6 de noviembre de 2009

El asunto Röhm en diferentes versiones


He estado comparando la forma de narrar los hechos del asesinato de Röhm con cuatro historiadores bien diferentes: John Toland, David Irving, Ian Kershaw y Joachim Fest.

Como es bien conocido, el jefe de las SA era Röhm. Desde hacía años existía descontento entre el ejército, el presidente Hindemburg, los industriales y el creciente poder de las SA. Röhm pretendía continuar una revolución más radical. Lo cierto es que Hitler siempre se mostró indeciso y le costaba tomar una decisión. No hay que olvidar los lazos de amistad que le unían a Röhm. En infinidad de ocasiones le defendió, como cuando fue acusado de homosexual, algo que por aquella época no solo estaba penado sino que estaba muy mal visto, no solo en Alemania, también en la mayoría de los países. Sin embargo Hitler nunca quiso saber nada de la vida personal de Röhm, a quien incluso tuteaba y apreciaba. Pero cuando comprendió que su amigo era un incordio para asegurarle en el poder, y cuando la soga estaba muy tensada, tuvo que tomar una de las decisiones más difíciles de su vida, como él mismo admitió.

El mismo Führer se presentó en el hotel en donde descansaba Röhm, en Bad Wiessee. Le acusó de traidor y le informó de que estaba detenido. Después Hitler se dirigió a la Casa Parda. Es muy propio de Ian Kershaw el que diga que "la atmósfera era asesina".  Después Kershaw enumera varias posibilidades sobre la vacilación de Hitler a la hora de ejecutar a Röhm. Como Kershaw tiene un odio patológico hacia Hitler parece que encontró lo que para él es "la principal razón de que Hitler no ordenase matar a Röhm": Hitler vaciló porque matar a Röhm significaría una pérdida de prestigio. Los motivos personales, ni la propia sensiblidad de Hitler no cuentan en absoluto para Kershaw. Este historiador siempre encuentra algún motivo abyecto en todos los actos de Hitler. Pero nunca da pruebas. Es muy típico de él que sus conclusiones vayan acompañadas del consabido "probablemente" para después soltar su propia opinión.  Es por esto por lo que Kershaw me resulta tan molesto. En vez de narrar los hechos de manera imparcial, suelta su opinión a diestro y siniestro, algo que creo que se debe de evitar en una biografía seria.

En donde parece que sí hay un consenso es en que Hitler nunca quiso matar a Röhm. Todos los historiadores coinciden en que fueron Himmler y Göring quienes presionaron a Hitler para que acabase con la vida del jefe de las SA.

Joachim Fest, hace una reflexión muy interesante a propósito del la Noche de los Cuchillos Largos, como la historia ha llamado a la depuración:

"Es muy probable errar en la polémica contemporánea que le mostraba como un sádico sediento de sangre, como la que convertía en placer estético sus ansias asesinas haciendo referencia a partidos príncipes del Renacimiento; y también yerran, posiblemente, los que pretenden verle eliminando a camaradas de muchos años de amistad, partidarios, amigos íntimos, con una despreocupación anímica y con la frialdad del impotente emocional. En realidad, lo uno se ajusta más a la forma de proceder de Göring, lo otro a la de Himmler, quienes llevaban a cabo su negocio asesino con una falta de escrúpulos sumaria. Hitler, por el contrario, parecía hallarse expuesto a una considerable presión interior, cosa que no sucedía con los demás."

Continua Fest diciendo que Hitler tuvo motivos sentimentales en su vacilación a la hora de mandar asesinar a Röhm: "el reflejo de una unión sentimental, la cual, al menos durante algunas horas, se mostró más poderosa que la razón de poder". Después Fest llega a la conclusión de que Hitler no tuvo otra alternativa: "Aun siendo sumamente repugnantes las circunstancias que acompañaron este asesinato del amigo, debe preguntarse si Hitler tenía realmente otra elección. "

Veamos ahora el relato del controvertido David Irving:

"El avión de Hitler aterrizó y el Führer bajó a tierra, mortalmente pálido y muy serio. Felicitó a Göring por la guardia de honor de cuatrocientos soldados de aviación especialmente seleccionados que le aguardaban formados sobre la pista de aterrizaje, luciendo el todavía secreto uniforme de la Luftwaffe. Ya en la cancillería le comunicó a Göring que había ordenado la ejecución de todos los secuaces destacados de Röhm, pero que tenía intención de perdonarle la vida a su viejo amigo, en recuerdo de los tiempos pasados.
Göring se burló de esta muestra de sentimentalismo. Él y Himmler se pasaron todo el día siguiente, el domingo 1 de julio, intentando convencer a Hitler para que usiera el despiadado y lógico colofón a la purga."

La conclusión que saca Irving es que "Se había hecho tabla rasa, una buena limpieza, con unos medios que no eran totalmente del agrado de Hitler.... Lleno de remordimientos, Hitler, desencajado tras el derramamiento de sangre, ordenó el pago de indemnizaciones por los errores y la concesión de pensiones a todos los familiares directos."

Ésta no iba a ser la primera vez que Hitler daba pensiones e indemnizaciones a los familiares de personas condenadas a muerte. Muchos años después, tras el 20 de Julio de 1944, Hitler también ordenó dar pensiones a las viudas y familiares de los militares que participaron en el atentado.

Como vemos, existen muchas formas de narrar los hechos. Y la manera de hacerlo es vital para las impresiones que saca el lector.