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25 de febrero de 2013

La probadora de alimentos del Führer y otras historias

Confieso que estoy acostumbrado a leer todas las semanas las más variadas y no por ello no conocidas noticias sobre Hitler. Pero últimamente la que más me ha sorprendido es la relativa a Margot Woelk, que asegura haber sido probadora de alimentos de Hitler. Lo primero, decir que dado que la mujer tiene ya la venerable edad de 95 años, si es verdad que probó la misma dieta que Hitler, debió de ser magnífica. Bien, a raíz de que esta anciana ha salido en los medios de comunicación, se ha hablado mucho sobre la dieta de Hitler, incluso he leído que Hitler no podía evitar comer carne, que era un maleducado en la mesa en donde incluso se mordía las uñas etc. 
Traudl Junge en la famosa cocina. No se ve a ninguna catadora ni la misma Junge habló jamás sobre ello.
Margot Woelk ha salido a la luz a través de una entrevista a Daily Mail. Asegura que Hitler tenía 15 catadoras a su servicio a las que obligaba a probar toda su comida, debido a la gran desconfianza del Führer. Dice que Hitler solo probaba la comida cuando las 15 catadoras la habían consumido y transcurrido una o dos horas. También asegura que esa labor la realizó en la base de Rastenburg. Lo primero que me sorprende es que nunca había oído que existieran semejantes catadoras. Puedo estar equivocado, pero no recuerdo haber leído en ninguna de las memorias importantes de los colaboradores de Hitler, la actividad de estas catadoras. Y la sola existencia de las mismas nos dejan multitud de interrogantes. Para empezar, si Hitler era tan desconfiado, no se entiende que esta actividad se llevara solamente en la base de Rastenburg y nadie haya declarado nunca que existieran en los otros muchos lugares de residencia del Führer. Por otra parte, esta mujer asegura que el resto de catadoras probablemente fueron fusiladas por los rusos. Es decir, solo ella conoce esta historia. También está el hecho de hacer declaraciones a la edad de 95 años, edad de la que no hay que fiarse en exceso, habida cuenta de que el cerebro humano tiende a transformar la realidad. Me sorprende también que no haya salido ningún historiador avalando las declaraciones de esta mujer. De ser cierto lo que dice , su historia añadiría aspectos de la personalidad de Hitler que desconocemos. Pero yo tengo enormes dudas de que sea verdad.

En 1942 Hitler declaró:

- Mi vida esta en manos de unos pocos seres: mi mecánico, mis ordenanzas, quizá también mi cocinero.

A raíz de este asunto, la prensa ha ido más allá y ha anunciado a bombo y platillo que Hitler quería convertir a Alemania al vegetarianismo tras la guerra. Afirmación que es para echarse a reír y no parar. Sabemos que se considera a Hitler un loco, con lo cual es fácil casar cualquier afirmación tonta con la personalidad de Hitler. El público nunca lo va a poner en duda. Hitler es un negocio redondo. Conocidas son las declaraciones de Hitler, a nivel privado, sobre los beneficios del vegetarianismo. Conocido es también que Hitler fue estrictamente vegetariano durante al menos los últimos 14 años de su vida. En multitud de ocasiones hablaba sobre las maravillas de la dieta vegetariana. Pero no era tan imbécil como para pretender que su entorno más próximo, a quien nunca exigió comer verduras en su presencia, se privara de sus platos de carne y pescado. Ni siquiera Eva Braun fue vegetariana. Ya solo con esto, nos podemos hacer a la idea de cuán difícil debe de resultar para un gobierno que su población entera se haga vegetariana. Es un disparate tan grande que da pereza hasta escribir sobre ello. Quizá la prensa, en su empeño de contar historias a medias, haya cogido alguna declaración sacada de contexto de Hitler. Por ejemplo, en sus conversaciones de sobremesa, Hitler menciona en muchas ocasiones el tema del vegetarianismo. Pero unas declaraciones tan sorprendentes, se hubieran quedado grabadas en las memorias de sus colaboradores. Por supuesto, estoy de acuerdo en que Hitler consideraba el vegetarianismo como la mejor forma de vida y, de haber triunfado, el vegetarianismo hubiera conocido cotas muy altas de aceptación. Al fin y al cabo, los hábitos alimenticios son producto de nuestra cultura, y una cultura que ensalza algo, logra su implantación. Pero una cosa es afirmar eso, y otra muy distinta que Hitler pretendiera imponer algo tan complicado.

Si ponemos en el más famoso de los buscadores las palabras "hitler vegetariano",  nos lleva hasta la Wikipedia, en donde se cuestiona el vegetarianismo de Hitler. Incluso se atreven a mencionar el "famoso" episodio de Hitler (llevado al cine en la nefasta película "Hitler el reinado del mal") en el que golpea a un perrito indefenso delante de una jovencita asustada. No hace falta explicar en este blog el amor que Hitler sentía hacia los animales. Lo conocemos perfectamente. Son tantas las declaraciones de Hitler al respecto, y es tan fácilmente reconocido que Hitler jamás maltrató a un animal, que no vamos a perder más tiempo intentando explicarlo. 

Que Hitler comía carne solo le puede interesar a una asociación  como Resistencia Vegana. En su página web encontramos todo un artículo empeñado en desmontar el vegetarianismo de Hitler, solo porque se horrorizan de que el mayor criminal de la historia haya tenido idénticos pensamientos animalistas y vegetarianos. Un loco así no puede formar parte de los suyos, por mucho de que nadie ha demostrado hasta la fecha que la dieta esté relacionada con el asesinato en masa y el exterminio de pueblos. Pero como para ciertos veganos el consumo de carne sí es un atenuante y una causa de la violencia del ser humano, se deduce que Hitler sí comía carne. El folleto en el que se basan es un artículo que apareció en el New York Times en el que se ponía en duda el vegetarianismo de Hitler. En el artículo se afirma que fue Albert Speer uno de quienes vieron comer a Hitler salchichas, jamón y caza. Sin embargo, Speer no dice ni una sola palabra al respecto en sus memorias, ni tengo conocimiento de que lo comentara a algún historiador. El historiador con el que más tiempo colaboró, Joachim Fest, no menciona el asunto. Yo estoy completamente convencido de que si un colaborador de Hitler le hubiera visto zamparse unas salchichas gratamente, lo hubiera recordado de por vida de manera imborrable. Hitler estaba obsesionado con dar ejemplo. No puedo imaginarme por tanto a un Hitler devorando jamón a la vista para que se corriera el rumor. Por supuesto, otra de las "pruebas" de que Hitler comía carne, es que el Führer mandó envenenar a su perra Blondi. Pero aquí lo importante es que cada uno está dispuesto a creerse sus propias mentiras. Todos lo hacemos. No les culpo. A ellos les bastan cuatro argumentos baratos y sin referencias rigurosas para tragarse ese anzuelo. 


