27 de enero de 2013

80 Aniversario de la toma del poder de Hitler

Postal del juramento de Hitler ante von Hindemburg autografiada por él mismo.
- Y ahora, señores míos que Dios los asista.

Con estas palabras el anciano presidente del Reich, von Hindemburg otorgó el poder a Adolf Hitler el 30 de enero de 1933. Se cumplen ahora 80 años. Ya sabemos que en nuestra cultura, se celebran los aniversarios nazis con gran pompa mediática. El nazismo forma parte de nuestra cultura. Todo el mundo lo conoce, incluso mejor que el comunismo, aunque esta fuerza mediática sea para hablar siempre de sus aspectos negativos. Pero se habla sin cesar. Desde aquí siempre he sostenido que para acabar con el nazismo hubiera bastado con enterrarlo en 1945. Pero no ha sido así. 

Adolf Hitler lo había logrado. 14 años de lucha habían sido coronados con éxito. Hitler llegó a afirmar antes de su subida al poder:

- Cuando tenga el poder, si alguna vez lo tengo, nadie se haga ilusiones. No lo dejaré jamás. 

El hecho de que una persona como Hitler alcanzara el poder es un hecho inusual en la historia. Lo había conseguido él solo, siendo un absoluto desconocido apenas unos años atrás. La historia ha tratado de entender este hecho con excusas, como la profunda crisis económica que atravesaba Alemania, las heridas de la última guerra etc. Sin embargo esas "excusas" no sirven para comprender el fenómeno. Se quedan cortas. Porque, al fin y al cabo, son excusas. 

A las 7 de la tarde de ese día, al fondo de la Wilhelmstrasse comenzaron a avanzar los primeros pelotones de SA, con antorchas y cantando. El desfile duró 5 horas. Hitler le saludó desde el balcón de su nuevo despacho. Unas ventanas más allá, se encontraba el presidente von Hindemburg, que como es sabido, siempre fue muy reticente a entregar el poder a Hitler. Sin embargo, ese día, el viejo Mariscal, estaba conmovido por el desfile.
Hitler y Goering saludan desde el balcón de la Cancillería la noche de la toma del poder.

Ese día, Hitler permaneció durante toda la noche en la Cancillería, en una pequeña habitación. Se encontraban con él Goering, Goebbels y su abogado Hans Frank. Según Frank, Hitler estuvo recordando los momentos más importantes de su vida y hablando de sus principios ideológicos. Las declaraciones de Frank han sido recogidas por el historiador Joachim Fest. Naturalmente, debemos de tener en cuenta que las declaraciones de Frank fueron recogidas antes de su ejecución en Nüremberg:

- Presa de una profunda conmoción, se extravió en uno de sus interminables monólogos: evocó la escena del juramento que había tenido lugar durante la mañana, enumeró complacido los propios éxitos, subrayó el estupor de los adversarios "rojos" que quedaron mudos y paralizados, pasó después a extenderse sobre sus principios propagandísticos. Aseguró que nunca había disfrutado tanto como en la última campaña electoral: había, agregó, quien sostenía que podía haberse desencadenado una guerra. Ciertamente, prosiguió,  su aparición en escena era el inicio de la lucha final del hombre blanco, del ario, para dominar todo el mundo. Los no arios, los de color, los mongoles, estaban en decadencia bajo la bandera del bolchevismo para lograr para si tal dominio pero, aquel 30 de enero, había dado comienzo "la máxima revolución racial alemana de la historia universal". Sus visiones se mezclaban con proyectos arquitectónicos: en primer lugar, declaró Hitler, reconstruiría la Cancillería del Reich que actualmente era, según él, "pura y simplemente una caja de cigarros".
Reunión del primer gobierno de Hitler

Tenemos también un interesante documento con las declaraciones de Emmy Göring:

