17 de julio de 2012

Carta de Hitler al presidente von Hindemburg

En noviembre de 1932 Hitler envió esta carta al Presidente de la república von Hindemburg.

RUEGO A VUESTRA EXCELENCIA ME CONCEDA LA MÁXIMA AUTORIDAD Y PODER

Después de seis meses de gobierno, el gabinete Papen -como había predicho- ha quedado completamente aislado dentro de Alemania y a su vez ha llevado a ésta a un aislamiento con respecto al exterior.

Si hoy un gobierno tuviera que recoger esta terrible herencia política... su acción sólo podrá tener éxito siempre que hacia él confluyan una autoridad desde arriba y una fuerza desde abajo igualmente grandes y potentes.

Si yo, en calidad del movimiento nacionalsocialista, he sido nuevamente llamado a Berlín por vuestra excelencia para colaborar en la solución de esta gravísima crisis de nuestro pueblo, podré hacerlo, según mi mejor ciencia y conciencia y mi juicio, siempre que el movimiento y yo mismo obtengamos la autoridad que es necesaria para llevar a cabo esta función, pero que también compete al movimiento en virtud de su fuerza. En efecto, la ineludible necesidad de poner a Alemania por encima de partidos, será reconocida solo cuando se le asigne en anticipo al movimiento más fuerte, como factor de negociación, la posición que hasta ahora vuestra excelencia ha conferido a todos los representantes del poder presidencial. Esta exigencia no es menos justificable desde el punto de vista de la equidad...

Puedo asegurarle a vuestra excelencia mi firme decisión de formar un gabinete presidencial propuesto por mí, sujeto a mi dirección y aceptado por vuestra excelencia, con todas las premisas constitucionales necesarias para un largo y fructífero mejoramiento de nuestro pueblo política y económicamente arruinado. Por este motivo, dirijo a vuestra excelencia un solo ruego, el de otorgarme por lo menos, tanta autoridad y poderes como los que antes que yo recibieron hombres que por su parte podían contribuir igual que yo, a valorar la autoridad y el prestigio del nombre de vuestra excelencia. No obstante, como estoy obligado a causa de la Constitución a tener en cuenta a los partidos para el legal funcionamiento del futuro gobierno, llevo conmigo, señor Presidente del Reich, al partido más grande de todos. Pero mi nombre y la existencia de este gran movimiento alemán, son garantías que se verían anuladas, necesariamente, por un fracaso en nuestros esfuerzos. En tal caso, señor Presidente del Reich, yo no veo después de nosotros una dictadura militar, sino el caos bolchevique. 

Si después de tuviera que persistir en el propósito de volver a formas de gobierno de viejo sello parlamentario, entonces sería necesario, a mi parecer, dar a conocer esta voluntad de vuestra excelencia. Sin embargo, en este caso, me permito con todo respeto, llamarle la atención sobre las repercusiones de una decisión semejante. Yo las lamentaría profundamente. 

Permítaseme, para concluir, rogar a vuestra excelencia tener en debida cuenta mis motivaciones y desistir del intento de darle esta solución a la crisis. 


5 de julio de 2012

Knut Hamsun

Acabo de comprar un librito con artículos del premio nobel noruego Knut Hamsun, escritos en el periodo de 1932 a 1945. Hamsun apoyó a Hitler, incluso se entrevistó con él el 23 de Junio de 1943. Por supuesto, su apoyo a Hitler le costó caro al escritor. Al finalizar la guerra sufrió juicios vejatorios por su "traición" a la patria y fue desposeído de sus bienes. Murió con 92 años, ciego, sordo y sin ningún reconocimiento a su obra. La lista de intelectuales o artistas que apoyaron o simpatizaron con Hitler fue numerosa. Sin embargo, una vez acabada la guerra, su destino fue más o menos parecido: la humillación, el destierro, la vejación y la ignominia. Y, lo que a mi me resulta más curioso, el ser considerados locos por haber apoyado a Hitler. Al mismo Hamsun le sometieron a exámenes psíquicos. 