6 de febrero de 2012

Opiniones sobre Hitler

Cedade publicó en el centenario del nacimiento de Hitler, en 1989, dos especiales en los que incluía la visión que tenían del Führer diversos personajes. Extraigo algunos pasajes que considero interesantes. Florentine Rost van Tonningen , viuda de Meinoud Rost van Tonningen, numero dos del Movimiento Nacional Socialista de los Países Bajos, muerto en extrañas circunstancias tras la guerra. Ella dijo de Hitler:

- Los puntos culminantes de mi vida fueron: mi encuentro con el Führer, Adolf Hitler, un hombre que dedicó toda su vida al servicio del pueblo, cumpliendo su misión, encomendada por la Providencia. ¿Qué otro dirigente en todo el mundo consiguió unir a hombres y mujeres de todas las clases sociales en un todo solidario? Él se dedicó a todos.

- ¡Ustedes no pueden imaginarse de qué forma era querido y respetado! ¡Cómo se ofrendaron a él los soldados alemanes, especialmente de la SS, luchando caballerosamente, sirviendo de ejemplo al mundo entero!. Bajo su mandato reinaron el orden y la disciplina típicas de la tradición alemana. Los Congresos del Partido y las manifestaciones fueron acontecimientos únicos, que no habían tenido lugar nunca antes de forma semejante en toda Europa.

- Me encontré con Hitler en el año 1940, junto a mi marido, con ocasión de una conversación privada en el Hotel Adlon de Berlín. Su carisma y serenidad absolutas produjeron en mi, como en todo el que tuvo la suerte de conocerle personalmente, un profundo respeto. En nuestra conversación remarcó el gran respeto que sentía ante las mujeres del norte, crecidas de raíces cósmicas. Hitler elogió a todas las mujeres que se sacrificaron por sus maridos, por su familia y su patria y las consideraba la piedra angular de la nación. Agradezco a la Providencia haberme podido encontrar varias veces junto a mi querido esposo, ante nuestro Führer Adolf Hitler. Hitler fue la herramienta y el profeta, del que emanaba espiritualidad.

El número dos de la revista incluía un reportaje sobre Hitler y los animales. De hecho está extraído del librito del mismo nombre publicado en los años 70. Es un librito que a mi me gusta especialmente. No tiene mucha calidad, pero contiene fotos de Hitler rodeado de animales, la mayoría ya conocidas hoy y, básicamente sus reflexiones sobre los animales extraídas de sus conversaciones. En este blog se han publicado ya algunas. Me gustó especialmente una carta enviada desde Spandau por Rudolf Hess a su mujer en donde habla de forma indirecta de Hitler:

- Me conmovió la desgracia del pequeño perro. ¿Puede dudar alguien realmente que exista un alma finamente modelada en los animales? No lo puedo remediar: la idea de matar y de comer una criatura con una vida interior más sensible que la de muchos hombres es horrible, independientemente de que si haya pueblos que son especialmente aficionados a la carne de perro. No creo que el alma de otros animales -animales que son alimento moral para el hombre- se encuentre por debajo de la del perro. Teníamos una vez con nosotros un cervatillo en Reicholdsgrün que vino a nosotros como un bebé para que lo alimentásemos y que se convirtió pronto en un compañero inseparable de juegos de los niños aunque quería también a los mayores, los cuales le correspondían, hasta que por fin un día, escapándose del jardín, saltó del arroyo desapareciendo en el bosque, donde pronto encontró el amor de un ciervo, amor que superó a todo lo demás, quedándose en el bosque. Pero cuando nosotros caminábamos por el bosque se nos aparecía para saludarnos, incluso cuando estaba acompañado de crías, contemplada por los de su especie que, ciertamente, se extrañaban, pues debido a su instinto había aprendido lentamente que la bestia debe comportarse con extrema prudencia respecto al hombre.

- Nuestro cervatillo nos visitaba de tiempo en tiempo en el jardín y en la casa. ¡Qué pensamiento tan absurdo sería el aprovechar una de estas ocasiones para matarle porque su carne sabe tan bien! Lo mismo podría decirse del, para nosotros menos simpático, ganado vacuno: no hay más que ir a un matadero y contemplar cómo la pobre víctima, imaginando su destino, es empujada hasta el matarife. Uno que fue vegetariano durante 15 años de su vida (se refería a Hitler pero no lo menciona por su nombre debido a la estricta censura que le impide cualquier alusión política) me dijo en una ocasión que la mayoría de los hombres renunciarían a comer animales si se viesen obligados a matarlos personalmente y yo estoy convencido por mi parte de que con el progreso hacia formas superiores de cultura y ética nuestra especie acabará por fin apartándose con horror de toda forma de canibalismo, incluso de las aún hoy practicadas con los animales.

La segunda parte de la revista ofrece 100 opiniones sobre Hitler. Destaco alguna:

- Esta guerra no ha nacido de un capricho de Hitler o de Mussolini. Esta guerra forma parte de la guerra milenaria entre usureros y trabajadores, entre la usurocracia y todos lo que hacen una jornada de trabajo honrado con el brazo o con el intelecto. (Ezra Pound)

- No, Hitler no era un hombre vulgar. Por el contrario era una persona muy inteligente, con gran imaginación y una cultura musical muy profunda. También tenía unas hermosas manos y cuando se hablaba con él normalmente no se le caía el flequillo sobre la frente. (Diana Mitford)

- En Hitler palpitaba una activa concepción frente a la vida, que exigía una participación interna cada vez mayor; pero en el fondo, sus elementales arrebatos de cólera eran una prueba de la pasión que ponía en todas las cosas. (August Kubizek).

- Hitler ha sido el más grande Héroe de la historia alemana. La lucha de Hitler contra la marea bolchevique fue no solo en beneficio de Europa, sino del mundo entero. (Karl Dönitz).

- Adolf Hitler fue mi amigo, desde el día de nuestro primer encuentro hasta su muerte. Y yo también fui su amigo. (Heinrich Hoffmann).

