26 de mayo de 2010

Opiniones sobre Hitler

En base a las últimas conversaciones, es necesaria una sección llamada "opiniones sobre Hitler". Comienzo la sección con el enfant terrible David Irving, que ya sé encierra mucha polémica, pero cuyo trabajo sobre Hitler resulta imprescindible. A pesar de las polémicas, son numerosos los historiadores que lo leen y se apoyan en sus descubrimientos. Por lo tanto, desechar a Irving me parece absurdo. Vayamos pues con sus declaraciones sobre Hitler que me han resultado interesantes para debatir:

- Hitler se convirtió en un dirigente más o menos político, descuidado e indeciso, que dejaba paralizados muchos asuntos de estado. Aunque a menudo se mostraba brutal e insensible, no tenía la habilidad de ser despiadado cuando más falta hacía. Se negó a bombardear Lóndres hasta que Churchill le forzó a tomar esa decisión a finales de agosto de 1940.

- Se opuso a todos los intentos de utilización de gases venenosos porque habría violado la Convención de Ginebra.

- El mayor problema que nos plantea dar un tratamiento analítico a la figura de Hitler, es la aversión que nos produce después de muchos años de propaganda bélica, y después de toda la emotiva historiografía de la posguerra.

- Ante el fenómeno del mismo Hitler, los historiadores son incapaces de comprender que era una persona normal y corriente, que daba paseos, que hablaba, que pesaba alrededor de setenta kilos, que tenía el cabello entrecano, caso todos los dientes postizos, y que sufría graves problemas digestivos. Para ellos Hitler es la encarnación del demonio, y así tiene que ser, sobre todo, por los sacrificios que tuvimos que hacer para destruirle.

- Al final, con una Alemania sumida de nuevo en la derrota, sus enemigos tuvieron que recurrir a unos métodos punitivos totalmente draconianos, como juicios masivos, confiscaciones, expropiaciones, internamientos y programas de reeducación, para poder arrancar las semillas que Hitler había sembrado.

- La gran complejidad del carácter de Hitler queda de relieve al comparar su extremada brutalidad, en algunos aspectos, con su casi ridículo  sentimentalismo y su tozuda fidelidad a convencionalismos militares abandonados largo tiempo atrás, en otros aspectos.

- Sin Hitler, pocos eran los militares integrantes que hubieran pasado del grado de coronel, y le debían sus puestos, sus medallas, sus fincas, sus ingresos. A menudo, incluso le debían también sus victorias militares.

- Por lo general, esta táctica comportaba calificar de "loco" a Hitler, a pesar de que los médicos especialistas que le trataron afirman unánimemente que, clínicamente hablando, fue absolutamente cuerdo hasta el final.

Hitler era el jefe de Estado y, por tanto, el responsable de lo que pasaba. Pero uno puede ser responsable y a la vez ignorante. Y Hitler era un hombre simple al que engañaban constantemente sus subordinados. 

- ¿Hitler el grande? No. La historia contemporánea jamás aceptará semejante epíteto.