- ... Únicamente me pidió Hermann que ese día por la mañana fuese a llevarle unas flores a Hitler, que seguramente recibiría una gran satisfacción por ello... Unos ayudantes me condujeron al cuarto de Adolf Hitler en el Kaiserhof. El nuevo canciller se hallaba de pie a la ventana, encerrado en un mutismo grave. Parecía ajeno a todos los que le rodeaban. Se diría que era un hombre aturdido o estupefacto. Lentamente se volvió hacia mi y, con gesto casi solemne, me tomó las flores. Los ayudantes habían ido dejando en una pieza contigua todos los ramilletes de flores por él recibidos, de los que o le habían presentado ninguno todavía. "Son las primeras flores -dijo cohibido, pero afectuoso-. Y usted es la primera mujer que me felicita; de lo que me alegro." Después de una larga pausa, añadió con aire distante: "Ahora va a ver el mundo que yo no podía ser un vicecanciller, de ningún modo. ¡Si hasta los camaradas no me comprendían!" Hablaba como si continuase un monólogo iniciado antes de mi llegada. Por un buen rato seguimos callados. Cuando me di cuenta de que aquel hombre quería quedarse ya solo, me adelanté en puntillas hasta la puerta, al tiempo que le oía decir en voz baja; "Si, ahora deben dejarme algún tiempo solo".

Curiosamente, este episodio de las flores que nos narra Emmy Göring, el historiador John Toland lo narra pero con Frau Goebbels.

El mismo Toland narra lo siguiente:

- Hitler cenó tarde con Hess, Goering, Goebbels, Röhm y Frank en un pequeño salón privado. Habló y habló sin parar. "Alguna fuente extranjera me ha llamado hoy 'Anticristo'. Lo único anti que soy es 'anti-Lenin". Según Frank, Hitler añadió que esperaba ganarse el apoyo de Hindenburg a su bando. El Anciano Caballero ha quedado muy complacido cuando le he dicho que lo serviría como canciller tan lealmente como en la época en que fui soldado y él era mi héroe.

Ian Kershaw, en su biografía de Hitler, asegura que Hitler "contra todo pronóstico, la obstinación agresiva (nacida de la falta de alternativas) había dado fruto. Lo que había sido incapaz de conseguir por sí solo, lo habían conseguido por él sus "amigos" de puestos elevados". El 'don nadie de Viena', el 'soldado desconocido', el agitador de cervecería, jefe de lo que durante muchos años no fue más que un partido de las márgenes lunáticas de la política, un hombre que no tenía ningún tipo de credenciales para dirigir una maquinaria estatal compleja, siendo prácticamente una cualidad su destreza para hacerse con el apoyo de las masas nacionalistas, en las que era capaz de avivar los más bajos instintos con un talento excepcional, pasaba a hacerse cargo del gobierno de uno de los principales estados de Europa."

Como de costumbre, Kershaw deja su huella personal en sus escritos. Kershaw nos habla de "falta de alternativas" para justificar la subida al poder de Hitler. Me parece muy cínico, puesto que la Alemania de los años 20 era un hervidero político. El nacionalsocialismo tuvo que competir con muchos partidos políticos. Por otra parte, decir que Hitler era incapaz de conseguir solo su ascenso al poder y que lo habían conseguido "sus amigos de puestos elevados" es otra mentira. Lógicamente, nadie sube al poder solo. Eso es un hecho. Pero solo la firme voluntad de Hitler fue capaz de conseguir sus triunfos. Por supuesto, Hitler supo como nadie rodearse de la gente adecuada y es cierto que incluso tuvo que hacer algunas concesiones (iniciales, por cierto) a grandes empresarios y militares. ¿Pero qué alternativa tenía?
Postal firmada por Hitler, junto a Hindenburg

Tampoco estoy de acuerdo en que el NSDAP fuera un partido incapaz de "dirigir una maquinaria estatal compleja". De hecho, la rapidez de la toma de medidas de Hitler nos sugiere que estaba perfectamente preparado para ejercer el poder. EL NSDAP ya funcionaba como un estado y Hitler no tuvo más que organizar los diferentes estados alemanes como si se trataran de su partido.