- Era un hombre que sabía lo que quería y que estaba seguro de alcanzar su objetivo. Poseía una gran constancia y tenacidad. Estaba convencido de que tenía y de que podía salvar Alemania y que a ello estaba llamado. (Emmy Göring)

- Hitler había dado la orden incluso de hacer regresar del frente a las personas con talento fuera de lo común, para que pudiesen trabajar en las obras de arte... Él deseaba que la vida artística no se detuviese. Lo quiso hasta el final. (Arno Breker)

- Hitler daba la impresión de ser altamente inteligente, dejaba entrever una valiosísima y confiada memoria, parecía educado y era capaz de ofrecer claras exposiciones. (Herbert Hoover). 

- Le gustaba pasear por el jardín y sentarse junto a la chimenea de la casa: la llamaba la tahona, ya que le hacían pasteles de almendra, justo lo que le gustaba a él... Siempre quería que los médicos le dijeran la verdad sobre su condición física... Hitler tomó la costumbre de no irse nunca a la cama hasta estar seguro de que el último avión enemigo había abandonado el espacio aéreo alemán... Solía hacer una corta siesta por la tarde de 10 minutos... Lee mucho, por supuesto, mucho, especialmente antes de quedarse dormido... El Führer le da mucha importancia a estar delgado. (Dr. Theo Morell)

- Hitler aunaba los dones de la bondad y la dureza y los golpes de la vida, en vez de suavizarlo, lo galvanizaron más. (Conde von Krosigk)

- Hitler tenía una creencia firme en su papel histórico y en que él mismo era una criatura del destino... Poseía una férrea voluntad de afrontar los riesgos y un talento especial para simplificar los asuntos que otros hombres creerían difíciles. (Allan Bullock)

- Hitler con frecuencia encuentra soluciones extremadamente sencillas para problemas que a otros hubieran parecido insolubles. (Schacht)

- El Führer me da la impresión de ser una persona de sentimientos sumamente sinceros. Casi quisiera decir que aquí reina un ambiente de paternal cordialidad. (Hans U. Rudel)

- Hitler seguramente permaneció fiel a Eva Braun y nadie ha dudado tampoco de la fidelidad de ella para con él. (Prof. Hasselbach)

- Hemos recorrido el mundo. Pero las cosas que hemos visto en Alemania serían difíciles de imaginar. Es un milagro que solo un hombre y una voluntad pueden explicar. (Eduardo VIII)

- No sabes lo que Hitler tiene en la cabeza hasta que no tienes el honor de escuchar a este hombre extraordinario. (Wallis de Windsor)





13 de febrero de 2011

Hitler soldado

Autorretrato de Hitler joven
Voy a tratar el aspecto de Hitler durante la I Guerra Mundial. Se trata en efecto de un periodo muy importante en la vida del futuro Führer, que le marcó no solo en lo personal, sino que determinó también su futuro político y, por tanto, el futuro de la humanidad. La contienda dejó tanta huella en Hitler que durante sus tertulias era un tema muy habitual. En todo caso, la I Guerra Mundial marcó también la vida de varias generaciones de alemanes. Cuando estalló la guerra, Hitler vivía plácidamente en Múnich. Hitler se encontraba feliz en la ciudad bávara. En Mi Lucha dijo "si hoy tengo predilección por Múnich, como por ningún otro lugar en el mundo, es sin duda porque esta ciudad está indisolublemente ligada a la evolución de mi propia vida." Como sabemos, Hitler era de nacionalidad austriaca y no ingresó nunca en su ejército. Fue esquivando ese ingreso con éxito. Hitler detestaba el Estado de los Habsburgo:

- Mi antipatía contra el estado de los Habsburgo creció cada vez más en aquella época. Estaba convencido de que este estado tenía que oprimir y poner obstáculo a todo representante verdaderamente eminente del germanismo y sabía también que, inversamente, favorecía toda manifestación anti-alemana. Repugnante me era el conglomerado de razas reunidas en la capital de la monarquía austriaca, repugnante esa promiscuidad de checos, polacos, húngaros, rutenos, serbios, croatas, etc, y, en medio de todos ellos...

Conocida foto. No se sabe a ciencia cierta si es Hitler.
Así pues, cuando estalló la guerra Hitler envió una petición personal al rey Luis III para que le permitiera alistarse como voluntario en su ejército. Y lo consiguió. "Debía, pues, comenzar para mi, como por cierto para todo alemán, la época más sublime e inolvidable de mi vida."

Al comienzo, Hitler hizo la instrucción militar en el Segundo Regimiento de Infantería de Baviera, en Múnich.  Al poco tiempo ya partió hacia el frente. Hitler se encontraba feliz de poder servir a la patria, pero también pensaba en la muerte, como lo demuestra el hecho de que escribió una carta a su casero pidiéndole que si llegaba a morir entregara sus posesiones a su hermana. Lo cierto es que nada más entrar en combate, Hitler esquivó a la muerte de manera milagrosa. Es algo que le ocurriría durante el resto de su vida: salvarse milagrosamente de la muerte en los más peligrosos momentos. Su primer contacto con el frente le sirvió a Hitler para recibir su primera condecoración: La Cruz de Hierro de Segunda Clase:

"Fue el día más feliz de mi vida. Desgraciadamente, mis camaradas, que también se ganaron la condecoración, están casi todos muertos." Además, fue ascendido a cabo. No solo eso: Hitler se ganó el respeto de los oficiales y de los soldados.  Ya desde el comienzo de la guerra Hitler fue designado como mensajero del regimiento, una labor ciertamente peligrosa. Sin embargo, a pesar del sangriento comienzo, la guerra de trincheras dispuso que Hitler dispusiera de tiempo libre para pintar. Se llevó los utensilios y pintó muchas acuarelas. 

John Toland da una descripción del soldado Hitler:

Hitler marcado con una cruz
"A pesar de sus peroratas contra el fumar y beber, Adi era apreciado por la mayoría, pues se podía contar con él en los momentos críticos. Jamás abandonaba a un camarada herido ni se fingía enfermo cuando llegaba el momento de emprender una misión peligrosa. Además, era un buen compañero durante las largas y tediosas horas que pasaban esperando a entrar en combate. El hecho de ser artista aumentaba su popularidad entre los camaradas del cuartel. Dibujaba postales que ilustraban momentos cómicos de la vida que llevaban. Una vez, por ejemplo, un soldado mató un conejo para llevárselo a casa cuando estuviese de permiso, pero partió con un paquete que contenía un ladrillo que alguien había cambiado por el animal. Hitler envió a la víctima de la broma una postal con dos dibujos: uno representaba a un soldado desenvolviendo un ladrillo en su casa,  y el otro a su amigos del frente comiéndose el conejo."

