13 de febrero de 2011

Hitler soldado

Autorretrato de Hitler joven
Voy a tratar el aspecto de Hitler durante la I Guerra Mundial. Se trata en efecto de un periodo muy importante en la vida del futuro Führer, que le marcó no solo en lo personal, sino que determinó también su futuro político y, por tanto, el futuro de la humanidad. La contienda dejó tanta huella en Hitler que durante sus tertulias era un tema muy habitual. En todo caso, la I Guerra Mundial marcó también la vida de varias generaciones de alemanes. Cuando estalló la guerra, Hitler vivía plácidamente en Múnich. Hitler se encontraba feliz en la ciudad bávara. En Mi Lucha dijo "si hoy tengo predilección por Múnich, como por ningún otro lugar en el mundo, es sin duda porque esta ciudad está indisolublemente ligada a la evolución de mi propia vida." Como sabemos, Hitler era de nacionalidad austriaca y no ingresó nunca en su ejército. Fue esquivando ese ingreso con éxito. Hitler detestaba el Estado de los Habsburgo:

- Mi antipatía contra el estado de los Habsburgo creció cada vez más en aquella época. Estaba convencido de que este estado tenía que oprimir y poner obstáculo a todo representante verdaderamente eminente del germanismo y sabía también que, inversamente, favorecía toda manifestación anti-alemana. Repugnante me era el conglomerado de razas reunidas en la capital de la monarquía austriaca, repugnante esa promiscuidad de checos, polacos, húngaros, rutenos, serbios, croatas, etc, y, en medio de todos ellos...

Conocida foto. No se sabe a ciencia cierta si es Hitler.
Así pues, cuando estalló la guerra Hitler envió una petición personal al rey Luis III para que le permitiera alistarse como voluntario en su ejército. Y lo consiguió. "Debía, pues, comenzar para mi, como por cierto para todo alemán, la época más sublime e inolvidable de mi vida."

Al comienzo, Hitler hizo la instrucción militar en el Segundo Regimiento de Infantería de Baviera, en Múnich.  Al poco tiempo ya partió hacia el frente. Hitler se encontraba feliz de poder servir a la patria, pero también pensaba en la muerte, como lo demuestra el hecho de que escribió una carta a su casero pidiéndole que si llegaba a morir entregara sus posesiones a su hermana. Lo cierto es que nada más entrar en combate, Hitler esquivó a la muerte de manera milagrosa. Es algo que le ocurriría durante el resto de su vida: salvarse milagrosamente de la muerte en los más peligrosos momentos. Su primer contacto con el frente le sirvió a Hitler para recibir su primera condecoración: La Cruz de Hierro de Segunda Clase:

"Fue el día más feliz de mi vida. Desgraciadamente, mis camaradas, que también se ganaron la condecoración, están casi todos muertos." Además, fue ascendido a cabo. No solo eso: Hitler se ganó el respeto de los oficiales y de los soldados.  Ya desde el comienzo de la guerra Hitler fue designado como mensajero del regimiento, una labor ciertamente peligrosa. Sin embargo, a pesar del sangriento comienzo, la guerra de trincheras dispuso que Hitler dispusiera de tiempo libre para pintar. Se llevó los utensilios y pintó muchas acuarelas. 

John Toland da una descripción del soldado Hitler:

Hitler marcado con una cruz
"A pesar de sus peroratas contra el fumar y beber, Adi era apreciado por la mayoría, pues se podía contar con él en los momentos críticos. Jamás abandonaba a un camarada herido ni se fingía enfermo cuando llegaba el momento de emprender una misión peligrosa. Además, era un buen compañero durante las largas y tediosas horas que pasaban esperando a entrar en combate. El hecho de ser artista aumentaba su popularidad entre los camaradas del cuartel. Dibujaba postales que ilustraban momentos cómicos de la vida que llevaban. Una vez, por ejemplo, un soldado mató un conejo para llevárselo a casa cuando estuviese de permiso, pero partió con un paquete que contenía un ladrillo que alguien había cambiado por el animal. Hitler envió a la víctima de la broma una postal con dos dibujos: uno representaba a un soldado desenvolviendo un ladrillo en su casa,  y el otro a su amigos del frente comiéndose el conejo."