Hitler dijo en sus conversaciones privadas:

- Si no hubiésemos conquistado el poder en 1933, la ola de los hunos se hubiera abatido sobre Europa, pues entonces Alemania era incapaz de detenerla. Nadie lo sospechaba, pero estábamos al borde de la catástrofe.

- Si Alemania no hubiera tenido la suerte de que tomara yo el poder en 1933, hoy Europa no existiría. En efecto, en cuanto estuve en el poder, no tuve más que una idea: armar. Así fue posible que el verano pasado adoptase la decisión de atacar a Rusia.

- No me sentiría con derecho a exigir a cada uno el sacrificio supremo, si yo mismo no hubiera hecho toda la guerra del 14 en primera línea.


13 de enero de 2013

Hitler y las mujeres

En sus conversaciones privadas Hitler dijo en 1942:

- Lo peor del matrimonio es esto: crea pretensiones legales. Es mucho más práctico tener una amante.

Claro, que según él, esa regla "sólo se rige para hombres relevantes". 

- Si una mujer empieza a pensar en cuestiones existenciales, mala cosa es. Puede atacarle a uno los nervios. 

- El mundo del hombre es grande, comparado con el de la mujer. El mundo de la mujer es el hombre. Sólo de vez en cuando piensa en otra cosa. La mujer puede amar más profundamente que el hombre. La inteligencia no le importa demasiado.

- Cuando una mujer se embellece lo hace a menudo impulsada por el secreto deseo de irritar a alguna otra. Las mujeres poseen una capacidad que nos falta a los hombres para dar un beso a una amiga y al mismo tiempo pincharla con una aguja. Es completamente inútil querer mejorarlas en este aspecto. ¡Dejémoslas con sus pequeñas debilidades! Si con ellas una mujer puede sentirse dichosa, tanto mejor. Es mil veces preferible que se ocupe de semejantes pequeñeces que no que empiece a dedicarse a cosas metafísicas. 

Sin embargo, a pesar de la tosquedad de esas palabras, encontramos con que Hitler siempre resultó encantador con las mujeres. Es más, podemos hablar perfectamente de un Hitler completamente diferente en el trato a hombres y a mujeres. Hitler jamás gritaba a una mujer, es más, incluso las tranquilizaba si cometían un error. Un claro ejemplo lo encontramos en sus secretarias. Hitler era un jefe muy amable y simpático con ellas. Quizá por eso sus secretarias le fueron fieles hasta el final. 

Muchas mujeres se sorprendían al tratar con Hitler. Esperaban encontrar al hombre fuerte, casi violento y rudo. Pero se encontraban con un hombre amable y simpático, que las agasajaba constantemente. Si Hitler se encontraba con una mujer, cambiaba incluso el tono de voz, que tenía entonces un tono más suave. Incluso se daba el caso de que si una mujer se encontraba indispuesta Hitler le permitiera incluso fumar en su presencia (documentado en Werner Maser).  Según el historiador, Hitler toleraba a las mujeres aspectos que a sus colaboradores les hubiera costado el puesto. 

Por otra parte, y a pesar de las declaraciones de Hitler (no olvidemos que expuestas en un tono privado y relajado) lo cierto es que Hitler admiró y respetó a mujeres que eran trabajadoras e independientes. Su relación con Winifred Wagner, Leni Riefensthal o Hanna Reitsch le alejan de toda sospecha de menospreciar a la mujer. 

También se ha especulado mucho sobre si Hitler fue capaz de amar. La respuesta no puede ser más clara: ¡por supuesto! Su relación con Eva Braun lo deja perfectamente a las claras. Por no hablar del abatimiento que Hitler sufrió tras el suicidio de Geli Raubal. Hitler sufrió una profunda depresión que le llevó incluso a la idea de apartarse de la política y de querer quitarse la vida. Se dice que a raíz de ese acontecimiento Hitler decidió no comer nunca más carne. La habitación de Geli solo la podía visitar él y su ama de llaves. Incluso encargó un busto de Geli que colocó en la nueva Cancillería. Ninguna de las suposiciones sobre las relaciones de Geli Raubal con Hitler, en donde se ha llegado a afirmar que Hitler maltrataba a su medio sobrina, han podido ser demostradas. Incluso se llegó a afirmar, en un alarde de "historia-ficción" impresionante, que Hitler practicaba el masoquismo con Geli. 