Fue durante ese tiempo en que Hitler adoptó un pequeño terrier blanco, que pertenecía a un soldado inglés. Hitler adoptó al perrito y consiguió que se adaptara a él. Le llamó "Foxl" (zorrito) y le enseñó a hacer muchos números circenses. El perrito no se separaba de su amo, con quien dormía incluso. Hitler no olvidó nunca a su perro:

Hitler marcado con una cruz
- Es enorme lo que he querido a aquel bicho. Nadie podía tocarme sin que Foxl se pusiera furioso. No seguía a nadie más que a mi. Cuando llegó la guerra de gases, no pude continuar llevándolo a las primeras filas. Eran mis compañeros los que le daban de comer. Cuando volvía después de dos días de ausencia, ya no quería separarse de mi. En la trinchera todo el mundo le quería. Durante las marchas corría alrededor de nosotros, observándolo todo: no se le escapaba nada. Lo compartía todo con él. Por la noche se acostaba a mi lado. ¡Y pensar que me lo robaron! Hice el proyecto, si salía vivo de la guerra, de proporcionarle una compañera. No habría podido separarme de él. Nunca en mi vida he podido vender un perro. Foxl era un verdadero perro de circo. Conocía todos los trucos... terminé por enseñarle de todo: saltar obstáculos, subir por una escalera de mano, bajar de ella. Lo esencial es que un perro  duerma siempre al lado de su amo. Cuando debía marchar a las primeras líneas y el combate era fuerte, le ataba en la trinchera. Mis compañeros me decían que no se interesaba por nadie durante mi ausencia. Hasta de lejos me reconocía. ¡Qué entusiasmo desplegaba en mi honor!

Pasaporte militar de Hitler
En 1916 el regimiento de Hitler se trasladó hacia el sur, para comenzar la batalla del Somme. Fue una batalla terrible que costó miles de vidas y que no sirvió de nada, ya que la situación de ambos ejércitos era la misma que cuando empezó la batalla. Miles y miles de vidas se perdieron y los alemanes no cedieron. Hitler siguió saliendo ileso de muchas peligrosas misiones. Sin embargo, la noche del 7 de octubre, mientras dormía, su buena suerte le abandonó. Un obús estalló cerca de su lugar y arrojó a todos los mensajeros unos sobre otros. Hitler resultó herido en el muslo, pero a pesar de todo intentó convencer a sus jefes para continuar en el frente. Sin embargo le trasladaron a un hospital de campaña. Fue su primera herida. Fue trasladado a Alemania a un hospital militar situado al suroeste de Berlín. Allí pudo disfrutar de muchas comodidades y en cuanto pudo caminar se fue a pasar un fin de semana a Berlín. Tras dos meses le dieron el alta y fue destinado a un batallón de reserva de Munich. Sin embargo, no se encontraba a gusto en la ciudad. Todo le resultó muy cambiado y ansiaba ver a sus compañeros del frente. 

Sin embargo, las visitas de Hitler a Alemania durante la I Guerra Mundial le sirvieron para hacerse a una idea de la situación:

-Restablecido, en cuanto pude caminar, se me dio permiso para trasladarme a Berlín. Pobreza amarga se revelaba en todas partes. La ciudad de los millones de habitantes padecía hambre. Dominaba el descontento. En los sitios frecuentados por soldados el estado de ánimo era parecido al que reinaba en el hospital. Se recibía la impresión de que aquellos elementos buscaban deliberadamente esos lugares para propagar su pesimismo. Aún mucho más decepcionantes eran las circunstancias de Munich. Creí no volver a reconocer aquella ciudad, cuando después de abandonar el hospital de Beelitz fui destinado allí aun batallón de reserva. Por doquier: malhumor, decaimiento, vituperios. Hasta en el mismo batallón se notaba una depresión profunda...


Pasaporte militar de Hitler
A pesar de haber demostrado valor en el combate y merecer un ascenso, Hitler continuó con el grado de cabo. Toland encuentra una explicación diciendo que "más importante era que, como mensajero, no podía ascender a una categoría superior a la de cabo. Si lo promovían, tendría que renunciar a las tareas que prefería, y la unidad perdería a uno de sus mejores correos."

En 1917 Hitler obtuvo un permiso que disfrutó viendo Bruselas, Colonia, Leipzig, ciudad esta última que gustó mucho a Hitler. Después pasó varios días en Dresde, antes de viajar a Berlín, que le impresionó mucho:

- La ciudad es maravillosa; una verdadera capital mundial. El tráfico sigue siendo tremendo. Me paso casi todo el día fuera. Ahora tengo por fin la oportunidad de estudiar un poco mejor los museos. En resumen: no falta nada.

Después volvió al frente, donde Hitler tuvo mucho tiempo para leer:

- La guerra lo obliga a uno a pensar profundamente acerca de la naturaleza humana. Cuatro años de guerra equivalen a treinta años de formación universitaria en lo que respecta a los problemas de la vida. No había nada que detestase más que la basura literaria. Cuando nos preocupamos por el destino de la humanidad, sólo podemos leer a Homero y obras evangélicas. En los últimos años de guerra leía a Schopenhauer y volvía a él una y otra vez. Después pude prescindir del evangelismo, aunque Cristo fue un auténtico luchador. Pero poner la otra mejilla no es una receta muy recomendable para el frente.

Para comprender la decepción que supuso para Hitler el termino de la I Guerra Mundial hay que comprender que durante el año 1917 los alemanes estaban convencidos de poder ganar la guerra. En marzo se firmó la paz con los soviéticos. Esto supuso para Hitler una alegría ya que parecía que la victoria estaba más cerca. A partir de entonces, Hitler participó en todos los ataques dirigidos por Ludendorff: en Somme, en el Aisne y en Marne. Hitler tenía un espíritu ganador, estaba optimista. En una de sus incursiones en el frente Hitler logró ver en una trinchera algo que le pareció un casco francés. Se acercó arrastrándose y sacó su pistola. Entonces Hitler comenzó a gritar como si estuviera con toda una compañía de soldados y de esta forma pudo entregar sus cuatro prisioneros él solo. Un compañero recordó:

- No había circunstancia ni ocasión que le impidiera ofrecerse voluntario para las tareas más difíciles, arduas y peligrosas, y siempre estaba dispuesto a sacrificar vida y tranquilidad por su patria y por los demás. 

Así pues, el 4 de agosto Hitler recibió la Cruz de Hierro de primera clase. En el motivo de la concesión constaba:

"Por su valentía personal y sus méritos generales"

Además de esta condecoración y de la Cruz de Hierro de segunda clase, Hitler recibió las siguientes condecoraciones:

- El 17 de septiembre de 1917 la Cruz Militar de tercera clase con espadas.
- El 9 de mayo de 1918 el Regimentsdiplom por su valentía.
- El 18 de mayo de 1918 la medalla a los heridos.
- El 25 de agosto de 1918 la medalla al servicio de tercera clase.

