ha vuelto carnívoro porque en la época glaciar le obligaron a ello las circunstancias. Le incitaron también a hacer cocer los alimentos, costumbre que tiene hoy, como se sabe consecuencias perniciosas... He vivido maravillosamente en Italia. No conozco país que más exalte. La cocina de Roma, ¡qué delicia!"

"Si propongo a un niño que escoja entre una pera y un trozo de carne se precipita sobre la pera. Habla su atavismo".

De la mano de dos de sus secretarias tenemos también abundantes anécdotas sobre su vegetarianismo. Traudl Junge nos dice:

"El Führer  intentaba durante la comida que nadie disfrutara de la carne. NO quería convertir a nadie al vegetarianismo, pero de repente se ponía a contar qué horribles son los mataderos: "Cuando el cuartel general estuvo estacionado en Ucrania, mi gente tuvo que inspeccionar el matadero más grande y moderno de allí. Era una fábrica completamente mecanizada, del cerdo a la salchicha, incluido el tratamiento de los huesos y los pellejos. Todo estaba limpio,  y unas chicas muy guapas con botas de goma estaban metidas hasta las pantorrillas en sangre fresca. Sin embargo, muchos se sintieron mal y salieron sin haberlo visto todo. Eso no me puede pasar a mí. Yo puedo contemplar sin problemas cómo sacan de la tierra las zanahorias y las patatas, cómo se recogen los huevos en el establo y se ordeñan las vacas." La mayor parte de los comensales ya estaban tan acostumbrados a estas conversaciones que nadie perdía el apetito. Pero Hitler siempre encontraba una víctima. El impresionable jefe de prensa se puso pálido, dejó el tenedor y el cuchillo y afirmó modestamente que no tenía hambre. A veces, a esta conversación le seguía una pequeña reflexión filosófica sobre lo cobardes que son los seres humanos: los hombres no pueden hacer ni contemplar muchas acciones, pero sacan partido de su conciencia de estas. "

Tambien Junge nos da pistas sobre lo sencilla que era la comida de Hitler:

"Hitler pedía platos simples, zanahorias con patatas y huevos pasados por agua". 

Dejemos hablar ahora a otra de sus secretarias, Christa Schroeder:

"Hacia el mediodía, Hitler llamaba para que le trajeran el desayuno que, durante los primeros años, se componía de un vaso de leche y de un poco de pan de régimen. Más adelante, no comía sino una manzana rayada y, al final, una especie de compota preparada según la fórmula de un médico suizo.

Hitler, muy frugal, prefería sobre todo los platos únicos y tenía una marcada debilidad por las alubias. A continuación, venían los guisantes y las lentejas. No había ninguna diferencia entre lo que él comía y lo que se servía  a los invitados, a excepción de que su comida no había estado en contacto con ninguna carne o grasa. Rechazaba incluso el caldo de carne. La carne le inspiraba literalmente horror. Estaba convencido de que su consumo apartaba de la vida natural al hombre. Cuando discutíamos sobre ese punto, nos citaba el ejemplo de los caballos y los elefantes, animales dotados de una gran fuerza, contrariamente a los perros, animales esencialmente carnívoros, que se agotan rápidamente al hacer un esfuerzo. Para asquear a sus comensales sobre el consumo de carne, le gustaba describir en la mesa cómo un plato de carne representa comer una materia muerta y descompuesta.... Cuando, por el contrario, elogiaba su régimen vegetariano, se lanzaba a eufóricas descripciones sobre el modo en que los elementos habían sido producidos." 

Así pues, creo haber aclarado suficientemente que Hitler fue un vegetariano estricto y que es una fantasía absoluta que su plato favorito fuera trucha asalmonada, como nos han querido vender a través del cocinero belga Jeroen Meus. 

Fuentes:

Conversaciones sobre la Guerra y la Paz, Adolf Hitler
Hasta el último momento, Traudl Junge
Doce Años junto a Hitler, Christa Schroeder

Fotografía: Hitler de paisano en 1928.