Su relación con Eva Braun está más que demostrada y ya hemos hablado de ella aquí en muchas ocasiones. No creo que sea necesario añadir más. En todo caso, Hitler hablaba de mujeres muy a menudo:

- ¡Cuántas mujeres hermosas hay! Estábamos sentados en el Ratskeller de Brema. Entró una mujer: ¡habría podido creerse que descendía del Olimpo! ¡Sencillamente deslumbradora! Los clientes soltaron cuchillos y tenedores. Y todos clavaron sus ojos en ella. ¡Y luego en Braunschwieg! Entonces me hice los más amargos reproches. A todos mis compañeros les pasó como a mi: una criatura rubia se acercó al coche dando saltitos para ofrecerme un ramo de flores. Todo el mundo se acordó del incidente, pero a nadie se le ocurrió preguntarle su dirección para que luego pudiera yo escribirle unas palabras de agradecimiento. ¡Rubia y alta y maravillosa! Pero así ocurren las cosas; aglomeraciones por todas partes. Y, además, teníamos prisa, todavía hoy me duele recordarlo. 

   En el Bayerischen Hof estuve una vez en una fiesta a la que asistían muchas hermosas mujeres con deslumbrantes brillantes. Pero he aquí que entró una tan bella que a su lado desaparecían todas las demás (no llevaba joyas). Era la señora Hanfstaengl. En casa de Erna Hanfstaengl la vi luego otra vez en compañía de Mary Stuck. Tres mujeres a cual más bella: ¡aquello si que era un cuadro!

A su piloto Hans Baur le dijo Hitler en una ocasión:

- Yo no puedo permitirme otra cosa. Las mujeres me hacen propaganda, y como hombre que continuamente tiene que enfrentarse a la opinión pública tengo que ser precavido. Si usted se desvía un poco del camino recto, nadie dice nada, pero si yo hiciera una cosa así, no podría dejarme ver nunca más. Las mujeres son incapaces de mantener la boca cerrada.

Werner Maser concluye en su biografía que en la vida de Hitler solo hubo 3 mujeres: su madre, Geli Raubal y Eva Braun. Acabo este post con la conclusión que saca este historiador:

"En Hitler, los sentimientos, de los que sabía servirse con gran maestría en su favor, estaban detrás del deseo que gobernaba toda su existencia. Solo los aceptaba cuando podían serle de alguna utilidad. En muy raras ocasiones "los golpes del destino", las graves enfermedades, las desgracias personales, los desengaños y los obstáculos le impulsaron  a modificar los objetivos que se había impuesto y a sustituir las personas a las que había otorgado su confianza. En este aspecto era sumamente obstinado e incorregible. Ni la temprana muerte de sus padres, ni sus fracasos de 1907 y 1908 en la Academia de Bellas Artes de Viena, ni el intento de golpe de estado de noviembre de 1923, que produjo un balance de 20 muertos y pudo suponer muy fácilmente el final de su carrera política, ni la prisión en Landsberg, ni otros momentos negativos de su vida posterior le hicieron dudar nunca de que alcanzaría su meta. Prácticamente siempre consiguió lo que se había propuesto, venciendo sin hacer caso de los consejos de los demás y sin tener que modificar sus convicciones. Solamente en dos ocasiones estuvo a punto de lanzar por la borda su ideología y de quitarse la vida que, en su opinión, encarnaba el destino alemán de la época: tras el fracasado golpe de Estado de 1923 y tras el suicidio de su gran amor Geli Raubal en 1931".