Cuatro días después de recibir la Cruz de Hierro, un contraataque aliado fracturó las líneas alemanas en Amiens. A partir de entonces, la situación política de Alemania cambió. Hitler lo explica en Mi Lucha:

- En el verano de 1918 notábase una pesada atmósfera en todo el frente. La discordia reinaba en la patria. ¿Y por qué? Múltiples rumores circulaban en los diversos sectores de las tropas del ejército en campaña. Se decía que la guerra no tenía perspectivas y que solo los locos podían confiar todavía en la victoria; que el pueblo alemán no tenía interés en mantener la resistencia y que únicamente los capitalistas y la monarquía estaban interesados en ello. Todo esto venía desde la patria y era comentado en el frente... Mi punto de vista personal fue firme desde el primer momento: odiaba profundamente a toda esa caterva de miserables situacionistas políticos. Hacía mucho tiempo que veía claramente que esos sujetos no perseguían el bienestar dela nación, sino simplemente el propósito de llenar sus bolsillos. Y el hecho de que ellos fuesen capaces de sacrificar a todo el pueblo y si era necesario llevar también a Alemania a la ruina, hizo que yo los considerase, ya desde entonces, maduros para la horca. Ceder ante sus deseos implicaba sacrificar los intereses del pueblo trabajador en provecho de un grupo de timadores, y satisfacerlos solo era posible al precio de renunciar a Alemania. Así pensaba -como yo- la gran mayoría del ejercito en campaña.

Carnet militar de Hitler en 1919
El regimiento de Hitler se dirigió por tercera vez a la zona de Ypres. Se atrincheraron en los campos y las colinas cercanos a Comines. La mañana del 14 de octubre Hitler quedó cegado por el gas. En esa situación, cegado por completo, recibió Hitler la noticia de que Alemania se disponía a rendirse. Las secuelas del ataque con gas fueron muy dolorosas para Hitler, aunque mucho más doloroso para él fue el armisticio. Él había lo había dado todo y ahora se encontraba en esa bochornosa situación.


A partir de entonces, la historia es bien conocida. Probablemente sin la capitulación alemana, ahora no estaríamos hablando de Hitler.

Bibliografía: Adolf Hitler (Toland)
Mi Lucha (Adolf Hitler)
Conversaciones (Adolf Hitler)

29 de junio de 2010

Yo fui el piloto de Hitler -1ª parte-

Yo fui piloto de Hitler - Hans Baur

Acabo de finalizar las memorias del piloto de Hitler. Que yo sepa, no se encuentran editadas en España, por lo que se hace obligatorio hacerse con esta edición argentina, con las diferencias lingüísticas propias. Por cierto, me gustaría saber si los del otro lado del atlántico notan mucha diferencia entre un libro traducido en España y otro propio. Porque ciertamente a mi en ocasiones me resulta un poco complicado entender la traducción. 

Esta biografía la podemos considerar hermana de otras escritas por colaboradores y amigos de Hitler. Va muy bien en nuestra estantería junto a "Yo fui amigo de Hitler" de Heinrich Hoffmann, Doce años junto a Hitler de Christa Schroeder o, en menor medida, "Hasta el último momento" de Traudl Junge. Se trata de biografías de amigos de Hitler que no necesariamente relatan los horrores de la guerra, sino anécdotas más o menos interesantes de la vida y personalidad de Hitler. En ese sentido Baur es bastante benévolo con Hitler, teniendo en cuenta los diez años que el pobre hombre tuvo que sufrir en diversos campos de concentración de Rusia y que le costaron la amputación de una pierna. Yo doy mucha importancia a estos libros, puesto que en ellos encontramos a un Hitler en estado puro, tal y como era. Por otra parte, el autor, al hablar solo de esas anécdotas, queda en cierta forma absuelto de los supuestos crímenes que la historia pudiera atribuirle, o por lo menos de su supuesta complicidad, que de todo supongo habrá. 

Baur se puso al servicio de Hitler en marzo de 1932, esto es, justo un año de la subida al poder. Por lo tanto, participó activamente en las campañas electorales finales de Hitler. Baur asegura que de ese modo "Hitler, voluntariamente o no, se convirtió entonces en el gran propagandista de la Lufthansa y contribuyó grandemente a la extensión del tránsito aéreo." Así que ya tenemos otra atribución para Hitler, la de haber contribuido en la popularidad del tráfico aéreo. 

Otro mérito indiscutible de Hitler es el de la persuasión. Solo Hitler era capaz de atraer a las masas hacia su movimiento como nadie lo ha hecho nunca. Era capaz de convencer a un comunista sin el menor problema. Con ocasión de una campaña electoral en la que debía hablar en Hamburgo, ciudad ganada por los comunistas, se produjeron varios disturbios y Hitler le dijo al piloto:

- Si logro hablar durante diez o quince minutos, la partida ha sido ganada. No hay que temer que me arrojen fuera. La mayor parte se calla para escucharme hablar, primero con desconfianza, luego con entusiasmo.

Se comprende entonces el por qué Hitler habló siempre con angustia que le hubieran ido mejor las cosas de no haber apoyado a Franco, pues siempre dijo que le hubiera resultado más fácil convencer a los comunistas españoles para su causa.

Como el libro contiene muchas anécdotas, voy a resumir alguna que me ha llamado la atención.  En una ocasión en que Hitler estaba cansado de estar junto a muchos hombres, propuso a Sauckel:

- Arregle usted algo para traer algunas mujeres a nuestra mesa. Ya estoy cansado de ver siempre hombres alrededor de mi, y querría escuchar algunas voces femeninas.

Hitler se entusiasmó con la idea. Sin embargo, cuando alguna mujer se le acercaba, apenas le mostraba confianza. Le dijo a Baur:

- Usted tiene razón. Hay cosas que no puedo permitirme. Conmigo las mujeres no buscan más que un efecto de propaganda y como me encuentro bajo los reflectores de la vida pública, debo preservarme  de ellas. Si usted se permite una comparación, nadie irá a gritarlo por los techos, pero yo, no podría después mostrarme en ninguna parte. Las mujeres son incapaces de contener su lengua. 