Artistas de la talla de Leni Riefensthal, Arno Breker, Ezra Pound etc tuvieron que sufrir la persecución después de la guerra. El libro de Hamsun resulta interesante de leer porque nos permite conocer sus opiniones políticas. El capítulo más interesante es el dedicado a su entrevista con Hitler. El Führer conocía al escritor y le dijo que se sentía fuertemente ligado a él ya que sus vidas eran muy parecidas. En la entrevista hablaron de los métodos de trabajo de los escritores. Sin embargo terminaron hablando sobre la política y Noruega.
Recreación para una película del encuentro entre Hitler y Hamsun

Resulta interesante observar cómo Hitler conocía perfectamente lo que ocurría en los territorios ocupados. Hamsun se mostró muy descontento con la labor del comisario del Reich en Noruega, Terboven. Hitler le contestó:

- Las autoridades militares de ocupación son a menudo más amables con la población que la política, que debe llevar a cabo los requerimientos militares necesarios. El comisario del Reich tiene una difícil tarea. Si le encargo que construya un ferrocarril hasta Narvik en ocho meses, o una carretera hasta el norte de Noruega en seis meses, o que construya algunas baterías de artillería en tres meses, es asunto suyo cómo lo termine. Piense en lo que significa simplemente tener que proporcionar camas para tantas personas. Las autoridades políticas siempre tienen que ir por delante. Han de tomar decisiones incómodas. Terboven tiene que efectuar sus tareas políticas de guerra, que a menudo son pesadas. Muchas veces puede ser duro.
Hitler junto a Quisling

Hamsun le insistió a Hitler y se le hará regresar a Terboven a Alemania. Y Hitler le contestó: 

- El comisario del Reich es un hombre de guerra, está allí exclusivamente para desempeñar tareas políticas de guerra. Luego regresará a Essen, donde es Gauleiter.

Hamsun le dijo a Hitler que seguramente los noruegos necesitarían la ocupación alemana por algún tiempo más, y se conmovió. Sin embargo, insistió en que Terboven destruía más que construía. Hitler le contestó:
Terboven

- Si no ganamos la fatal lucha que ahora llevamos a cabo, será la ruina para todos nosotros.

Hitler le dijo a Hamsun que Alemania no tenía necesidad de constituir un gobierno noruego, y que el hecho de que se le permitiera tenerlo, era una muestra de buena voluntad. Después dijo:

- Sin embargo, todo esto es insignificante comparado con nuestros sacrificios. ¿Qué importancia tiene? Los sacrificios políticos que la población de los países ocupados ha de sobrellevar pesan menos que las pesadas cargas que el pueblo alemán tiene que soportar, el cual, además de todo esto, también se ve afectado por un enorme sacrificio de sangre. 

Me resulta interesante esta entrevista. Es muy reveladora. Nos indica que Hitler podía entrevistarse, en un momento tan complicado como era el año 1943, con un intelectual. Que escuchaba, pero que no estaba dispuesto a prescindir de sus colaboradores, por cuanto él veía que le eran útiles en tiempos de guerra, y que, una vez acabada la guerra, deseaba devolverlos a Alemania. Por otra parte, a Hitler le importaban poco los métodos empleados, ya que él consideraba más valiosos los esfuerzos que estaba haciendo el pueblo alemán. Hitler fue un hombre práctico. Lo que opinara la historia de él no le importaba. Lo demostró en muchas ocasiones. Tampoco creo que sus oponentes actuaran de diferente manera. A la hora de ganar una guerra, por desgracia, sabemos que los métodos no son siempre humanitarios. 

Por otra parte, está el debate sobre los intelectuales y la política. Muchos intelectuales simpatizaron con Hitler y después tuvieron que soportar vejaciones de todo tipo. La cuestión es ¿resta el hecho de simpatizar con Hitler credibilidad a la obra de un intelectual? Evidentemente no. Porque su obra está ahí. Sin embargo, los prejuicios hacen que la gente los rechace.