Fue durante ese tiempo en que Hitler adoptó un pequeño terrier blanco, que pertenecía a un soldado inglés. Hitler adoptó al perrito y consiguió que se adaptara a él. Le llamó "Foxl" (zorrito) y le enseñó a hacer muchos números circenses. El perrito no se separaba de su amo, con quien dormía incluso. Hitler no olvidó nunca a su perro:

Hitler marcado con una cruz
- Es enorme lo que he querido a aquel bicho. Nadie podía tocarme sin que Foxl se pusiera furioso. No seguía a nadie más que a mi. Cuando llegó la guerra de gases, no pude continuar llevándolo a las primeras filas. Eran mis compañeros los que le daban de comer. Cuando volvía después de dos días de ausencia, ya no quería separarse de mi. En la trinchera todo el mundo le quería. Durante las marchas corría alrededor de nosotros, observándolo todo: no se le escapaba nada. Lo compartía todo con él. Por la noche se acostaba a mi lado. ¡Y pensar que me lo robaron! Hice el proyecto, si salía vivo de la guerra, de proporcionarle una compañera. No habría podido separarme de él. Nunca en mi vida he podido vender un perro. Foxl era un verdadero perro de circo. Conocía todos los trucos... terminé por enseñarle de todo: saltar obstáculos, subir por una escalera de mano, bajar de ella. Lo esencial es que un perro  duerma siempre al lado de su amo. Cuando debía marchar a las primeras líneas y el combate era fuerte, le ataba en la trinchera. Mis compañeros me decían que no se interesaba por nadie durante mi ausencia. Hasta de lejos me reconocía. ¡Qué entusiasmo desplegaba en mi honor!

Pasaporte militar de Hitler
En 1916 el regimiento de Hitler se trasladó hacia el sur, para comenzar la batalla del Somme. Fue una batalla terrible que costó miles de vidas y que no sirvió de nada, ya que la situación de ambos ejércitos era la misma que cuando empezó la batalla. Miles y miles de vidas se perdieron y los alemanes no cedieron. Hitler siguió saliendo ileso de muchas peligrosas misiones. Sin embargo, la noche del 7 de octubre, mientras dormía, su buena suerte le abandonó. Un obús estalló cerca de su lugar y arrojó a todos los mensajeros unos sobre otros. Hitler resultó herido en el muslo, pero a pesar de todo intentó convencer a sus jefes para continuar en el frente. Sin embargo le trasladaron a un hospital de campaña. Fue su primera herida. Fue trasladado a Alemania a un hospital militar situado al suroeste de Berlín. Allí pudo disfrutar de muchas comodidades y en cuanto pudo caminar se fue a pasar un fin de semana a Berlín. Tras dos meses le dieron el alta y fue destinado a un batallón de reserva de Munich. Sin embargo, no se encontraba a gusto en la ciudad. Todo le resultó muy cambiado y ansiaba ver a sus compañeros del frente. 

Sin embargo, las visitas de Hitler a Alemania durante la I Guerra Mundial le sirvieron para hacerse a una idea de la situación:

-Restablecido, en cuanto pude caminar, se me dio permiso para trasladarme a Berlín. Pobreza amarga se revelaba en todas partes. La ciudad de los millones de habitantes padecía hambre. Dominaba el descontento. En los sitios frecuentados por soldados el estado de ánimo era parecido al que reinaba en el hospital. Se recibía la impresión de que aquellos elementos buscaban deliberadamente esos lugares para propagar su pesimismo. Aún mucho más decepcionantes eran las circunstancias de Munich. Creí no volver a reconocer aquella ciudad, cuando después de abandonar el hospital de Beelitz fui destinado allí aun batallón de reserva. Por doquier: malhumor, decaimiento, vituperios. Hasta en el mismo batallón se notaba una depresión profunda...


Pasaporte militar de Hitler
A pesar de haber demostrado valor en el combate y merecer un ascenso, Hitler continuó con el grado de cabo. Toland encuentra una explicación diciendo que "más importante era que, como mensajero, no podía ascender a una categoría superior a la de cabo. Si lo promovían, tendría que renunciar a las tareas que prefería, y la unidad perdería a uno de sus mejores correos."

En 1917 Hitler obtuvo un permiso que disfrutó viendo Bruselas, Colonia, Leipzig, ciudad esta última que gustó mucho a Hitler. Después pasó varios días en Dresde, antes de viajar a Berlín, que le impresionó mucho:

- La ciudad es maravillosa; una verdadera capital mundial. El tráfico sigue siendo tremendo. Me paso casi todo el día fuera. Ahora tengo por fin la oportunidad de estudiar un poco mejor los museos. En resumen: no falta nada.