Efectivamente, no se conoce a ninguna mujer que haya podido decir que mantuvo una relación íntima con Hitler. Estoy convencido de que de haber existido, se sabría perfectamente. Por lo tanto, Hitler hizo siempre un gran esfuerzo por mantenerse alejado de las mujeres. "Hitler evitaba ansiosamente todo aquello que pudiera alcanzar su prestigio, su aureola", sentencia Baur. 

Otra anécdota que relata Baur:

"Era por cierto muy interesante aprender a conocerlo más de cerca, principalmente cuando él trataba de calmarse. En los jardines de la cancillería había muchas ardillas domesticadas. Cuando Hitler llegaba allí corrían hacia él saltando y brincando para conseguir avellanas. Siempre las llevaba en los bolsillos. A menudo cuando su provisión se acababa yo le proponía ir a buscar otras. Pero él se negaba siempre:

- No, Baur, ese no es su papel.

Llamaba entonces, aparecía un criado detrás de los árboles y le traía nuevas avellanas. "

Me cuesta mucho creer que una persona tan sensible con los animales, fuera un monstruo con los humanos. Quizá ambas cosas no sean incompatibles, pero en Hitler tenemos suficientes anécdotas como para pensar claramente en una sensibilidad mayúscula. 

Otro ejemplo más de la prodigiosa memoria de Hitler lo encontramos en otra anécdota. En una ocasión en la que se encontraban en casa de Hanfstaengl, éste interpretó una obra al piano. Después de que Hanfstaengl la interpretó, Hitler la silbó desde el comienzo hasta el final, interrumpiéndose para señalar alguna modificación. 

Una cuestión que me ha desconcertado es cuando Baur habla de la primera entrevista entre Hitler y Mussolini y la sitúa el 14 de Junio de 1933 en Venecia. Yo tengo entendido que esa famosa entrevista tuvo lugar en 1934, así que pensé que se trataba de un error de traducción o de imprenta. Sin embargo, al final del libro Baur continúa diciendo que Hitler y Mussolini se encontraron en 1933, 1934, 1937 y 1943. La verdad es que ignoro por completo si Hitler y Mussolini se encontraron por vez primera en 1933, pero no tengo constancia y lo dudo. Por otra parte, Baur insiste en que en febrero de 1934 tuvo lugar la segunda entrevista entre los dos mandatarios, también en Venecia. 

Hace un tiempo se habló de una nueva biografía sobre Eva Braun próxima a publicarse. Traté el asunto en el blog. En esa nueva biografía la autora aseguraba que Eva Braun jugó un papel destacado en la política de Alemania y que tuvo influencia en Hitler. Yo siempre lo dudé. Baur nos saca de dudas una vez más, al tiempo que creo que hace un esbozo perfecto de lo que fue la relación de Hitler y Eva Braun:

"Eva Braun no jugó absolutamente ningún papel en la política y no concibió ninguna ambición a partir de la situación privilegiada en la que se encontraba.Todos los que la han conocido se han sentido tocados por su personalidad. Se ha tejido alrededor de ella una leyenda, en esta época en la que se busca lo sensacional y se ha contado a su respecto gran cantidad de estupideces. Ella no fue gran cosa, pero se contentó con lo que era, limitándose a ser una mujer a la que un hombre quería hacer dichosa y logrando tan sólo una dolorosa felicidad. Personalmente aprecié enormemente su simplicidad y su bondad."



27 de septiembre de 2009

¿Fué Hitler una persona insensible?


Al hablar de Hitler se tiene la impresión de que se trató de una persona insensible ante el sufrimiento ajeno. A Hitler nunca le importaron las consecuencias de una acción para conseguir un fin. El fin para él era lo más importante, con independencia del resultado. Si ese método fue correcto o no, la historia acabará por decidirlo. Sin embargo, a pesar del sufrimiento ocasionado,  Hitler no fue una persona insensible. Todo lo contrario. Hitler, como ser humano, tenía sentimientos y fue capaz de sufrir por la pérdida de sus seres queridos.

 El primer ejemplo lo tenemos en el fallecimiento de su madre. Cuando su madre enfermó de cáncer, Hitler se encontraba en Viena. Hitler recibió una carta de la esposa del jefe de correos comunicándole que su madre se encontraba grave. Hitler se apresuró a regresar a casa de su madre. Durante toda su agonía cuidó de su madre con mimo y ayudó en las tareas del hogar. Su madre se encontraba muy enferma pero se alegró mucho de tener a su hijo preferido junto a ella. Durante la agonía, el comportamiento de Hitler cambió mucho. Quiso agradar a su madre en todo. Cuando finalmente falleció, Hitler se sumió en una gran depresión. Los que le vieron (el doctor que atendió a su madre, su amigo de juventud Kubizek) aseguraron que nunca habían visto a una persona tan afectada por la pena como a Hitler. Durante el resto de su vida la recordó. El retrato de ella siempre le acompañó donde fuera. Y es muy posible que al final de su vida, Hitler pensara en su madre, porque también en el búnker tenía su retrato. En la imagen de arriba, Hitler deposita unas flores en la tumba de sus padres con ocasión de la anexión de Austria al Reich.



Otra muerte que Hitler nunca superó fue la de su sobrina Geli Raubal. Como es sabido, Hitler tomó la tutela de su sobrina y se la llevó a vivir a su apartamento. Allí se pegó un tiro mientras el Führer se hallaba en un viaje electoral. La noticia de la muerte de su sobrina sumió a Hitler en una depresión de la que tardó en recuperarse. Durante semanas Hitler perdió las ganas de vivir e incluso estuvo a punto de quitarse la vida. Sus más cercanos aseguran que vieron llorar a Hitler por esa muerte. Durante el resto de su vida, Hitler hizo un culto de la figura de su sobrina. La habitación en la que se quitó la vida se convirtió en algo sagrado. La dejó intacta y Hitler iba a meditar a menudo allí.

Con ocasión del vuelo de Rudolf Hess a Gran Bretaña Hitler confió a la señora Bruckmann:

- Todos tenemos nuestras tumbas y nos vamos quedando cada vez más solos, pero debemos sobreponernos y seguir viviendo, ¡mi queridísima señora! Yo también me he quedado sin los dos seres humanos, de entre todos los que me rodean, a quienes he querido con toda el alma: ¡el doctor Todt ha muerto y Hess ha preferido alejarse volando de mí!


El ministro de armamentos, el doctor Todt, antecesor del famoso Speer, murió en un accidente de aviación. Tras su muerte, era habitual oír a Hitler lo mucho que había sentido su muerte. Dijo que se trató de "un duro golpe".