Después volvió al frente, donde Hitler tuvo mucho tiempo para leer:

- La guerra lo obliga a uno a pensar profundamente acerca de la naturaleza humana. Cuatro años de guerra equivalen a treinta años de formación universitaria en lo que respecta a los problemas de la vida. No había nada que detestase más que la basura literaria. Cuando nos preocupamos por el destino de la humanidad, sólo podemos leer a Homero y obras evangélicas. En los últimos años de guerra leía a Schopenhauer y volvía a él una y otra vez. Después pude prescindir del evangelismo, aunque Cristo fue un auténtico luchador. Pero poner la otra mejilla no es una receta muy recomendable para el frente.

Para comprender la decepción que supuso para Hitler el termino de la I Guerra Mundial hay que comprender que durante el año 1917 los alemanes estaban convencidos de poder ganar la guerra. En marzo se firmó la paz con los soviéticos. Esto supuso para Hitler una alegría ya que parecía que la victoria estaba más cerca. A partir de entonces, Hitler participó en todos los ataques dirigidos por Ludendorff: en Somme, en el Aisne y en Marne. Hitler tenía un espíritu ganador, estaba optimista. En una de sus incursiones en el frente Hitler logró ver en una trinchera algo que le pareció un casco francés. Se acercó arrastrándose y sacó su pistola. Entonces Hitler comenzó a gritar como si estuviera con toda una compañía de soldados y de esta forma pudo entregar sus cuatro prisioneros él solo. Un compañero recordó:

- No había circunstancia ni ocasión que le impidiera ofrecerse voluntario para las tareas más difíciles, arduas y peligrosas, y siempre estaba dispuesto a sacrificar vida y tranquilidad por su patria y por los demás. 

Así pues, el 4 de agosto Hitler recibió la Cruz de Hierro de primera clase. En el motivo de la concesión constaba:

"Por su valentía personal y sus méritos generales"

Además de esta condecoración y de la Cruz de Hierro de segunda clase, Hitler recibió las siguientes condecoraciones:

- El 17 de septiembre de 1917 la Cruz Militar de tercera clase con espadas.
- El 9 de mayo de 1918 el Regimentsdiplom por su valentía.
- El 18 de mayo de 1918 la medalla a los heridos.
- El 25 de agosto de 1918 la medalla al servicio de tercera clase.

Cuatro días después de recibir la Cruz de Hierro, un contraataque aliado fracturó las líneas alemanas en Amiens. A partir de entonces, la situación política de Alemania cambió. Hitler lo explica en Mi Lucha:

- En el verano de 1918 notábase una pesada atmósfera en todo el frente. La discordia reinaba en la patria. ¿Y por qué? Múltiples rumores circulaban en los diversos sectores de las tropas del ejército en campaña. Se decía que la guerra no tenía perspectivas y que solo los locos podían confiar todavía en la victoria; que el pueblo alemán no tenía interés en mantener la resistencia y que únicamente los capitalistas y la monarquía estaban interesados en ello. Todo esto venía desde la patria y era comentado en el frente... Mi punto de vista personal fue firme desde el primer momento: odiaba profundamente a toda esa caterva de miserables situacionistas políticos. Hacía mucho tiempo que veía claramente que esos sujetos no perseguían el bienestar dela nación, sino simplemente el propósito de llenar sus bolsillos. Y el hecho de que ellos fuesen capaces de sacrificar a todo el pueblo y si era necesario llevar también a Alemania a la ruina, hizo que yo los considerase, ya desde entonces, maduros para la horca. Ceder ante sus deseos implicaba sacrificar los intereses del pueblo trabajador en provecho de un grupo de timadores, y satisfacerlos solo era posible al precio de renunciar a Alemania. Así pensaba -como yo- la gran mayoría del ejercito en campaña.

Carnet militar de Hitler en 1919
El regimiento de Hitler se dirigió por tercera vez a la zona de Ypres. Se atrincheraron en los campos y las colinas cercanos a Comines. La mañana del 14 de octubre Hitler quedó cegado por el gas. En esa situación, cegado por completo, recibió Hitler la noticia de que Alemania se disponía a rendirse. Las secuelas del ataque con gas fueron muy dolorosas para Hitler, aunque mucho más doloroso para él fue el armisticio. Él había lo había dado todo y ahora se encontraba en esa bochornosa situación.


A partir de entonces, la historia es bien conocida. Probablemente sin la capitulación alemana, ahora no estaríamos hablando de Hitler.

Bibliografía: Adolf Hitler (Toland)
Mi Lucha (Adolf Hitler)
Conversaciones (Adolf Hitler)