Otros aspectos que denotan la sensibilidad de Hitler son los referentes a su trato con los animales y el arte. Desde muy joven Hitler sintió cariño y respeto por los animales. Durante la primera guerra mundial, Hitler adoptó un perrito al que cogió gran cariño. El perrito era muy listo y se convirtió en el pasatiempo del regimiento. Siempre dormía junto a Hitler y fueron inseparables. Pero en una ocasión le robaron al perrito. Hitler siempre lo recordaría. Incluso en los últimos meses de su vida, Hitler tuvo momentos de recuerdo para aquel perrito. "Quien me lo robó, no sabe lo que me hizo", solía decir. Durante el III Reich se prohibió la experimentación con animales. Incluso durante la guerra, Hitler instauró también una cartilla de racionamiento especial para las familias que tenían perro.

Uno de los aspectos en donde Hitler sacaba más a relucir su sensibilidad era en el arte. Tanto en la pintura, la arquitectura y, especialmente la música, Hitler siempre mostró una gran sensibilidad. Durante una representación de wagneriana Hitler se sentía transportado.

Y, por supuesto, su relación con Eva Braun, no deja lugar a dudas sobre un Hitler humano. Incluso Hitler quiso que Eva Braun se alejara del búnker para evitar su muerte, pero Eva le siguió hasta la muerte. Se trata de una historia de amor realmente increíble que, si se llevara correctamente, podría ser una buena película.

23 de febrero de 2009

Hitler y la caza


Ahora que asistimos a la dimisión de un ministro cazador, es buen momento para observar cuál era la opinión de Hitler hacia la caza. Su postura fue siempre abiertamente contraria hacia esa afición. No solamente le repugnaba sino que el Führer era contrario a toda clase de tortura animal. Su mismo vegetarianismo era de origen ético, es decir, estaba en contra de matar animales para su consumo. En ese sentido podemos afirmar que Hitler fue un adelantado también a su tiempo, cuando las posturas ecologistas y animalistas prácticamente eran desconocidas. Por cierto que esto también ha generado numerosos debates puesto que no les debe hacer ninguna gracia a los ecologistas ni a los animalistas tener entre sus defensores a un personaje de la talla de Hitler. Lo cierto es que Hitler fue un amante de los animales siempre. Numerosos son sus comentarios hacia los perros y hacia muchos animales. Pero veamos lo que opinaba de la caza:

- El elemento más simpático en la caza es el animal, después el cazador furtivo. Él por lo menos pone en peligro su vida. El último tipejo puede declarar la guerra a un corzo. La lucha es demasiado desigual entre un fusil de repetición y un conejo, que no ha progresado desde hace tres mil años. La caza no es un deporte popular. Si fuera cazador ello me perjudicaría más ante mis partidarios que una batalla perdida.

Precisamente el número dos del régimen, Hermann Göring, fue un gran amante de la caza. Sin embargo Göring, procuraba respetar al máximo las leyes de la naturaleza. A él se debió la primera (si no la única) ley en contra de la vivisección. Suyas fueron unas leyes de caza que se anticiparon a las que se aplican en toda Europa hoy en día. No obstante, cada vez que Göring y Hitler hablaban amigablemente, Hitler sacaba el tema de la caza, con el consiguiente sonrojo de Göring. 

- Como profesión no tengo nada contra la caza. Mas hoy la caza se ha convertido en una moda; todo funcionario del partido siente la necesidad de pertenecer a algún sindicato o grupo de cazadores, con objeto de inmolar sin hacer distingos a todos los animales de la tierra que han quedado reducidos al silencio.

Göring defendía el punto de vista del cazador, al que presentaba como protector de los bosques. Hitler bromeó:

- Sí, es cierto. El cazador protege y defiende a los desgraciados animalitos hasta que llega el momento en que cree que ha de matarlos. El ojeador advierte a su amo acerca del momento y el lugar en que el animal hará su operación; entonces el amo, cómodamente instalado detrás del anteojo, espía a su víctima para asesinarla. Después, el glorioso cazador, vuelve a casa llevando la presa. 

- Pero nuestras nuevas leyes sobre la caza prohíben la matanza sin discriminación -discutió Göring. Además, el verdadero cazador encuentra mayor placer en atacar a los animales salvajes. 

- Y bien -contestó Hitler- entonces ¿por qué no siguen el ejemplo del duque de Windsor? Le he preguntado si le gustaba la caza. Le gusta, en efecto... pero no con una escopeta: no lleva más armas que su cámara fotográfica.

- ¡Al diablo las bromas! Si usted se llama cazador, ¿por qué no combate con un animal salvaje con armas iguales? ¡Si, señor Montero! Si yo le viera a usted matando un jabalí con una lanza, no dejaría de felicitarle. 

Más adelante Hitler prohibió toda clase de artículos en la prensa que hicieran referencia a la caza. 

Hitler también dijo:

- La caza y las carreas de caballos son los últimos restos de un mundo feudal ya extinguido. 
Lamentablemente, el mundo de la caza continúa hoy en vigor. La cacería del Ministro de Justicia junto a un famoso juez nos dan fiel testimonio y me ha dado la ocasión para hablar de un tema que, personalmente, también condeno. 


Fuente: "Hitler y los animales"

20 de enero de 2009

Hitler y los perros

Hitler en compañía de diferentes perros. Como se sabe, el perro era su animal favorito y le gustaba mucho estar en su compañía. Tanto amaba Hitler a los perros que, en plena guerra, hizo crear una cartilla de racionamiento para los perros.

24 de noviembre de 2008

El Aguila de Hitler






























A Hitler, en el Berghof, le gustaba contemplar a dos águilas mientras hacían círculos en el cielo. Las contemplaba con sus prismáticos durante varias semanas. Sin embargo cierto día Hitler no vio a sus águilas. El Führer parecía angustiado con la ausencia de las aves. Durante varios días no se hablaba de otra cosa. Hitler estaba muy preocupado.

Tiempo después viajando en coche Hitler observó una gran ave disecada , con las alas abiertas, que estaba en la parte de atrás de otro coche que se cruzó con el de Hitler. Inmediatamente hizo parar la comitiva.

- Creo que es mi águila, gritó.

Un miembro de la escolta tuvo que dar la vuelta y alcanzar al coche.

- Si estoy en lo cierto, dijo Hitler, les prometo que esos miserables van a sufrir un castigo ejemplar, lo mismo que el destinatario del regalo.

Una hora después el escolta regresó y le comunicó al Führer que efectivamente era su águila. Hitler se interesó por el comprador. Se quedó de piedra cuando le comunicaron que el regalo iba destinado a él. Por supuesto, quien hizo el encargo de semejante regalo, ignoraba por completo que Hitler era un amante de los animales y detestaba la caza.

Fuente: Yo fui amigo de Hitler, Heinrich Hoffmann

13 de octubre de 2008

Hitler y los Perros



Recuerdo que en una de las peores películas sobre Hitler, sino la peor, "Hitler el Reinado del Mal", protagonizada por Robert Carlyle, hay una escena en la que se ve a un Hitler enfurecido latigando a un perro. Sencillamente esto es una falacia absoluta. Es de sobra conocido el amor que Hitler sentía hacia los perros. Tanto es así que durante la guerra las familias con perro también tenían una cartilla de racionamiento para sus canes. Recuerdo que la escena del film me produjo mucha indignación, por ser absolutamente falsa. Hitler tuvo perros casi siempre. El primer perro del que tengo constancia fue Foxl y fue durante la I Guerra Mundial. Pero dejemos a Hitler que nos hable de aquel perro:

"Es enorme lo que he querido a aquel bicho. Nadie podía tocarme sin que Foxl se pusiera furioso. No seguía a nadie más que a mi. Cuando volvía después de dos días de ausencia ya no quería separarse de mi. En la trinchera todo el mundo le quería. Durante las marchas, corría alrededor de nosotros, observándolo todo: no se le escaba nada. Lo compartía todo con él. Por la noche se acostaba a mi lado. ¡Y pensar que me lo robaron! No habría podido separarme de él. En mi vida he podido vender un perro. Me acuerdo: fue antes de llegar a Colmar. El ferroviario que quería conseguir a Foxl pasó dos veces por el vagón y me ofreció doscientos marcos. "Aunque me diera cien mil, no lo tendría usted". Al bajar en Harpsheim , me apercibo súbitamente de que el perro ha desaparecido. La columna se pone en marcha. ¡Me era imposible quedarme detrás! Estaba desesperado. El sinvergüenza que me robó mi perro no sabe lo que me hizo."

Como se puede observar, nada que ver con la escena de la película.

El siguiente perro en la vida de Hitler fue Muck, que se lo regalaron en 1921. Habla Hitler:

"Estaba tan triste con el recuerdo de su antiguo amo, que no podía acostumbrarse a mi. Decidí separarme de él. Su nuevo dueño se había alejado unos pasos solamente cuando le abandonó y vino a refugiarse a mi lado poniéndome las patas sobre los hombros. Entonces me quedé con él. "

Sí es cierto que Hitler daba prioridades también a los perros dependiendo de su raza. A Eva Braun le regaló dos perros terrier escoceses negros pero prohibió la distribución de fotografías en las que aparecía con ellos. Se solía burlar de los perros de Eva Braun. Sin embargo permitía a Eva tenerlos en su salón, lo que motivaba que su perra favorita, Blondie, tuviera que quedarse encerrada. Cuando lograba ablandar a Eva le pedía permiso para traer a Blondie y retirar los dos canes de Eva. Resulta curioso que Hitler pidiera permiso a alguien para hacer algo.

Efectivamente, Blondi fue el pastor alemán favorito y más conocido de Hitler. Sentía verdadera pasión por ella. Incluso Hitler tenía un jefe de perros, el sargento Tornow, que era el único autorizado a pasearla. Hitler jugaba mucho con Blondi y le gustaba que los demás vieran lo inteligente que era. La perra era capaz de hacer piruetas que dejaban maravillados a los invitados de Hitler. Le decía "Blondi, ¡canta!" y la perra se ponía a aullar. Cuanto más le alababa Hitler, más aguda era la voz de la perra. Cuando la perra cantaba con voz grave, Hitler le decía "Blondi, canta más grave, como Zarah Leander" y la perra aullaba tan grave como un lobo.

"Es el perro más inteligente que conozco. A veces juego con ella a la pelota en mi despacho. A veces lanza la pelota debajo del armario y tengo que ir a la chimenea y recogerla con el atizador... tengo miedo de que se rompa las patas en el suelo de parqué, por eso no ya no juego con ella."

Hitler por las mañanas daba un paseo con Blondi. Mandó construir una pista de obstáculos para hacerle correr. Según Christa Schroeder, esa era la única distracción de Hitler.

Hitler intentó aparear a Blondi en varias ocasiones. La primera vez lo intentó con el perro de la viuda de Troost pero no hubo forma. La segunda vez, esta vez con éxito, se apareó con el perro de Alfred Rosenberg y Blondi parió ocho cachorros, pero solo sobrevivieron tres. Al más fuerte de ellos lo bautizó con el nombre de Wolf, como le gustaba ser llamado a si mismo. Pero esto sucedió ya al final de la guerra. Durante el mes de abril de 1945 era habitual ver a Hitler jugar con Wolf, que se había convertido en su cachorro favorito.

Blondi estuvo enferma en 1943 cuando contrajo una enfermedad contagiosa. Hitler hizo llevar a su perra a una clínica veterinaria privada de Munich e hizo llevar a la clínica huevos, carne y manteca para su perra. Cada mañana llegaba un informe sobre su salud que su ayuda de cámara le leía. Si el informe no era muy bueno, Hitler se mostraba muy preocupado. Pero la perra se restableció.

Para reafirmar el carácter diabólico de Hitler se ha dicho que mandó probar el veneno con el cual se iba a suicidar primero con Blondi. Efectivamente fue así. Pero no solo para probar su eficacia sino porque Hitler sabía que Blondi sin su presencia estaba perdida. Imaginémonos que la perra hubiera caido en manos de los rusos. Estoy seguro de que habría sido un botín con muy poco futuro.

El destino de los perritos de Eva Braun es poco conocido. Negus murió en Berlín al estallar una granada soviética. Stasi, el otro perrito, se encontraba en el Berghof al final de la guerra. En medio de toda la confusión que reinaba en la casa de Hitler, el perrito escapó y nadie sabe cómo logro recorrer más de 100 kilómetros hasta Munich. Un vecino se apiadó del animalito y le dio de comer. Pero después desapareció. Como Hitler y Eva Braun.

NOTAS:
En la primera imagen, Hitler con su perro Foxl durante la I Guerra Mundial.
La segunda imagen, poco distribuida, Hitler en los alrededores del Berghof, supongo que a finales de los años veinte. Tercera y cuarta imagen, Hitler y Eva Braun con sus perros.
Fuentes: "Conversaciones sobre la Guerra y la Paz"
"Doce años junto a Hitler"
"Hasta el Último Momento"
"El Informe Hitler"
"Hitler y Eva Braun"